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Hay dos situaciones que atentan contra la producción creativa: tener acceso a internet, y no tenerlo. Ocurre que es muy sencillo perder el foco atendiendo a la tentación del contenido, como es alta la probabilidad de atascarse sin una puerta a un dato específico, que ayude a completar una idea. Todo parece apuntar a la disciplina, a fijarse metas de desconexión sin necesidad de mudarse a un templo budista. Crear también es domesticar ese encierro.