Noviembre En la Lupa 🔎: actividad inauténtica, discursos negacionistas en redes y el reto del periodismo.
Uno de los grandes retos de las plataformas de redes sociales es la actividad inauténtica. Desde la adopción masiva de Twitter a mediados de la década pasada, el objetivo de posicionarse en la conversación pública a toda costa se volvió prioridad para todos. Los bots, las bodegas, los influenciadores a sueldo y las tendencias ‘cocinadas’, son el síntoma crónico del interés común de figuración que tienen gobiernos, campañas, organizaciones y marcas.
En la misma medida en que se sofistican la tecnología y las estrategias para detectar estas operaciones, los actores interesados en jugar con el sistema buscan nuevas formas para inflar su presencia en línea y asomar la cabeza en medio del ruido y la cacofonía. Pero estas dinámicas son también una consecuencia obvia de los ofrecimiento e incentivos de las redes sociales. Si el objetivo es tener ‘engagement’ sin importar el contenido ni las formas, los actores van a optimizar para ese fin. Dicho de otra forma, no es un error sino una característica.
Linterna Verde suele encontrar con frecuencia indicios de coordinación inauténtica en muchas conversaciones en línea. Si bien la fragmentación de los espacios y la restricción en el acceso a los datos de las plataformas hace más difícil el diagnóstico, las señales abundan: mensajes que se publican de forma sincronizada, cuentas gemelas, etiquetas comunes y narrativas que parecen dictadas por un director de orquesta, entre otros.
En alianza con la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), llevamos más de un año observando conversaciones en X a partir de mensajes del presidente Gustavo Petro. En al menos un episodio –el posicionamiento de #CaracolMiente– los elementos de coordinación saltan a la vista. En otras –#PeriodismoMossad y ‘Muñecas de la mafia’–, el megáfono del Presidente se convirtió, sobre todo, en el origen de mensajes agresivos, estigmatizantes o abiertamente violentos.
La actividad inauténtica, conocida también como operaciones de influencia, tiene como fin copar o desviar la atención, inundar una discusión relevante o minar la credibilidad de quienes expresan opiniones o difunden informaciones. Si a eso añadimos el propósito de amedrentar e intimidar, nos encontramos con un coctel tóxico. ¿Qué responsabilidad le caben al Presidente, sus aliados y el gobierno por habilitar y fomentar un debate público en estos términos? ¿Qué implica el posible uso de recursos públicos para este fin?Les dejo la invitación para que lean ‘Anatomía de un hashtag’, el informe de la FLIP sobre el tema que contó con nuestro apoyo. El País también hizo una nota basada en nuestros datos enfocada en el caso de ‘Muñecas de la mafia’.
P.d. El 28 y 29 de noviembre reunimos a un grupo de integrantes de la sociedad civil, periodistas e investigadores, para hablar de datos, ética y plataformas. Durante este espacio charlé con Fernanda Martins, de InterLab Brasil, y Víctor Hugo Ábrego, de SignaLab México, sobre la causa de los datos. Acá pueden ver la conversación.
Carlos Cortés, Director Ejecutivo
Circuito es nuestra iniciativa de información y análisis sobre la intersección entre tecnología y democracia en América Latina. En cada edición de En la Lupa, podrá encontrar puntos clave sobre los principales debates alrededor de la libertad de expresión en línea, la inteligencia artificial, la economía de la atención y la regulación de las plataformas.
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¿Qué pasa con los discursos negacionistas en redes? Una mirada al caso de los ‘falsos positivos’ en Colombia
A comienzos de noviembre, el congresista colombiano Miguel Polo Polo publicó un video en el que tiraba en una bolsa de basura las botas de caucho con el que las madres de los civiles ejecutados extrajudicialmente por el Ejército –conocidos como ‘falsos positivos’– conmemoraron a sus familiares.
Según Polo Polo, su acto estaba respaldado porque las instituciones colombianas no habían logrado identificar uno por uno a las 6.402 personas que fueron asesinadas con esta práctica, una cifra incluida en el informe final de la Comisión de la Verdad.
La disputa sobre la cantidad de víctimas de los ‘falsos positivos’ no es nueva, pero ha escalado en los últimos meses en redes sociales. Aunque las principales plataformas prohíben contenidos que nieguen eventos violentos comprobados o que se burlen o ataquen a las víctimas, estas reglas están pensadas para otros tipos de contextos, como el Holocausto o los tiroteos masivos en Estados Unidos. Además, en plataformas como X, hay poca o ninguna voluntad para hacer cumplir estas políticas.
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3 preguntas para Laura Ardila Arrieta
¿Cómo ha sido tu experiencia en redes sociales al exponer críticas contra el gobierno?
Lamentablemente, como le ocurre a muchísimas otras colegas, cada vez que escribo algún tipo de crítica al gobierno en redes sociales, y puntualmente en X, a veces no tiene que ser ni siquiera una crítica explícita. Simplemente con postear alguna historia periodística que no sea beneficiosa para el gobierno, ya se vienen el clásico insulto y la clásica descalificación, no solo al trabajo, sino también en lo personal. Palabras como “perra”, “basura” o, de vez en cuando, “muñeca de la mafia” ya se vuelven parte del paisaje. También le hacen a uno el típico reclamo: “Bueno, ¿y por qué dices esto, basura del gobierno, y no lo dices de la orilla contraria?“. Me parece curioso que este odio no solo venga de las bodegas o de las personas afines al gobierno, sino también, a veces, de la orilla contraria, es decir, de la derecha. Cuando uno hace críticas al gobierno, le dicen: “Bueno, pero basura, tú votaste por esto, petrista”.
¿Por qué es importante que un mandatario cuide el lenguaje con el que responde a las críticas de los medios de comunicación?
Esto ni siquiera es una opinión, porque la misma Corte Constitucional lo ha afirmado: no solo el presidente, sino todos los funcionarios públicos están en la obligación de dar un uso responsable a sus redes sociales y de ser cuidadosos con lo que dicen sobre otras personas públicamente, porque evidentemente tienen más impacto que cualquier otro mortal. Ellos tienen seguidores; personajes como el Presidente de la República tienen muchísimos seguidores, muchísimas personas afectas, y cualquier cosa que digan puede llegar a incentivar actos de acoso, de violencia digital o incluso de violencia física.
¿De qué manera las agresiones en línea contra periodistas afectan especialmente a mujeres que ejercen el oficio? ¿Existe riesgo de autocensura?
Mi trabajo fue objeto de una gran campaña de desprestigio en la red social X el año pasado, y yo te puedo decir, desde lo personal, que todas estas agresiones digitales generan un estado de zozobra absoluto para uno, de ansiedad y todas sus consecuencias, o sea, insomnio y un temor permanente. Hay un temor que se extiende a la familia, que está viendo todo el tiempo lo que están diciendo de uno en redes sociales. También hay un miedo que se instala en uno, el de que toda esta violencia digital —todas estas amenazas y todas estas intimidaciones— pase de lo digital a lo físico.Además, hay un asunto que, a mí, me parece muy triste: cuando uno alza la mano para quejarse, muchas veces las personas que uno tiene al frente ya han naturalizado la situación y se sorprenden de que uno se afecte tanto con este tema. Lo que suelen decir es: “Bueno, sálgase de redes”, como si eso fuera tan fácil, ¿no? O como si al hacerlo se desactivaran todos esos temores. Entonces, diría eso. Y diría que, por supuesto, todo esto genera una primera consecuencia: la autocensura. Lo primero que uno piensa es: “Bueno, voy a bajarle al tema, no voy a responder o voy a dejar de hablar de ciertos asuntos para ver si así se desactivan los "odiadores" digitales.
Provocaciones 🌶️
Lecturas, podcasts y recursos que enriquecieron nuestra mirada durante este mes:
¡Nos vemos en diciembre!
Abogado y periodista
3 semanasOperaciones coordinadas y la causa de los datos en el boletín de Linterna Verde. Recomendado 👇🏽