Pandemia, economía y yo.
Es curioso, que hace tan sólo días, no sabía exactamente lo que significaba una sociedad en confinamiento y la facilidad con que leo/veo como han convertido en sinónimo de este término la palabra cuarentena . Y la realidad no es esa. No estamos en cuarentena los españoles, pero si en confinamiento y en estado de alarma para intentar contener esta pandemia. Nadie sabe cuánto durará el confinamiento. Nadie. Así que afirmar que acabamos de cruzar su ecuador es arriesgado y no sabemos si es verdad. La sensación es de meses, pero tan sólo hablamos de días. Y no parece que con días sea suficiente
El gobierno ha endurecido el confinamiento y ahora permite operar únicamente a sectores esenciales en un paso más en su gestión de contener los contagios. Los que lo reclamaban, ya fuera con críticas ácidas u opiniones argumentadas, lo agradecen pero también querían que se concretará qué actividades debían restringirse y cuál sería el impacto en nuestra economía. Una petición imposible de concretar ni por nuestro país ni por ningún otro. Concretar cómo está afectando ya y cómo y cuánto tiempo afectará a nuestra economía y al resto no tiene fácil ni rápida respuesta. Ni quien lo exige ni sus posibles asesores pueden resolver la complejidad de contestar: ¿qué es esencial fruto de la interconexión entre industrias?. ¿Cómo impactará pararlo?. O mejor , ¿Cómo impactará volver a ponerlo a funcionar?.
Se habla de batalla contra el virus, de una guerra donde el enemigo está en casa. He leído/oído literalmente frases tipo: “parte de guerra, día x: ….” por personas que gestionan ya sea en los servicios médicos, en las fuerzas armadas, o en temas políticos. Mientras se hacen predicciones, muchas, muchas predicciones de escenarios posibles, en los que principalmente el enfoque es visualizar cómo esto afectará a la economía. Se intenta dar luz pero la oscuridad de cuánto desconocemos es mayor que ella en el punto en el que estamos y más si seguimos el día a día de nuestros vecinos italianos o no tan vecinos, allá en China. China, ese lugar donde los derechos humanos no se respetan y la información y los movimientos se cuidan al detalle. Por poner dudas, incertidumbre y marcar oscuridad por mi parte, dudo de tanto las cifras, como del origen, como de lo que habrán pasado muchos ciudadanos y pasan allí.
Los datos de contagios y muertos son abrumadores, casi prefiero no saberlos o al menos no día a día. Da la sensación de que las decisiones llegan tarde o poco hacen. Llueven tantas críticas al respecto y ninguna está libre de sesgos. Depende quien hable, que quiere y como se mira el ombligo para hacer su crítica del proceso y de las medidas. Y mientras, la mayoría de los ciudadanos aguardamos en casa haciendo uso de la solidaridad, esperando que la sanidad no colapse y que con nuestros ingresos podamos sobrevivir en estos momentos. Solidaridad enorme a pesar de una pequeña minoría que se empeña en desvalorarla mientras yo quiero pensar que aún están en proceso de entender lo que está pasando y su actitud cambiará muy pronto.
Muchas familias atraviesan un momento complicado y las baterías de medidas que el gobierno va aprobando no son inmediatas ni pueden aliviar mucho tiempo. Hay miles de historias, de protagonistas, de anónimos, que no deberíamos vernos sometidos al juego de la confusión que se practica desde ciertos ámbitos. Discursos con acusaciones de infravalorar vidas humanas , de retener material sanitario, o de exigir sin más provocan una confrontación muy dañina. Es hacer mal por hacer y eso no nos lleva a ninguna parte. Pese a quien pese, todas las administraciones han cometido errores y el momento en que se toman las decisiones importa y ya está. No hay tiempo ni es momento de seguir por esa línea. Línea a la que nos han acostumbrado, desde hace ya demasiado tiempo, nuestros políticos, esos que elegimos.
La crisis del coronavirus tiene en Europa otro frente propio lleno de dudas y recelos. Los países más afectados (España, Italia y Francia) exigen unidad y medidas para paliar la gravedad de la situación. Se pide al proyecto de la UE para afrontar con garantías la reconstrucción que tendremos por delante. Mientras Alemania (Merkel) y Holanda, en cambio, muestran posiciones poco generosas ya que sus gobiernos miden cada paso presupuestario común muy pendientes de sus parlamentos.
Así que termino mis palabras con tres ideas que están en el aire :
- En España desde la perspectiva empresarial/económica se percibe inquietud, improvisación, quejas, reclamaciones, falta de detalles en los acuerdos. Desde la política ese juego de confrontación que es realmente dañina y desde la humana miedo, incertidumbre, poca sensibilidad, muchas dudas y desprotección
- La Unión Europea tiene ante sí un reto de tal magnitud que incluso el “Brexit’, tan cercano, ha pasado a un segundo plano. Se enfrenta al mayor desafío que haya conocido desde la II Guerra Mundial y no lo digo sólo yo, lo dice la propia Merkel.
-Se han olvidado las palabras de Robert Schuman, uno de los padres de la Unión Europea: “Europa no se hará de una vez, ni en una obra de conjunto, sino que se hará gracias a realizaciones concretas, que creen en primer lugar una solidaridad de hecho”. Yo estos días no veo solaridad en La Unión Europa sino más marcado que nunca eso que tanto se aprecia en Eurovisión (ese concurso musical en el que nunca ganamos): la unión de los países del norte(fríos) contra los del sur (cálidos)….. los de arriba y los de abajo….. los más ricos contra los más pobres.
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Madrid - 31/03/2020. @Pandemia, economía y yo