Nº 5 PDD: Las Dimensiones
La PDD se puede plantear como una alternativa a la concepción tradicional de las diferentes escuelas de psicoterapia. Esta alternativa se puede construir alrededor del concepto de dimensión, concepto que hace referencia a diferentes planos de la realidad psíquica sobre los que podemos construir un cierto orden.
Distingo siete dimensiones en la Psicoterapia dinámica orientada por dimensiones
Voy a realizar un pequeño resumen de cada dimensión.
DIMENSIÓN RELACIONAL
Fundamentada en la importancia de ayudar al paciente a construir un yo-consciencia lo suficientemente sólido y flexible para que pueda tener acceso de forma progresiva a la elaboración. Para esto es fundamental que el terapeuta pueda ser utilizado como una función constructora por parte del paciente. La noción de Winnicott de «la madre suficientemente buena» (1996) o el concepto de otro-self de Kohut (1971), estarían en sintonía con los presupuestos de esta dimensión.
Los modelos relacionales en psicoanálisis amplían de forma muy importante la perspectiva aquí citada, pero en cuanto dimensión relacional la PDD resalta el papel sostenedor del terapeuta.
DIMENSIÓN COGNITIVA
Se centra en la capacidad del sujeto de comprender las acciones de los demás y de uno mismo a través de procesos reflexivos en términos de sentimientos, pensamientos y deseos (Bateman y Fonagy, 2016) y de cómo esta capacidad puede estar dañada produciendo lo que los teóricos de la mentalización llaman seudomentalización.
El modelo cognitivo-analítico de Ryle (2002) nos permite amplificar esta perspectiva con la conceptualización acerca de los dilemas, trampas y pegas en los que se ve atrapado el sujeto.
También es importante en esta dimensión tener en cuenta la tipología del sujeto, como es desarrollada por Jung (1994), facilitándonos el entendimiento de cómo éste codifica la información de una forma específica de acuerdo con su propio estilo tipológico.
DIMENSIÓN TOPOGRÁFICA
Consiste en hacer consciente lo inconsciente. En este modelo es fundamental la idea de complejo (2004) como un esquema básico acompañado de su carga emocional, pero ampliado con las ideas que nos proporciona el psicoanálisis interpersonal y relacional contemporáneo (Aron, 1996).
También son importantes algunos de los fundamentos teóricos que utilizan los psicoanalistas de las relaciones objetales, coomo el de la psicoterapia centrada en la transferencia de Kernberg (Yeomans, F. E., Clarkin, J. F. y Kernberg, O. F., 2016), pues nos permite enriquecer el entendimiento del psiquismo con nociones como el de las diadas relacionales objetales.
Otras psicoterapias de base cognitiva, como la terapia de los esquemas (Young, J. E., Klosko, J. S., Weishaar, M. E., 2013), también enriquecen esta dimensión pues con su concepto de esquemas precoces desadaptativos amplían la ida de patrón o conflicto nuclear inconsciente de forma importante.
El análisis e interpretación de los complejos es sugerido por su aparición en el material onírico o a través del binomio transferencia-contratrasferencia (Castillo, J., 2010). Su análisis se torna en capital para la buena evolución del proceso psicoterapéutico.
También es importante la herramienta técnica de la revelación de la contratransferencia, como plantean algunos psicoanalistas interpersonales (Ehrenberg, D. B., 2016), para estimular el proceso de elaboración focalizado en esta dimensión.
DIMENSIÓN DEFENSIVA
Hace referencia al dispositivo organizacional regido por las resistencias que el sujeto desarrolla para defenderse de la angustia y de las sensaciones de pérdida y aniquilación. Centrada en el análisis de las defensas y formaciones reactivas que aparecen en el yo y que generan una barrera defensiva tanto de las representaciones internas sentidas como peligrosas como de las amenazas externas. Encontramos este planteamiento en los primeros trabajos psicoanalíticos que describen ciertas partes inconscientes del yo, como se da en la obra de A. Freud (1961), W. Reich (1980) y H. Hartmann (1987). También la psicología cognitiva de Young (2013) describe la importancia del trabajo con los mecanismos de defensa.
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Esta dimensión está presente en el análisis de la responsabilidad y la capacidad de elección y decisión del paciente como es planteada por la psicoterapia existencial, pues hace referencia a la posibilidad del analizado de evitar confrontar con sus conflictos y angustias nucleares (Yalom, I. D., 2010).
DIMENSIÓN ABREACTIVA
Relacionada con la descarga de afectos y emociones en sujetos que tienen la función sentimiento muy bloqueada. Ciertos trabajos psicocorporales reichianos (Reich, 1945) y humanistas (Perls, F., 2003) abordan esta dimensión de forma experiencial. También podemos incluir en esta dimensión los trabajos psicodramáticos y otro tipo de dinámicas grupales que introducen el juego como forma de movilización emocional.
DIMENSIÓN CONDUCTUAL
En esta nueva dimensión me parece muy importantes las aportaciones de autores como P. Watchtel (1997), que conjuga una visión psicodinámica de la terapia con la inclusión de ciertos criterios técnicos conductuales. Para el padre de la psicodinámica cíclica se deben prestar atención a los detalles precisos de cómo el paciente está viviendo el momento presente y cómo las estructuras psicológicas inconscientes y los patrones de vida diaria interactúan y se sustentan mutuamente. Desde la perspectiva de este autor, en cientos momentos se debe intervenir sobre ciertas conductas concretas que refuerzan actitudes que impiden el cambio.
Desde otra óptica Ryle (2002), en su terapia cognitivo-analítica, señala cómo la sintomatología del paciente no desaparecerá si no hay un compromiso por parte de este de cuestionarse conductas que tienen que ver con su forma de vivir. Los cambios pueden ser vividos por el paciente como peligrosos para uno mismo o para los demás (pegas) y el terapeuta debe "empujar" al paciente a que este se arriesgue a poner en práctica conductas nuevas en el momento adecuado del proceso psicoterapeútico.
En una importante parte de la comunidad terapéutica psicodinámica se asume que, junto con la elaboración o después de un periodo dedicado a ella, se debe prescribir la confrontación del paciente con las situaciones fóbicas que le han atenazado.
DIMENSIÓN EXISTENCIAL
Esta última se relaciona con la capacidad de dotar de sentido a nuestra experiencia vital, a través del trabajo de amplificación de las imágenes oníricas, permitiendo preguntarnos qué tipo de mito estamos viviendo y cómo nos puede orientar el Sí mismo en nuestro proceso de individuación.
Se recalca el aspecto profundamente creativo de lo inconsciente, que nos orienta y guía en diferentes etapas de nuestra vida a través de imágenes que nos permiten construir ritos de paso. El poder relacionarnos con estas imágenes dibujándolas, pintándolas, esculpiéndolas o escribiendo relatos acerca de ellas nos sirve como catalizador de los contenidos simbólicos que utilizaremos en nuestras transiciones vitales.
Esta dimensión ha sido básicamente desarrollada por Jung y enriquecida por algunos de sus discípulos más directos como Von Franz (1993), Hannah (1981), Jacobi (2019), A. Jaffe (1995) y Edinger (2018).
También son importantes las aportaciones clínicas de psicodinámicos existenciales como Yalom (2010) que han ampliado y enriquecido los conceptos de la psicología analítica aplicados a esta dimensión.
Dependiendo de las necesidades de nuestros pacientes primaremos una dimensión u otra, sabiendo de la complejidad del proceso y no olvidando que no podemos compartimentar de forma rígida la psique humana, sabiendo que el todo siempre va a ser diferente de la mera suma de las partes. Podríamos, además, resaltar la propiedad hologramática del sistema dimensional, pues cualquier dimensión incluye las otras, sin que eso vaya en detrimento de la necesidad de establecer un foco analítico.
Un ejemplo de ello puede ser cuando damos primacía a la dimensión cognitiva en un proceso terapéutico; dicha primacía no anula que seamos conscientes de las necesidades de apoyo y sostén de nuestro analizado, de sus operaciones defensivas, de la activación de sus complejos y de su vacío existencial. Y ello no excluye que prioricemos una forma concreta de ordenar y trabajar con el material que nos aporta el paciente.
El diagnóstico diferencial que realicemos de nuestro paciente nos va a orientar acerca de qué dimensión debemos priorizar.
Así, cuando nos encontramos con un cuadro psicótico nos vamos a focalizar en la dimensión relacional y ante una crisis de sentido en la existencial, sin que esto excluya, como ya hemos indicado, que tengamos una perspectiva global de la realidad psíquica.
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Nos vemos en el siguiente Newsletter donde hablaremos de: La importancia del diagnostico diferencial.