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Hay creativos con la suerte de convertir a sus amigos imaginarios en su familia real. Tal fue el caso de Stan Lee, que hizo de Marvel Comics -una pequeña casa publicitaria- un templo para quienes gustan eso de pactar con la ficción. La conmoción por su partida no tiene edad: hasta en el más apartado rincón del mundo, hoy hay un fan de sus hazañas renuente a creer que un creador de héroes como él no fuera inmortal. Crear para no morir jamás.