NUEVA FAUNA EN LA WEB, ESPECIALMENTE RRSS

NUEVA FAUNA EN LA WEB, ESPECIALMENTE RRSS

Sabemos que las redes sociales son el entorno predilecto para las campañas de violencia, humillación y escraches, los vemos en Twitter, Instagram y Facebook con naturalidad, suelen tener un gran número de lectores (contactos, seguidores) tienen el poder de poner a cualquier persona frente a una multitud de jurados virtuales que en su mayoría emiten veredictos lapidantes contra quien se juzga simple y llanamente por su afinidad con el usuario hostigante, no tiene intenciones de razonar; no desea llegar a un acuerdo con los demás, ni siente culpa por las consecuencias de sus ataques, un paso en falso, un error, una fotografía, un vídeo o simplemente la expresión de una idea son suficientes para desatar una guerra de humillación, reclutan a sus lectores/seguidores a sumarse al ataque, multiplicando así su capacidad vulnerante.


Utilizan la tecnología para amenazar, avergonzar, intimidar o criticar.


Para muchos acosadores adultos, el viaje comienza en un hogar con problemas.


«Ciertamente, hay cosas como la educación», dijo Sutton. «Tal vez tenían a su alrededor modelos a seguir que trataban a los demás con falta de respeto y aconsejaban que para salir adelante en la vida deberían aplastar a los demás y tratarlos como basura»


Realizan numerosos comentarios negativos con el objetivo de desprestigiar a la empresa a o a una persona o un grupo de personas dañando su reputación.

Se desahogan con el dolor o la angustia de otras.


LAS CULPAN DE SUS FRACASOS, FRUSTRACIONES Y CARENCIAS.


Muchos acosadores cibernéticos intentan dañar la reputación de su víctima y poner a otras personas en su contra.

Publican información falsa sobre ellos en sitios web.

Pueden crear sus propios sitios web, blogs o páginas de usuario con este fin.


Publican denuncias sobre la víctima en grupos de noticias, salas de chat u otros sitios que permiten contribuciones públicas, muchos cyberstalkers intentan involucrar a terceros en el acoso.


Pueden afirmar que la víctima ha dañado al acosador o su familia de alguna manera, o pueden publicar el nombre y el número de teléfono de la víctima para alentar a otros a unirse a la persecución.


El acosador cibernético afirmará que la víctima lo está acosando.

SON PROYECTIVOS.


Se encuentran o se dirigen a sus víctimas mediante el uso de motores de búsqueda, foros en línea, boletines y foros de discusión, salas de chat y, más recientemente, a través de comunidades.

Es posible que las víctimas del acoso cibernético ni siquiera sepan que están siendo acosadas.


¿De verdad crees que cualquier persona en su sano juicio querría entrar en un foro de discusión, con el único propósito de iniciar una discusión, si no fuera un enfermo mental?


Análisis criminológico de la paranoia querulante, una psicopatología jurídica que lleva a plantear, de forma recurrente e irracional, denuncias y litigios.


Una forma de extorsión donde los denunciados son verdaderas víctimas.


Hay personas que creen con certeza absoluta que son objeto de una conspiración, que están siendo perseguidos, calumniados, injuriados, espiados e incluso vetados en su ámbito profesional.


Son protagonistas de un irrefrenable sentimiento de sentirse herido, injuriado, ofendido o acosado.


Cualquier trivialidad la convierten en una conducta delictiva contra su persona lo que les lleva “reiteradamente a hacer uso de acciones legales apelando no solo a los tribunales sino también a otras instituciones gubernamentales para lograr una satisfacción como víctima de un injusto penal que en realidad no existe”


Carlos Pérez Vaquero, escritor y jurista, explica que la querulancia es una psicopatología jurídica.


Según la RAE la psicopatología estudia las causas y la naturaleza de las enfermedades mentales y en este caso dicha patología está relacionada con el derecho de modo que el delirio querulante es un comportamiento motivado por un trastorno mental que tiene incidencia en la administración de justicia. Cesar Herrero Herrero (2007) la denomina “manía justiciera”.


En cuanto a la definición de querulancia la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA) determina que es:


1.    El ansia de pleitear.

2.    Una forma de paranoia que lleva a plantear, de forma recurrente e irracional, denuncias y litigios.

3.    Tendencia patológica hostil y reivindicativa de los sujetos que se consideran agraviados y sienten que se subestima el perjuicio causado. Es un síntoma de la psicosis reivindicadora. Se encuentra en los paranoicos que llegan a arruinarse pleiteando o incluso llegan a cometer crímenes para vengar su presunta injusticia.


Los sujetos querulantes provistos de documentos, escritos, recortes de prensa, certificados médicos, fotografías o pantallazos de sus redes sociales acuden con arrogante ímpetu a la policía y al juzgado porque estas disputas legales o litigios ocupan gran parte de su tiempo dando sentido a su NULA vida social.


Sin embargo en ningún momento aceptaran una conciliación, porque lo que buscan no es justicia, sino que se les dé la razón, su razón.


SON NARCISISTAS Y EGOCÉNTRICOS.


Algunos de estos sujetos además son mitómanos (adornan exageradamente su verdadera profesión, se inventan un estatus social que no tienen o méritos académicos inexistentes) y llegan a denunciar a otras personas con una falsedad que raya el delirio, de modo que en muchas ocasiones la admiración y el afecto que se les inspiraba una persona se transforman en infundios, calumnias y denuncias reiteradas convirtiéndose en feroces victimarios.


La peor de las motivaciones de un querulante es la envidia patológica.


En la mayoría de los casos la relación con la persona/s que denuncia es muy compleja y ve en su “víctima” características o virtudes que para el son inalcanzables de modo que utiliza la justicia para minar su reputación o su puesto profesional ya que considera que no lo merece con el único objetivo de obtener un beneficio de ello en algún momento de debilidad del denunciado o víctima.


No desea lo que tiene la persona a la que denuncia, sino que esa persona lo pierda.


Habitualmente prefieren la denuncia, porque el coste es muy inferior y además les ocupa poco tiempo, a la querella puesto que esta ya supone no solo una personación legal sino un planteamiento acusatorio más exigente con pruebas que demuestren no solo su victimización sino que realmente se ha cometido un delito que vulnere sus derechos.


Los querulantes son “ladrones del tiempo” de sus víctimas ya que son ellos los que intentan marcar el ritmo de las actuaciones, aplazando y suspendiendo declaraciones, cambiando de letrado en el último momento, recurriendo las resoluciones del Juez, aportando informes médicos y todo ello con la finalidad de vulnerar y atentar no solo a la defensa de los intereses de la persona denunciada, sino también a sus derechos.


Algunos de estos querulantes, llegan a alardear en sus redes sociales, de haber denunciado o haberse querellado contra determinadas personas para así victimarse ante sus seguidores y ser, una vez más, el centro de atención.


Sin embargo, las denuncias falsas no son su único modus operandi: insidias, infundios, intoxicaciones a terceros, escritos a la prensa, escritos a sus puestos de trabajo, injurias, calumnias, amenazas en sus redes sociales a los denunciados surgen en torno a él y a los terceros con los que se relaciona.


A un querulante no le frenan ni las costas procesales, ni los consejos de sus abogados ni las derrotas judiciales porque considera que son los demás quienes fallan: la justicia, los jueces e incluso sus propios abogados.


En muchas ocasiones no aceptan las sentencias o resoluciones judiciales al no ser favorables a sus intereses e incluso están convencidos de la connivencia del juzgador con la parte denunciada llegando en ocasiones extremas a considerar al propio Juzgador un incompetente e incluso a su propio letrado.


Las personas querulantes parten de una base errónea ya que distorsionan la realidad, porque aunque haya algo de verdad la exageran superlativamente.


El juez y filósofo judicial norteamericano Billings Learned Hand (1872-1961) dijo que “Si yo fuera un litigante temería a un pleito por casi sobre todas las cosas, salvo la enfermedad y la muerte”.


Los abogados sabemos de sobra el enorme desgaste y penoso deterioro que el litigar supone.


Pese a ello, hay personas que, sienten por los litigios una “loca atracción y una irrefrenable propensión”.


Toda disputa la consideran apropiada para llevarla al juzgado, todo les parece motivo de reclamación ante los tribunales.


Como dice Don Julio Picatoste Bobillo, Magistrado de la Audiencia Provincial de Pontevedra y Profesor de Derecho Procesal de la Universidad de Vigo

“demando luego existo; denuncio, luego soy”.

Desde un punto de vista criminológico podemos determinar que el perfil del querellante patológico o querulante es el siguiente:

·       Suelen ser personas con un sentido idealizado de la justicia, solitarios, aislados y con un desarrollo afectivo muy pobre.

En algunos momentos pueden llegar a ser tremendamente insolidarios y tramposos.

Los malos siempre son los demás. (Carmen Sáenz Buenaventura, 2014).

·       En muchas ocasiones el querulante es capaz de denunciar falsamente los delitos que él mismo comete.

·       Muestran una gran desconfianza y son suspicaces, malpensados, incluso ante las razones de un gesto tan simple como un saludo.

·       Amorales ya que intentan obligar a los demás a respetar unas normas legales que ellos no respetan.

·       Estructura de su personalidad y comportamiento psicopático o sociopático generalmente respaldado por una activa inteligencia y una sobrevaloración de sus propios derechos en perjuicio de quienes le rodean, y especialmente de sus denunciados.

·       Proyecta sus culpas y deficiencias sobre los demás solicitando una réplica inmediata y favorable a lo que plantea.

·       No tiene el menor recato en acusar sin pruebas, difamar, insultar, amenazar y denunciar a aquellos que considere están vulnerando sus derechos.

·       Activo defensor de su propia causa llegando a convencer y captar “adeptos” en su insistente lucha contra lo que considera una injusticia contra ellos.

·       Móviles egocentristas.

·       Utiliza todos los medios a su alcance: mentiras, la simulación y la manipulación de los demás.

·       Tendencia a identificar cualquier dificultad con la que se encuentran como una conspiración o una trama contra ellos.


En muchos juzgados, comisarías y cuarteles o dependencias policiales se conoce bien a más de un querulantes, siendo particularmente peligrosos los que consiguen establecer vínculos afectivos, de amistad o de interés porque posteriormente no dudarán en utilizarlos para reforzar el proceso inquisitivo de alguna de sus denuncias falsas.


Los querulantes que pierden en su denuncia impugnan la equidad de los jueces, denuncian su corrupción, la mala fe de la parte contraria, multiplican las apelaciones, inflan sus legajos, acumulan insultos y calumnias e incluso rehúsan someterse a la autoridad.


Generan daños colaterales a su familia, a sus amigos y en ocasiones provocan una reacción de sus denunciados tras el archivo de las actuaciones de modo que estos litigantes con frecuencia no se libran de las consecuencias de su propia locura.

El gran problema de los querulantes, es que cuando tengan razón de verdad, cuando sean sujetos pasivos de un ilícito penal y luchen por obtener justicia solo obtendrán indiferencia.

Ya nadie les creerá.


No debemos olvidarnos de las personas que han sido falsamente denunciadas, sin que hayan cometido ningún tipo de delito.

Estas personas han de pasar por declaraciones ante un juez, por suspensiones de las mismas a petición del denunciante horas antes, por dilaciones preparadas por el querulante, por ser objeto de comentarios de terceros y sobre todo por ser “condenados” por ciertas personas sin ni siquiera haber sido juzgados.


Estos sujetos son víctimas que tienen derecho a un resarcimiento económico y moral por el tiempo perdido, por el atentado contra su derecho al honor y a la propia imagen y por haber pasado por la tensión psicológica que supone estar denunciado sin haber cometido ningún ilícito penal.


Incluso, me atrevo a decir que tienen derecho a una disculpa y a una rectificación pública por parte del victimario.


LA NOTA NO ES DE MI AUTORÍA, PERO ÚLTIMAMENTE ME ESTOY CRUZANDO CON SUJETOS CON ESTAS PATOLOGÍAS.

MITÓMANOS, INSIDIOSOS, Y PRINCIPALMENTE MAESTROS EN EL ARTE DE LA MANIPULACIÓN Y VICTIMIZACIÓN.


ALÉJATE DE ELLOS.


Y SI INSISTEN, COMBÁTELOS.


PRESERVA TU DIGNIDAD!

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