¿Necesitas una pausa?

¿Necesitas una pausa?

Han pasado muchos meses desde que todo inició, más de los que cualquier pronóstico pudo sugerir. Y es que nadie imaginó que en pleno siglo XXI —con tantos avances tecnológicos, con carros que se manejan solos, robots que hacen cirugías a control remoto, capacidad de analizar millones de datos con softwares súper potentes, con más celulares que humanos en el mundo y siendo la generación mejor preparada y con más acceso a la información de toda la historia de la humanidad— un vírus causaría una pandemia que arrasó con la vida de tantas personas y amenaza a los que seguimos aquí.

Muchos hemos reflexionado sobre nuestro estilo de vida, hemos puesto en la balanza lo importante de lo prescindible, hemos extrañado dar abrazos, ver a nuestros seres queridos sin miedo y no perder contacto con la gente que nos importa. Otros no han tenido tanta suerte, el vírus terminó con la vida como la conocían, quizá perdieron su negocio, los despidieron de su empleo o tuvieron que regresar a casa de sus padres porque ya no es rentable "ser independiente". Todos hemos aprendido a hacer sacrificios. Por nosotros mismos. Por los demás. Por la vida.

Tenemos una constante exposición a noticias de todo el mundo y no sé tú, pero a veces siento que sé más de lo que pasa a tres mil kilómetros de mi casa, que en mi propia calle. Incluso estando tanto tiempo en casa, sigo sin conocer a mis vecinos, aunque ya identifico a los que salen a pasear a sus perros, los que compran muchas cosas por internet y los ruidosos (tengo un vecino que se cree Pavarotti y canta FORTISSIMO).

Y a pesar de que posiblemente tienes mucho tiempo viviendo donde mismo, uno va conociendo mejor los sonidos del entorno y el de los demás. Nunca me imaginé que una llamada súper seria e importante sería interrumpida por un perro ladrando a todo pulmón, una moto ruidosa o ¿qué tal el de los colchones que pasa en el momento más inoportuno? Pero nos hemos adaptado poco a poco... y también relajado: ¡Que levante la mano el que ha trabajado en pijama!

Piensa en algo que quieras lograr que no has hecho por "falta de tiempo" (un curso, un libro, ejercicio, arte, you name it). Ahora, piensa en el tiempo que te ha regalado el estar en home office ¿te acuerdas cuánto tiempo tardabas en llegar a tu trabajo?, ¿en llevar a los niños a la escuela?, ¿el trafico de regreso a casa? En mi caso, le gano al día por lo menos una hora, pero esa hora no la estoy aprovechando. Adivina qué estoy haciendo: Dormir.

Compré una pulsera inteligente que me monitorea todo el tiempo el ritmo cardiaco, mi sedentarismo, horas y calidad de sueño y otras cosas, tengo aproximadamente tres semanas usándola y me doy cuenta que duermo mucho y muy mal (*nota aclaratoria: no tengo hijos), pero tampoco estoy descansando, al contrario, me siento más cansada que nunca.

Mis niveles de sueño profundo: Bajos. Continuidad del sueño profundo: Bajo. Sueño ligero: Alto. Sueño REM (ciclo de movimientos oculares rápidos): Alto.

Haz una pausa, obsérvate y sigue avanzando a tu propio ritmo

Sé que no necesitas un monitor 24/7 para darte cuenta cuando algo no está bien, el cuerpo es sabio. Y nos pasa a muchos, estamos fallando en poner límites en muchos aspectos de la vida, no solo al trabajo, a la comida o al ocio y estamos saturando nuestros días sin permitirnos una pausa para refrescar la vista. ¿Te ha pasado que estás enfrascado en un tema que no logras resolver y luego te alejas un poco para atender algo más, cuando regresas tienes ese momento de "iluminación" en el que ves cosas que no veías antes y logras entender cómo solucionarlo? La magia está en hacer una pausa.

Vivimos en una realidad donde el cambio es lo único constante y hay que ser flexibles para adaptarse. Está bien darte un gustito de vez en cuando, no te limites. Está bien no hacer ejercicio todos los días, no te castigues. Está bien decir que todavía no te sientes preparado para salir, no te presiones. Está bien si buscas ayuda de un profesional para mejorar tu estado de ánimo, no te juzgues. Haz lo que necesites hacer para estar bien. Son tiempos difíciles y raros —todos estamos en esto. Pero, tampoco te estaciones en una rutina permisiva tóxica. Tú te conoces mejor que nadie y sabes lo que te hace bien y lo que no, si algo empieza a incomodarte: haz una pausa, obsérvate y sigue avanzando a tu propio ritmo.

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