Momentos de verdad 2.0

Recientemente compartí sobre un momento de verdad que marcó mi vida profesional, pero hoy tengo la suerte de compartir un momento de verdad de mi hijo que estoy seguro que lo marcará para siempre.

La federación de tenis de mesa de Perú, realiza alrededor de 15 torneos al año en diferentes ciudades del Perú, uno de ellos es la Copa AELU. Entre las categorías federadas se encuentra la de varones de 11 años, donde mi hijo Diego compite este año por última vez antes de pasar a la siguiente etapa (las categorías se miden por la edad que cumplas al finalizar el año).

Los torneos se desarrollan en dos fases: las series, donde los jugadores compiten en grupos para clasificar, y las eliminatorias, donde avanza el ganador de cada partido hasta llegar al campeón. Cada partido es al mejor de cinco sets y cada set se define al alcanzar 11 puntos teniendo una diferencia mínima de 2 puntos.

Diego ha estado inmerso en este deporte por poco más de un año, pero es en esta Copa AELU 2024 donde alcanza su mayor logro: ser campeón de un torneo. A lo largo del torneo tuvo partidos difíciles que tuvo que lidiar y sacar adelante, pero su momento de verdad se da en la última instancia, la final, enfrentando a un amigo chiclayano convertido en rival en una batalla épica.

Después de cuatro intensos sets, el marcador estaba empatado a dos, llevando el partido al quinto y definitivo set.

Durante un reñido quinto set, el marcador se igualó a 9-9, pero pronto el rival se adelantó con un punto, llegando a 9-10 y creando el primer match point en contra, luego de rescatar este punto, tiene un segundo match point en contra, el cual también rescata con mucho temple, logrando igualar el marcador nuevamente a 11-11. Luego, el marcador paso a su favor 12-11, creando su primer match point, y finalmente logra el punto de la victoria acompañado de un grito de triunfo que estalló en ese momento que se refleja en la siguiente foto y que resume lo logrado.

Acá se aprecia luego de obtener el punto 13, donde el público era principalmente chiclayano. Se ve a su entrenado, Alan Blas, levantando la mano con puño de victoria. Amigos y rivales festejando a lo lejos el triunfo de Diego. Y claro, yo a punto de saltar de mi asiento.

Estoy seguro de que este momento quedará grabado en la memoria de Diego para siempre, recordándole que la vida está llena de desafíos, pero también de oportunidades para triunfar. Hoy celebramos este logro y lo enmarcamos como un recordatorio de lo que se puede lograr con determinación y dedicación.