Nadie gana, todos pierden.
En la tarde de hoy se reunieron frente a la Embajada de Cuba, en el Parque Belisario Porras de la Ciudad de Panamá, un grupo de panameños simpatizantes del gobierno cubano. La idea de su presencia no fue un evento casual, se conocía por diferentes medios una iniciativa de grupos cubanos en manifestarse frente a mas de una veintena de misiones diplomáticas cubanas por el mundo. En el caso de Panamá lograron asistir a la cita unos pocos cubanos, siendo estos una franca minoría al decir por las imágenes que pude ver por las redes sociales ahora en la noche.
Un rotundo triunfo, se consiguió silenciar de manera abrumadora a los cuatro elementos que intentaron exponer una posición contraria a las políticas del gobierno de la isla.
Hacia los hermanos panameños solo me queda extender como siempre mi total gratitud por su interés y demostración de afecto hacia con Cuba, muestra de sus convicciones y entereza, algo que siempre valoro mucho. No obstante, cabe destacar que la presencia panameña estaba compuesta por integrantes de grupo sindicales que gozan de muy baja aceptación popular dentro de la población local, para todos es conocido su clara postura de apoyar abiertamente a gobiernos de corte comunista, algo que no cala con fuerza en la cultura de esta nación. Pero esto, no es motivo para demeritar su disposición en apoyar lo que entienden como una causa justa, en un escenario donde nadie les reprime y gozan de un correcto espacio democrático como debe ser, donde se respeta su opinión, ante todo, lo que considero un acto admirable y digno.
He seguido los últimos acontecimientos que suscitan en la isla y personalmente entiendo qué por mucho que quiera, no puedo callar. Tengo una responsabilidad conmigo mismo, responsabilidad que supera toda la simpatía aparente que pudiera tener con el gobierno de la isla, el cual, en mi opinión, elige el peor de los caminos para solucionar las diferencias que surgen del reclamo y exigencias que reciben de la población en las últimas semanas, y prefieren darle la espalda a la capacidad de dialogar con el pueblo. Ya sé que a esto se le quiere dar unos cuantos bemoles, pero las cosas no deben ser así.
La idea aberrada de descalificar a todos los que alzan su voz para decir lo que no les gusta, o no les conviene al oficialismo cubano, debe parar mas temprano que tarde, sobre todo porque corren el riesgo de no ser escuchados nunca más. Por el camino que van las cosas, llegará el momento que ser difamado será la mayor distinción que se le otorgue a un individuo, ya que será sinónimo de hidalguía y decoro. Al parecer se practica una sordera permanente y se continua con la práctica de prolongados y archiconocidos monólogos gubernamentales, donde al parecer no esta pasando nada. La dinámica nacional persiste en dar a entender que los únicos que pueden expresar su opinión son los elegidos por la corte celestial que persiste en ofrecer “continuidad”, dejando entender que nada, ni nadie, los hará cambiar de dirección. Pues permítanme disentir un poco, quizás como mero ejercicio catártico y de pura liberación.
Para nadie es secreto que un porciento abrumador de la población de la isla se está aproximando a un estado de inanición eminente, y me pregunto:
¿Cuales son las acciones que tienen reservadas para darle solución a tan delicada situación?
Esto debería ser hoy la máxima prioridad, hay que acabar de empezar a comunicarle a la población de la isla que acciones se ejecutarán para darle solución a esta situación y de paso presentar al pueblo un informe de las finanzas públicas y hacer una correcta rendición de cuentas, para que todo el país conozca la realidad económica en la que se encuentra la nación.
Escuchar el reclamo y solicitud pacifica de un grupo de la población no debería ser un conflicto que le quite el sueño a nadie, la exigencia del derecho de expresión es una necesidad que requiere ser acogida con mucho respeto y no puede ser postergada bajo ninguna excusa, mucho menos atacando a las personas que deciden expresarse, las cuales requieren de su atención, vengan de donde vengan. Con el debido respeto que merecen, permítanme recordarles que la población es la que carga con las consecuencias de sus desacertadas decisiones. Decidir no hacer el debido caso a sus reclamos, puede ser el peor error que puedan cometer. Como se puede apreciar, cada vez se suman más voces, todo comenzó con los artistas, ahora son los masones y se seguirán sumando voces que tendrán algo que decir, los que no son precisamente opositores declarados, ni personas financiadas por el enemigo, voces, son solo voces que expresan un sentimiento, que no tiene precisamente que coincidir con el discurso del oficialismo, el cual hasta donde recuerdo, debería ser del pueblo y para el pueblo.
Los actos de repudio son horrendos y no engañan a nadie, todos sabemos que son personas que reciben orientaciones de salir a confrontar a quienes hozan levantar su voz, llevándole a la puerta de sus hogares un mensaje macabro, que al parecer ya no provoca miedo, mas bien irritación, y sobre todo vergüenza de seguir enfrentando al cubano con el propio cubano, por el simple hecho de no compartir las mismas ideas. Ya deben parar estos actos, nadie quiere ver mas estas imágenes, que no intimidan a nadie, nadie les tiene miedo, las personas lo que tienen es hambre y muchas necesidades que no han sido debidamente atendidas, entre otras cosas por la incapacidad demostrada de no saber administrar una nación y llevarla a los niveles de pobreza que hoy ostenta, ¿a quien van a seguir engañando?, lo que deben hacer es ponerse los pantalones y salir a dar la cara, reconociendo para empezar los desaciertos, si es que tienen el valor de hacerlo.
No hay ninguna victoria por intentar callar a nadie, es y a sido siempre una gran derrota no contar con la capacidad de responder a los intereses de una población que ha creído ciegamente en un gobierno que cada día pierde mas credibilidad dentro de la población de la isla. Esto es lo que está pasando, esto es lo que todos vemos y al parecer el gobierno cubano de manera muy conveniente no quiere ver.
Todos saben que soy alguien que cuento con la valiosa amistad de muchos cubanos en Panamá y lo que acabo de expresar es el sentir de la gran mayoría, personalmente me hago eco de esta opinión y lo hago basado en el fiel convencimiento de que coincidimos en no desear, bajo ningún pretexto, un derramamiento de sangre en la isla, producto de la necedad de quienes deben conducir la nación a puerto seguro y no arriesgar navío en eminente tormenta, así pensamos la gran mayoría.
Se que no es agradable, se que me expongo a que mañana igualmente se me descalifique y censure, pero no puedo traicionar a mi pueblo, a mis amigos, a la intención de finalmente poder ver prosperar el país que me vio nacer, que no tengan que salir mas personas en busca de un futuro mejor, porque la propuesta de vida que le tiene reservado el país, no colme sus expectativas personales.
No puedo ser parte del silencio y lamento tener que decir estas palabras, pero la realidad equivocada, sumada al curso que están tomando los acontecimientos, me impiden callar.
Hoy no ganó nadie aplacando la voz de cuatro cubanos que quizás son portadores de epítetos poco agradables, pero hay que aprender a escuchar lo que digan los que piensan libremente, cuando así sea, entonces, habremos ganado todos.
Edelberto Díaz Aguilera
10.12.2020