NUESTRAS MOCHILAS EMOCIONALES

NUESTRAS MOCHILAS EMOCIONALES

Todos cuando nacemos venimos al mundo desnudos, sin carga aparente, sin ropajes ni elementos que dificulten ese nacer.

A lo largo de nuesra vida, con nuestro crecimiento, nos colgamos (o nos cuelgan) sin saberlo una mochila que en lugar de llevar pan y buen vino, para el camino, se va cargando con piedras pesadas, que van aumentando nuestro peso, nuestra carga, poco a poco de tal forma que casi ni nos damos cuenta de ese pequeño aumento. Pero es acumulativo, es decir, va siendo cada vez mayor conforme añadimos nuevas piedras.

Esas piedras son emociones negativas, fruto de experiencias, ideas, pensamientos repetidos, “consejos” recibidos, amores perdidos, frustraciones, miedos y un largo etcétera., que nos va acompañando en nuestro crecer, en la educación que recibimos, aunque sea realizada con la “mejor intención”. Asi, el miedo, la ira, la culpa, la falsa humildad, la necesidad de afecto, por nombrar sólo algunas de esas piedras, se convierten en nuestra carga personal, propia e insustituible de tal forma que casi creemos y llegamos a pensar que ese peso es el nuestro, el real, el verdadero, aunque nos duela y fatigue. Y así caminamos todos los días tomando por “normal” lo que es “añadido”.

Pero, ¡ay!, llega un momento en el cual esas mochilas están llenas hasta rebosar y entonces esas piedras comienzan a caer de las mismas, y alguna incluso nos da en el pie y sentimos el dolor, nos desbordan las emociones y creemos que algo nos ha ocurrido de repente, sin darnos cuenta precisamente de toda la carga que desde casi siempre nos ha ido acompañando en nuestro diario devenir.

No es asi, podemos dejar a un lado esa carga, tan sólo necesitamos seguir los siguientes pasos:

1) Darnos cuenta de que tenemos esa mochila en nuestra espalda (interesante sería en otro momento hablar del simbolismo de la espalda, sus dolores y lo que a ella nos echamos a cuestas).

2) Ver, con absoluta certeza, que esa mochila no es nuestra, que no está pegada sino sujeta con tirantes que podemos soltar.

3) Soltarla sin miedo, con decisión.

4) Ver que el vacio que aparentemeten se instala en nosotros es una sensación absolutamente normal: no obstante hemso llevado esa mochila durante muchos años y creíamos que era parte nuestra.

5) Permitirnos experimentar y sentir la nueva ligereza.

6) Probar, intentar nuevos acrcameintos, nuevos desplazamientos si me permitís la expresión, ya sin la carga-

7) Por último, ser lo suficientemente cuerdos y sensatos, valientes, para pedir ayuda. Hay técnicas, procedimientos, que pueden cumplir esa función de ayuda de forma admirable pero siempre la decisión depende de ti, el primer paso debes darlo tu. Es como cuando quieres beber agua: puedes poner el vaso bajo el grifo pero si tu no lo abres, si no realizas esa pequeña función, el agua no saldrá y tu sed seguirá igual.

Un saludo cordial.

Juan Pedro.

elalmadeeft@gmail.com

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