Organizaciones frente a la pandemia de la ansiedad y el estrés

La gente está preocupada, cansada, molesta y estresada, y así como las organizaciones han sido protagonistas en el cuidado de su salud física, lo mismo deben hacer con su salud mental y emocional. Antes, este era un tema tabú en el ámbito laboral, sin embargo, ahora más que nunca hemos tomado conciencia de lo relevante que es no sólo para la productividad, sino también para el bienestar de las personas.

 

Actualmente una de las principales causas de estrés es el miedo a las pérdidas: perder el trabajo, la salud, a algún ser querido o mi actual forma de vida, como le está pasando a la clase media. En resumen, la incertidumbre respecto al futuro.

 

Dado este contexto, en el ámbito de las organizaciones, sus líderes deben hacer un esfuerzo relevante por estar más conectados con las personas, fortaleciendo la comunicación oportuna y transparente, ya que la claridad y certeza contribuyen enormemente a reducir la ansiedad. De este modo, así como exigimos que el gobierno sea preciso y claro en sus mensajes, los líderes deben ser capaces de comunicar de manera constante y transparente cómo la crisis está afectando al negocio, así como también las decisiones y acciones que se están ejecutando al respecto. Todo esto debe ser manejado con mucho cuidado y empatía, buscando los mensajes adecuados considerando el qué se quiere comunicar y, especialmente, el cómo hacerlo para informar correctamente sin generar más ansiedad.

 

Al mismo tiempo, es clave brindar apoyo a través de canales de escucha, donde las personas puedan pedir ayuda o plantear sus principales preocupaciones y necesidades. Para esto, los líderes deben ser cercanos en la distancia y tener gran empatía, considerando que estamos viviendo una situación sin precedentes para la que nadie estaba preparado. No estamos en un nivel de teletrabajo profesionalmente concebido, sino tratando de trabajar en medio de una pandemia en nuestras casas, que también se han convertido en oficinas y colegios.

 

En esa línea, el gobierno muy acertadamente lanzó a finales de junio el programa “SaludableMente”, y las organizaciones que cuenten con los recursos también deberían considerar este tipo de iniciativas, o al menos generar orientación sobre qué hacer en el caso de que algún colaborador necesite apoyo de un especialista.

 

A pesar de que aún no sabemos la verdadera magnitud del impacto del COVID-19, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha anticipado un aumento en las condiciones de salud mental para los próximos meses, lo que se ha visto reflejado en algunas de las cifras reveladas en el último Termómetro Social de la Universidad de Chile, el cual indica que un importante grupo de la población está experimentando, entre otras cosas, problemas de sueño, nerviosismo, ansiedad, tristeza e irritabilidad. Se trata de algo no menor, considerando que las enfermedades de carácter mental ya constituyen la primera causa de ausentismo laboral en el país y que varios informes de diversas instituciones ubican a Chile entre los países con índices más altos de depresión y ansiedad. Por eso, el llamado es a que las organizaciones y sus líderes realmente tomen conciencia de la importancia de gestionar correctamente estos temas, los que también son parte importante de los daños generados por esta pandemia.

 


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