No nos salen las cuentas.

No nos salen las cuentas.

 España, 28 de Julio de 2023.


Han pasado 5 días desde las elecciones generales y, aunque tengamos la casi inviable posibilidad de que algo cambie gracias al voto CERA y el escrutinio de las elecciones generales, los principales derrotados somos los ciudadanos de a pie.

El pasado domingo era el momento perfecto para que el panorama de nuestro país por fin fuera diferente pero nos equivocamos (y mucho).


Hemos asistido a una campaña electoral muy poco preparada (casi me atrevería a decir que totalmente improvisada) debido a que, 24 horas después de las elecciones municipales, se convocaban unas elecciones generales que hacían augurar unas semanas frenéticas a todas las formaciones políticas.


A partir de ese momento fueron apareciendo escenas poco más que curiosas, desde presentar un programa político en una playa artificial creada en el centro de Madrid hasta utilizar una frase espontánea que un ciudadano de a pie escribió en un pedazo de cartón meses atrás como arenga a las masas de gente que llenaban cada acto.

Varias lonas han cubierto edificios enteros en Madrid en un intento de atacar, desacreditar o ningunear a unos y a otros mientras España se preparaba de nuevo para volver a decidir qué papeletas metían en las urnas.

Todos pensábamos que el día 23 de Julio el rumbo de nuestro país cambiaría pero lo que no imaginábamos es que no sólo no iba a cambiar, sino que íbamos a encontrarnos de frente un escenario mucho peor.

Y sí, la victoria ha sido del Partido Popular, han sido la lista más votada pero han hecho una campaña apelando a un "voto útil" que ninguneaba, demonizaba y destrozaba a la única formación política dispuesta a tenderle la mano en caso de necesitar un pacto de Gobierno. Esa campaña de ninguneo ha provocado que Vox continúe como tercera fuerza política de nuestro país, pero con un gran batacazo en su número de escaños pese a no haber bajado mucho en numero de votos, pero aún así insuficiente para poder siquiera pensar en una coalición de la derecha.

En cambio, esa noche sí hubo una gran celebración, pero no en la calle Génova (que también, había que amortizar la cantidad de confeti, aunque la cara de Díaz Ayuso reflejaba más bien lo contrario), sino en la calle Ferraz, donde el PSOE celebró sus resultados como si de una Champions se tratara. Obviamente, ¡cómo no iban a celebrar! sabían perfectamente que los próximos 4 años seguirían al frente del Gobierno y que ya contaban con los apoyos suficientes.

Ahora bien, después de estos resultados, sólo se presentaba un escenario ante nosotros: la llave de la gobernabilidad de España recae sobre las formaciones nacionalistas y regionalistas vascas y catalanas, las cuales (aunque sólo suman un par de millones de votos entre todas) ahora mismo, se frotan las manos sabiendo que van a poder exigirles lo imposible a quienes intenten contactar con ellos para pedirles su apoyo.

En estos momentos, en medio de todo el caos generado por la incertidumbre, sus Señorías viajan a sus lugares de descanso vacacional, dejando al país sumido en una profunda crisis política y mientras el futuro de España pende de un hilo a la espera que algún nuevo "Gobierno Frankenstein" o, como única opción, una hipotética repetición de elecciones a finales de este año.

Lo único que sí tenemos claro todos los españoles, que este año miramos más que nunca dentro de nuestra cartera o en la cuenta de ahorro para poder soñar con la suerte de unas vacaciones (por muy cortas que sean), es que no nos salen las cuentas.

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