Ordinarios pensamientos de un extraordinario emprendedor

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Capitulo XXI: En los zapatos de otros

El día había llegado, y en una ubicación alejada de la ciudad se daban cita los aventureros más experimentados en "Le club du livre fumeé". Para el joven emprendedor y el Buen Chad, llegar a este lugar representaba un largo viaje de al menos 8 horas, según la ruta trazada por el Buen Chad. Durante el viaje, parar para alimentarse era una necesidad, ya que las circunstancias de la ruta no ofrecían opciones de comida caliente, de buen sazón y abundante.

"Podemos preparar la comida que empacamos antes de salir aquí", comentó el joven emprendedor al ver una pequeña cabaña blanca, atendida y cuidada por dos personas locales de edad avanzada. Amablemente, estas personas ayudaron a los jóvenes aventureros a calentar su comida y compartieron algo de lo que tenían almacenado en su cocina en la amplia cabaña en la que se encontraban.

Al terminar de consumir los alimentos, ambos aventureros agradecieron y procedieron a caminar por las calles del pueblo hasta llegar a las orillas de una carretera principal. "Si esperamos aquí unos minutos, puedo conseguir un transporte que nos llevará justo frente al Club", comunicó el Buen Chad al joven emprendedor, quien estuvo de acuerdo en tomar un breve descanso mientras esperaban junto a uno de los altos y verdes pinos que abundan en los bosques de los pueblos del norte.

Después de unos minutos de espera, llegó el transporte: un camión de pasajeros de tamaño considerable. Las puertas se abrieron, y los jóvenes aventureros dieron las gracias antes de subir a bordo y acomodarse en uno de los asientos del autobús, donde ya había más personas viajando en la misma dirección.

Durante el viaje, el Buen Chad le preguntó al joven emprendedor: "¿Todos los humanos ayudan a otros humanos como lo hicieron la pareja de la cabaña y el conductor con nosotros?". El joven emprendedor, con una sonrisa en el rostro, reflexionó y respondió: "En gran medida, a medida que los humanos crecen, desarrollan un grado de empatía hacia otros. No estoy seguro de qué lleva a tener un alto o bajo nivel de empatía hacia los demás, pero puedo decirte que las personas más experimentadas, aquellas que han vivido la vida al máximo explorando nuevos lugares, conociendo a otras personas, sumergiéndose en diferentes culturas, aprendiendo de lo que otras personas tienen que decir y, sobre todo, amándose a sí mismas y a los demás, llegan a entender lo que otro humano está experimentando o sintiendo sin haberlo conocido antes. Esto es algo que rompe las barreras económicas, ya que la tristeza que puede sentir un rico en la soledad también la puede sentir un pobre en la hambruna. Cuando un ser humano logra empatizar con otro, podemos conectarnos para hacerle saber que es normal sentir y experimentar, podemos ayudar a cambiar su emoción o simplemente compartir la emoción experimentada. La empatía nos hace humanos y nos recuerda que, por únicos que seamos, seguimos siendo igual de mortales, igual de vulnerables y, al final del día, todos compartimos la misma humanidad".

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