Observatorio de lo Invisible. Mi experiencia.
📸Peca Macher

Observatorio de lo Invisible. Mi experiencia.

Ha pasado una semana. Llegué sin saber a lo que iba. Fue por un cartel en la biblioteca que llamó mi atención hace poco más de un año. Más que el cartel el nombre, Observatorio de lo Invisible, ponía. Como cualquier persona con curiosidad, lo googlee y le di a seguir en la cuenta de Instagram. Los vídeos me parecieron muy atractivos, en ellos se veía gente que hacía cosas muy creativas. Me gustó. Ofrecían talleres a elección, performance -ni hablar, mi cuerpo no me obedece- música -disfruto escuchándola pero no soy capaz de producirla-, no soy pintora, no soy escultora, no soy actriz y finalmente, no soy artista. Disfruto del arte, dicen que tengo buen ojo y sensibilidad, soy creativa, pero de ahí no paso. Soy arquitecta. Por lo que no encontré mi espacio ese año en la oferta. Coincidentemente, en esta versión 2024 encontré mi lugar: Arte y comisariado. Hice un master en comisariado y me considero, además de arquitecta, comisaria. Esta vez tenía un taller en el que encajar! Apliqué. En un primer momento pensé que por mi edad no pasaría el filtro. Pero como no hay peor gestión que la que no se hace, escribí la carta de motivación. Fui admitida. Hice el pago, y un par de semanas antes me comunicaron que no se daría el taller al que me había apuntado. Me daban la posibilidad de pasar a otro taller, o que me devolvieran el dinero. Me lo pensé. Ya tenía el compromiso hecho y la mente puesta en esa semana en Valladolid. Acepté pasar a pintura, además el taller lo daba Miki Leal, un pintor con trayectoria.

Llegó el día, lunes 22, y después de conducir más o menos cuatro horas, llegué al Monasterio de la Santa Espina. Me esperaban siete días de convivencia con artistas. Me encontré con gente de todas las edades. Soy abuela, así que varios de mis compañeros tenían la edad de mis hijos y algunos eran hasta más jóvenes que ellos. El espacio que nos congregó fue un edificio del siglo XII en el que se respiraba el cristianismo a través de cada piedra. Sin embargo, la fe no era lo que nos reunía. Habíamos los creyentes, quienes dejaron de creer y quienes nunca creyeron. El hilo conductor era nuestra pasión por la belleza. Y me atrevo a pensar que allí está la magia de lo que vivimos, allí está el camino hacia lo invisible. Éramos todos muy diferentes y a la vez muy iguales. Nuestra mirada encontraba personas, más allá de nombres famosos o cargos importantes. 

Sufrimos incomodidades, considero que ya no soy tan joven como para soportar una mala cama, calor, compartir un baño con desconocidos o comida que no es de mi agrado. Parte de la magia fue que eso no me importó tanto y disfruté como una niña. Fui una niña con la madurez que dan los años. Las veladas artísticas me recortaban horas de sueño porque, estaba de pie a las 7:30 am y mi despertador fue el canto de los pájaros que entraba por la ventana  y no es una frase romántica.

En el taller de pintura que lideraba Miki Leal, fuimos todos exploradores. Hasta el propio líder se convirtió en un explorador para encontrar la luz en cada uno de nosotros. Siete días bastaron para que nuestro grupo dejara de estar compuesto por una serie de curiosos para convertirse en una fraternidad. Cantos, performance, poemas…rezos, llantos, miradas hacia dentro y hacia fuera. Frustraciones, risas, aciertos, conversaciones en el bar, en el café, en las comidas. Cada quien llevó consigo su propia mochila de vida, unas más pesadas y otras menos. Muchos no nos habíamos cruzado nunca en la vida pero de pronto percibíamos que había mucho en común y era como si nos conociéramos de siempre.

Una semana después, sigo vibrando y tratando de procesar lo que viví. No es simple emoción pasajera, es algo mágico, he podido percibir lo invisible que hay en mi y que existe en los otros. He descubierto ese espíritu que se hace evidente cuando, a través de la belleza, se descubre con la mirada la bondad y se llega a la verdad. Como dice Pablo D’Ors, no es el conocimiento lo que nos hace fecundos, sino la fecundidad la que nos da el conocimiento. (1)

Llegué sin saber a lo que iba y he salido sin saber a que fui ni a dónde iré. Lo que sé es que hay algo que ha cambiado en mi. Es la mirada, hacia eso que es Invisible.

(1) D’Ors, Pablo. Biografía de la Luz. Galaxia Gutenberg. Barcelona2021.

Agueda T.

Directora Financiera

4 meses

Deliacir Macher Jiménez eres fantástica ! Tienes un don y da gusto escucharte. Gracias

¡Qué inspiración! 👏👏👏

Bettina Ingham

Directora de ExplorArte

4 meses

¡Qué bien descrito Peca!!!! Coincido contigo 100% y aprovecharé tu texto para compartir mi sentimiento. Ha sido una semana mágica.

Inicia sesión para ver o añadir un comentario.

Otros usuarios han visto

Ver temas