París,  cuando no basta con decir "nous sommes Paris"
Foto archivo del TRCh

París, cuando no basta con decir "nous sommes Paris"

Cuando el otro somos nosotros

                                                                                     Gustavo Gac-Artigas  

En recuerdo de Patricia San Martín Del Place, quien fuera actriz de mi grupo, el Teatro de la Resistencia Chile, en Francia cuando pensábamos que, por fin, vivíamos libres del miedo, y de Elsa, su hija, quienes tenían cita con la muerte en Le Batallan. (Foto Patricia San Martin Del Place, miembro del Teatro de la Resistencia - Chile, París)

París,

no basta con decir nous sommes Paris.

Cuando se es ciudadano del mundo hay que ser París, hay que ser espectador en Le Bataclan, hay que ser pasajero en un avión ruso, hay que ser refugiado prefiriendo desafiar la muerte en el mar antes que en el salvajismo de los otros.

Los otros, aquellos que son la expresión sin límites de la maldad humana, la maldad que emerge de lo más profundo de nuestro ser cobijada en el dogma, en el fanatismo, ese fanatismo siempre irracional.

Se cerraron los museos

Qué crimen

Se cerraron los amables cafés parisinos

Qué crimen

Se cerraron las fronteras

Qué crimen

Se abrió

paso al miedo

criminales

se empujaron un paso más los límites del horror

criminales

nos enseñaron el miedo al otro

profesores

nos mostraron que la maldad no tiene límites

profesores

nos recordaron que a veces nosotros creamos el caldo de cultivo

que nosotros deformamos la mente humana

cuando despreciamos al otro

que nosotros abrimos el camino a la amargura

cuando humillamos al otro

cuando no salimos en defensa del otro

cuando la diferencia la volvemos insoportable

cuando damos vuelta la cara para no ver

para no ver el miedo en la cara del hambriento

para no ver las lágrimas en la cara del ofendido

para no ver la vergüenza en la cara  del despreciado

por su raza,

por su color,

por su religión,

por pensar diferente a nosotros

por hablar diferente a nosotros

por no tener las oportunidades que nosotros les negamos

por lo que nos horroriza el pensar

que nosotros,

nosotros somos parte de los otros

y que la maldad

es también parte de nosotros.

 Gustavo Gac-Artigas: escritor y director de teatro chileno, miembro colaborador de la Academia Norteamericana de la Lengua Española

Esteban Fernández Flórez

Director en CONDUCIR SIN MIEDO

9 años

Por supuesto que no. Europa se suicida, ataca fuera y el enemigo está dentro, y no me refiero sólo a terroristas, más me preocupa a quienes se dirigió Putin en Turquía. Nueva York, Madrid, Londres, ahora París... ¿mañana? El mañana será muy largo y frutalmente cargado de dolor por tanto odio sembrado. No somos inocentes, las sociedades no.

emilia montiel

professeur d espagnol at Supercomm Languages & Communication - Switzerland

9 años

Profunda e interesante reflexión que comparto absolutamente

Tonya Wagoner

Proximity Learning Instructor @ Proximity Learning, Inc. | Experienced ESL Teacher

9 años

Tenemos que hacer algo....¿debemos compartir ese desfiago mundial? Desgraciada nadie está seguro.

Graciela Guerrero Garay

Profesora Auxiliar en Profesora de Comunicación Social en Universidad Vladimir I. Lenin, Las Tunas, Cuba

9 años

Ciertamente no hay palabras...el terrorismo hay que pararlo ¡¡¡¡¡¡¡YAAAAAAAAAAAAAA!!!

Eduardo Lolo

Professor (Retired) - The City University of New York

9 años

El terrible ataque terrorista en París nos tiene a todos consternados. Cuesta trabajo comprender que quienes son capaces de semejantes atrocidades puedan ser llamados seres humanos. Pero, indiscutiblemente, lo son; solo que representan el lado más oscuro y salvaje de la humanidad. Tales acciones (y otras peores por venir, si no se toman las medidas pertinentes) eran de esperar, pues el mundo civilizado se ha comportado muy débil e indolente ante la emergencia de esa mafia terrorista que dice llamarse Estado Islámico y que ni es Estado ni creo represente al Islam verdaderamente. Estamos en víspera de una muy compleja Tercera Guerra Mundial que no se puede postergar más si queremos conservar un mínimo de civilización en nuestro planeta. Ojalá yo esté equivocado y exista otra forma de conjurar esas terribles fuerzas del mal, pero no la avizoro por ninguna parte. Dios acoja en su seno a los caídos en París y esperemos que sus muertes no sean en vano. Eduardo Lolo

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