¡Nos vemos en tribunales!

¡Nos vemos en tribunales!

Cuando alguien dice ¡Nos vemos en tribunales! a mi me parece que no tiene la menor idea de lo que está diciendo, inclusive si es abogado pero no postulante.

Irse a juicio (significa pleito, estrategias, guerra) es como entrar a una puerta que conduce al sótano en caída libre y caer 10 pisos, cuando menos, puesto que es bajar a lo más profundo, oscuro y desconocido de un hoyo negro 🕳️ ⚫ para llegar a un lugar en donde tardarán varios años para que las partes contendientes en un juicio puedan volver a salir y mirar la luz, con la posibilidad, además para uno de ellos de que el resultado del juicio le sea adverso, lo que de suyo sería doblemente trágico porque en los juicios no existe el empate; de ahí que los juicios invariablemente son suma cero o lo que es lo mismo perder-perder.

Cuando surge un litigio hay dos cosas que invariablemente se ponen a prueba: primero.- la habilidad y destreza del abogado postulante para desarmar al abogado de su contraparte con miras a obtener un resultado satisfactorio en el juicio; y segundo.- la capacidad económica del cliente para pagar los honorarios hasta llegar a la última instancia después de muchos años. Superadas ambas pruebas, el resultado es un litigio que pierde sentido en su razón original, puesto que este tipo de litigios se convierten en victorias pírricas, aparte de que la ejecución de la sentencia es otro calvario por recorrer.

Es frecuente que los protagonistas de un conflicto cuando están molestos y muy enojados se amenacen entre si con demandarse porque no tienen idea del potencial riesgo que eso significa; sin embargo, una obligación ética del abogado es alertarle (explicarle bien y detenidamente) a su cliente lo que realmente conlleva entrar a un proceso judicial con los daños directos y, sobre todo, los daños colaterales que el mismo irremediablemente tendrá; de modo que, lo mejor sería tratarlo de persuadir de buscar un acuerdo negociado desde la cooperación y no desde la confrontación.

Desde 1850 ya lo decía Abraham Lincoln (quien, por cierto era abogado): "Desalentad los litigios ..." Como abogado, tienes que disuadir a tu cliente de irse a litigio porque le tienes que hacer ver que en ocasiones, el ganador solamente es un ganador nominal; es decir, que la sentencia que obtuvo existe de nombre, pero no en la realidad porque el conflicto va a continuar.

Es labor del jurista convencer a su cliente (educarlo, si es necesario) que el mejor juicio es el que no se tiene. Explicarle que en México los juicios se tienen que ganar dos veces, primero en la sustancia y luego en la ejecución, ya que después de haberlo ganado como dicen los abogados americanos "good luck on recovery" (suerte en la recuperación), porque probablemente ya no hay nada por recuperar.

Existen miles, no, mejor dicho, millones de personas o empresas que de haber recibido una explicación seria, amplia y minuciosa de sus abogados sobre los riesgos gigantescos que un litigio tiene, los tiempos que toma su resolución definitiva y la enorme incertidumbre que conlleva, en su momento, estoy seguro que hubieran rechazado contundentemente presentar una demanda y entrar a un proceso judicial sin pasaporte de salida; sin embargo, hoy están inmersos en un largo y costosísimo litigio atrapados en el sótano de la obscuridad sin la posibilidad de salir pronto y, bien librados 🥶🙆🏻 ♂️🙆🏻 ♀️.

Concluyo, parafraseando a Alejandro Nieto, "El buen abogado no anima al cliente a ir a juicio ni le promete victoria alguna; el buen abogado no es agresivo, sino paciente, no busca la pelea, antes al contrario, la evita; no está para atacar ni para defender, sino para mediar y prevenir."

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