Otro mundo
La toma de conciencia del paso del tiempo por nuestras vidas puede provocar, en algunas personas, una crisis caracterizada por el estrés y la ansiedad. Consiste en un replanteamiento de las prioridades vitales, del ritmo y modelo de vida que se lleva, del apego al pasado y a las personas que pasaron por nuestra vida.
La crisis existencial es producto de la conciencia de que el futuro se acorta y de que el tiempo es finito. Es un cuestionamiento personal que puede producir cambios profundos en nuestra forma de vida o en la percepción que se tiene del presente.
Pienso que siempre debemos aceptar la finitud de la vida pero, a la misma vez, hay que disfrutar de cada experiencia, criticar lo que se puede mejorar para intentar cambiar el mundo que no nos gusta y con el que no nos sentimos identificados; ya que a estas alturas de la vida nuestra identidad y personalidad están consolidadas y podemos desarrollar, aún más, nuestra autorrealización personal, nuestra madurez y estabilidad, siendo más flexibles para adaptarnos a diferentes situaciones y posibles cambios.
Lo doloroso de ir cumpliendo años no es que uno vaya caminando hacia la vejez, algo normal y lógico, sino que uno crea que es joven sin serlo.
Dentro del hombre en plena madurez. que soy, hay un cerebro y un corazón , todavía curiosos, con tantas ganas de aprender, tan hambriento de aportar cosas buenas a los demás, y todavía tan lleno de anhelos, sueños y metas como lo estaba en la juventud.
Pero también, a veces, desde mi ventana observo un mundo donde me siento como un extraño en tierra extraña, con difícil relación con ciertas cosas del mundo exterior y, sin embargo, dentro de mi arde la misma pasión y el mismo fuego que una vez, de joven, pensó que podía arreglar el mundo. Y lo verdaderamente trágico es que el mundo sigue siendo, tan distante y esquivo, el mismo lugar que nunca pude captar ni entender del todo.
Incluso cuánto más substancial y más sólido me vuelvo, más delicada y extravagante me parece algunas realidades inmediatas, de las que voy quedando separado; perdiendo la ilusión del tiempo y del espacio en sea especie de eternidad pendiente de un hilo y en la que todo está justificado.
Por una razón u otra, el hombre busca el milagro, y para lograrlo es capaz de abrirse paso entre la sangre de los asesinatos y guerras. Es capaz de corromperse con ideas megalómanas por su afán de poder y riqueza, y capaz de reducirse a una sombra si, por un solo segundo de su vida, puede cerrar los ojos ante la horrible realidad ( pobreza, hambre, soledad, políticos inútiles y de dudosa ética, guerras, muertes...), esa realidad que no queremos ver porque duele en el alma.
Todo se soporta gracias al convencimiento de que de la noche a la mañana algo ocurrirá, un milagro, que vuelva la vida tolerable... Y mientras tanto, un contador está corriendo en nuestro interior, y no hay mano que pueda llegar a él para detenerlo. Pero no hay milagros, aunque algunos así nos lo vendan. Ningún acontecimiento que haya transformado mi vida... Nada de lo que haya ocurrido hasta ahora ha servido para destruirme, salvo algunas ilusiones rotas o idas. No me opongo al destino y sigo intacto; mañana podría no quedar una sola alma a la que recurrir en busca de compasión, de comprensión, de compañía, de ayuda, de amor... Por lo que no hay que esperar nada y seguir adelante hacia el tranquilo amanecer de un nuevo día, que debemos hacer mejor.
Vivimos en un mundo, que en muchos aspectos, se tambalea y desmorona. Un mundo usado y pulido al gusto de poderosos y gobernantes sin escrúpulos, que solo velan por sus intereses y por engordar sus egos y sus cuentas bancarias.
Si hubiera un hombre que se atreviera a decir todo lo que piensa de este mundo sin censura ni bozal, no le quedaría ni un metro cuadrado de suelo en que plantar los pies. Si lo hiciera, el mundo caería sobre él y le rompería en mil pedazos. Siempre quedan en pie los mismos, con sus pilares podridos y su humanidad simulada e infecta, que nunca dejarán florecer al hombre honesto y honrado, al que la única defensa que les queda son sus palabras, y sus palabras serán siempre más resistentes que todo el peso de ese mundo, que todos los sistemas de tortura que los cobardes inventan para machacar el milagro de su personalidad. Si algún hombre se atreviera, alguna vez, a expresar todo lo que lleva en su corazón, a consignar lo que es realmente su experiencia, lo que es su verdad desnuda, sin límites ni barreras, el mundo volaría en pedazos de forma figurada.
Aunque siempre me he creído y soy uno mas de la especie humana, muchas de las personas con las que he convivido a lo largo de toda mi vida y que por una u otra razón, ya no están conmigo, en más de una ocasión me dijeron " Eres un hombre especial, gran profesional, honesto, honrado y un gran ser humano" ( por lo que me siento honrado y agradecido). Personas con las que compartí amor, amistad, intimidad, trabajo, vivencias, experiencias, charlas y opiniones sobre las distintas ópticas desde dónde mirar la vida... Y aunque me dejaron aquí solo y nostálgico, aunque , a veces, sintiera bajo mis pies un gran abismo terrible de vacío, las palabras que se encuentran en el fondo de mi alma, brotan afuera e iluminan las sombras debajo de mi... Soy uno más, perdido entre la multitud que nada sabe de mi, un anónimo que algún día solo será olvido; pero sigo siendo ese hombre maduro con la ilusión y el objetivo que desde joven tuve: cambiar el mundo a mejor, aunque solo mejoré las pequeñas cosas que de mi dependía, pero nunca cesaré en ese empeño y en esa lucha.
Esas bonitas e inmerecidas palabras que esas personas me dedicaron en aquellos momentos que coincidimos en el camino de la vida, deambulan ya con los pies imaginarios de los muertos o los reales que decidieron separar sus vidas de la mía... Si cierro los ojos, todo lo que veo se abre como un campo en flor, y de la nada surge esos recuerdos que se vuelven presentes y te hacen sentir más vivo. Los que se atreven a ver con los ojos cerrados y a soñar, y tienen ese coraje, aunque el presente sea malo y difícil, pueden actuar sobre su destino. Solo un soñador que no tema ni a la vida ni a la muerte será capaz de poner al mundo en su misma onda; ya que al mundo lo estamos estropeando, matando y llenando de dolor y de locura.
De madrugada, cuando la oscuridad lo cubre todo y ya no hay nombre para las cosas, tengo un sueño en el que camino hasta el final de un sendero imaginario que no tiene salida, y como un hombre que ha llegado al fin de la cuerda que le ata, salto al precipicio que separan a los vivos de los muertos y a todos los recuerdo con cariño y nostalgia. Al caer me despierto sobresaltado.
Después abro los ojos y recupero la energía y el equilibrio, que habitualmente tengo, y analizo el mundo que me rodea y mi percepción del mismo, con entusiasmo, ilusión y un deseo apasionado de abrazar a muchas personas a las que quiero, de mostrarles mi amor, mi amistad, mi respeto y mi disposición para lo cualquier relación humana y de ayuda... Pero hay veces que cuánto más extiendes los brazos hacia el mundo, más se retira. a casi nadie le interesa el amor o la amistad auténticos y sinceros, ni la solidaridad, ni la justicia, ni la honradez.., ni que metas las narices en sus vidas vacías.
Y si sigues manteniendo el equilibrio así, al borde del abismo, el tiempo suficiente, adquiere una gran destreza: te empujen del lado que te empujen, siempre recuperarás el equilibrio... Y así podemos empezar a bailar al bode del abismo, al ritmo del poder, al ritmo del dinero que llama más dinero, del amor comprado, del contacto impersonal y sin alas de una multitud vacía , una desesperación, un vacío, una desesperanza; y todo en medio de la mayor perfección del mundo actual... Debe ser muy duro bailar sin gozo, estar tan desesperadamente solos, ser casi inhumano porque eres humano...¿ Esta es la danza de la vida que queremos? Es una danza de la nada en la que yo no bailo.
Desde que era pequeño hasta el presente el mundo era lo que es sencillamente. Un mundo regido por los más poderosos, un mundo donde el miedo desempeñaba el papel más importante. El niño que pudiera inspirar mayor miedo en los demás era el jefe y se le respetaba mientras pudiese mantener su poder. Había otros chavales que eran rebeldes, y se los admiraba, pero nunca llegaban a ser jefes. La mayoría eran barro en las manos de los que no tenían miedo: en unos pocos se podía confiar, pero en la mayoría no. El aire estaba lleno de tensión, nada podía predecirse para mañana, nada se daba por sentado. Cada día requería una nueva prueba de poder, una nueva sensación de fuerza o de fracaso... Así conocimos el auténtico sabor de esa vida.
Lo que pienso, con cierta pena y nostalgia, es que esa vida tan restringida de la infancia parece un universo ilimitado, y la vida que la siguió, la vida del adulto, un dominio que disminuye constantemente: tenemos la sensación de estar atado por el cuello y nos tiran de la cuerda para llevarnos donde otros quieren. El pan actual no sabe como el de antes, pues pierde su sabor al igual que lo pierde la vida. El hecho de conseguir ese pan ,con tu esfuerzo y sudor, pasa a ser más importante que el comerlo. Todo está calculado y todo tiene su precio. Ahora comemos el mismo pan, pero solo para llenar el estómago, mientras seguimos con el corazón frio y vacío.
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Hasta que no tuvimos que trabajar, el mundo era muy pequeño y vivíamos en su periferia, en la frontera de lo desconocido. Un pequeño mundo que, sin embargo, era lo suficientemente profundo para proporcionar toda clase de variaciones, toda clase de aventuras y especulaciones. Tampoco era tan pequeño ya que tenía en reserva las potencialidades más ilimitadas.
¿ Qué he ganado con la ampliación de mi mundo?. El algunos aspectos mucho: una familia, unos hijos, amigos, compañeros, personas que merecieron la pena y dejaron su huella indeleble en mi vida y una hermosa y sacrificada profesión que me da la oportunidad de curar, paliar o ayudar a los más débiles, como son los enfermos y sus familias. En otros aspectos no he ganado nada con la ampliación de mi mundo, al contrario, he perdió.
Añoro ese mundo infantil, pero soy adulto, padre y miembro responsable de una sociedad que espera lo mejor de mi. Con mi trabajo me he ganado mi pan de cada día y el de mi familia. Me he adaptado a un mundo que, a veces, no fue mío. Me gustaría abrirme paso a través de un mundo más amplio y encontrarme de nuevo en la frontera de un mundo desconocido que arroje a las sombras a este mundo belicoso, mentiroso, injusto insolidario y descolorido... A veces me gustaría volver a ser aquél joven más anárquico al que no se podía constreñir ni limitar, eliminar de un plumazo los horrores de la historia de la humanidad y huir hacia una aurora perpetua en la que no haya posibilidad de remordimiento, ni de lamentación, ni de arrepentimiento, y no quedarme aquí a descansar en la estupidez ordenada de la vida adulta y responsable. Y así regresar a mi mundo más pequeño, a un mundo al que siempre pueda tocar con los brazos extendidos; el mundo interior, el mundo de lo que se y de lo que puedo aportar, el mundo de los míos y de los que forman parte de mi vida, el mundo que soy capaz de reconocer... Cómo será este mundo es algo que no se, ni estoy seguro siquiera que lo vaya a encontrar, pero así sería mi mundo ideal.
En ese mundo idílico habrá personas que nos abran los ojos, nos enseñen y nos aporten nuevos valores, que nos transforme profundamente sin dejar de ser nosotros mismos, que nos enseñe a entender la amistad y el amor sin sentirte esclavizado a causa de la experiencia, que se entreguen completamente sin que nos posean... Personas singulares y únicas que nos pongan frente a la verdad y nos enseñe el sitio adecuado donde estar en cada momento.
Y no, no estoy loco con esto que digo. Por estar loco se entiende perder la razón. La razón, no la verdad, pues hay locos que dicen verdades, mientras los cuerdo, con su cobardía, guardan silencio. Y desde mi razón, mi verdad y mi libertad interior expreso lo que pienso y lo que siento ahora y en cada momento de mi vida; respetando siempre todas las opiniones.
Para el ser humano le es indispensable ser libre. Esa libertad interior, que reside en nuestro espíritu, lo configura y no nos puede ser arrebatada por nadie, es la primera necesidad del hombre, previa a cualquier otra, como es previo a la libertad de movimiento no estar encadenado o encerrado en una cárcel. Los más peligrosos limitadores de esa libertad no son exteriores, sino que conviven con nosotros, son nosotros mismo porque nos han ido haciendo como somos.
Las experiencias del pasado, en ese sentido, pesan mucho. Un niño que sufrió pérdidas de cierta consideración. Un adolescente que sufrió discriminación por razón de su personal forma de ser; un hombre que fue tratado con las injusticias que dejan perennes cicatrices, con muchas dificultades podrán ejercer una verdadera libertad.
Liberarse de las cadenas invisibles que nos atan exigen tiempo, paciencia y comprensión. No es sencillo percatarse de ello, pero quien se deje llevar por la autocompasión se apartará del campo de batalla de su libertad.
Y no son imprescindibles que las experiencias pasadas sean dañinas. Las que un día fueron gratas y enriquecedoras también son capaces de inutilizarnos. ¿ Quién no se ha apoyado en recuerdos tan placenteros que impidieron crear otros nuevos?. ¿ quién no ha tenido la tentación, tras tiempos de plenitud que terminaron, de cerrar los ojos a la vida?...La muerte, la separación, el abandono, el irse sin decir adiós y sin motivos.., desgarran tanto que dejan el alma deprimida, ensimismada y ciega a la luz y a las nuevas experiencias.
¿ No es doloroso decirle a quien amamos en el pasado y desapareció: " te amaré siempre, pero te digo adiós"?. Fue un privilegio haber compartido ese tiempo contigo, pero me dejaste...Adiós. ¿No es doloroso gritarle al pasado, en el que fuimos jóvenes, fogosos y entusiastas: " Gracias, te gocé. Adiós"?
Y sin embargo, sin la decisión de abandonar, sin desapegarse, sin hacer el esfuerzo y dejar que los que decidieron irse sigan su camino, nunca volveremos a estremecernos de amor ni a sentirlo en todo su esplendor y su pasión. Ni el anciano medirá la profundidad del legado de su última etapa de vida; porque estaremos convertidos en estatuas sin pedestal. El pájaro que se aferra a su nido no aprenderá nunca a volar, batir las alas no es suficiente; hay que renunciar a la seguridad del inmóvil pasado y arrojarse al abismo... ese es el riesgo y la grandeza de la libertad.
La vinculación excesiva a personas y a cosas que no lo merecen, a la que tan dados somos, no nos permitirá tampoco gozar de libertad. Para hacerlo hace falta una mayor desnudez, un desasimiento que nos deje actuar sin afectos castrantes ni sentimientos engañosos o vacíos. Las cosas y las personas son buenas compañeras de vida mientras las sintamos de verdad y nos acompañen sin coacción, no cuando nos sustituyan. Descansar excesivamente en ellas es negarnos a nosotros mismos. Cada cual tiene que gozar o padecer su vida y cumplir su destino diferente.
El amor, con frecuencia nos confunde. Llamamos a otra persona "cariño" o "mi vida" para declararles lo importante que es para nosotros. Pero esa persona no es nuestra vida. En eso consiste la maravilla del amor: en su voluntariedad diaria, en su hacerse y rehacerse por dos personas libres, no atadas, no controlada una por la otra, ni al revés.
Pero la atadura más fuerte e inquebrantable es la que nuestro propio yo nos echa al cuello. Porque de lo que huimos y por lo que suspiramos va dentro de nosotros, y supone, a veces, un equipaje demasiado pesado para viajar con el todo el tiempo.
Si nos identificamos con nuestras sensaciones, con nuestros pensamientos , con nuestros sentimientos o con cualquier tipo de ansiedad nuestra, nos descaminaremos. Toda adulación y todo rechazo nos afectará en exceso. Hay que intentar estar por encima del halago y por encima del insulto con un buen equilibrio mental y tu buen hacer. La sumisión a la voluntad ajena, por culpa del falso que vende al verdadero, es el principal enemigo de nuestra libertad... Poderoso no es aquel que nunca hiere o destruye, sino el que sabe curar y construir.. Libremente, y a solas si es preciso.
Cada cual puede contar su historia con sus tropiezos, desgarros, desilusiones o fiascos. Con sus aciertos, sus cimas embriagadoras que casi tocan el cielo... La historia de cada cual son los hechos vividos y los recordados para poder contarlos. Toda historia se revive en el presente; toda configurada por hombres y mujeres que viven en su tiempo, si es que el tiempo tiene dueño...
Somos lo vivido. La historia es el recuerdo del paso por la vida; sin embargo, tan esencial como él es para el hombre el olvido que todos seremos algún día.
Auxiliar de geriatría en DomusVi España
2 semanasGuauu!!! Bonito y profundo, como todo lo que sueles escribir.