NI MÁS, NI MENOS

Que no se me malinterprete.

Me daría pena que la gente se hiciese una idea equivocada de mí por lo que vengo contando estos últimos meses en diferentes artículos.

Sólo pretendo mostrar mi parecer acerca de temas y circunstancias que he pasado o me han contado.

No pretendo sentar cátedra, ni vender nada.

Me explico. Hace poco una persona se dirigió a mí medio riéndose y diciéndome que qué hacía yo escribiendo artículos en LinkedIn. Si la risa es uno de los efectos que puedo causar, bienvenido sea. Pero soy libre para expresar y explicar lo que en mi experiencia voy viendo y comprendiendo. Escribir es un ejercicio que recomiendo a cualquiera porque ayuda a profundizar en lo que sucede.

Hoy va de esto. Trabajo en una humilde empresa a la que me he incorporado recientemente. No es Telefónica, ni IBM, ni Price, ni Google, no. Es una calderería que también tiene su derecho a existir y a hacerlo cada vez mejor, una empresa con gente maravillosa que ha tenido a bien contratarme como gerente. Tiene 23 trabajadores que contribuyen con su esfuerzo a sacar adelante un proyecto común. Y si alguien viera la forma de involucrarse de esta gente, no dudaría en apuntarse a nuestro equipo.

Somos lo que somos y sabemos lo que sabemos, pero hay una cosa que pocas veces he visto en otros sitios: el compromiso por aprender a hacerlo mejor. Y jornada a jornada se van conquistando espacios, clientes, rendimientos.

Y todo se debe a que hacemos las cosas como las cuento: planificando, midiendo, sacando productos por la puerta en plazo, comunicándonos de verdad, con pocas reuniones y aprendiendo.

No suelo escribir de lo que no sé. Y me encantaría saber más: de cómo vender mejor, de cómo seducir a los clientes, de cómo minimizar los errores.

El año pasado comencé con un artículo sobre la natación. Fue una sorpresa ver cómo mucha gente leyó el artículo y lo valoró positivamente. Y hablando de natación, puedo asegurar que de la misma manera en que mis resultados en natación han experimentado una enorme mejoría, esta empresa en la que trabajo está experimentado un cambio similar. El espíritu deportivo me ha enseñado que la constancia y la formación continua, así como el esfuerzo por superarte poniendo en práctica lo aprendido, te pueden llevar a donde no imaginabas.

Ahora nado 3000m en una hora. No es ninguna marca considerable, pero me permite hacer cosas que nunca hubiera pensado: travesías en el mar, entrenamientos de hora y media, tener un estado de forma como nunca había tenido, y un equilibrio mente-cuerpo que me hace rendir a tope en diferentes facetas.

Lo mismo pasa con mi empresa.

He aprendido que se puede seguir aprendiendo y que con la práctica puedes desarrollar niveles aceptables de competencia en facetas inexploradas. Niveles que te permiten hacer lo que no imaginabas.

No soy ni más ni menos por compartir mis ideas en Linkedin, pero soy muy afortunado de ver cómo hay artículos que leen cientos de personas. Y de ver cómo mi empresa va mejorando.

Y sí. Sigo yendo al trabajo en patinete. Eso es lo que soy: el gerente del patinete.

Ni más.

Ni menos.