¡Para de hacerte la víctima!

¡Para de hacerte la víctima!

Para, porque igual no lo eres.

Esta es mi observación humilde a la que llego como coach y mentor al trabajar con ejecutivos y equipos.

Existe en mucho directivo y equipo un nivel de QUEJITIS muy llamativo … o dicho de otra manera: veo como cualquier problema o situación se aprovecha para criticar y lamentarse de forma injustificada.

Es un tema peliagudo pero sobre el que me atrevo a hablar porque creo que es necesario invitar a la reflexión y auto-crítica constructiva.

Por eso avanzo que este artículo puede herir alguna sensibilidad y molestar. No es mi intención.

Es un tema duro porque realmente hay muchos casos dramáticos, muchas personas sufriendo. Hay dolor e injusticia… y esto es una realidad.

Pero me quiero referir hoy a una enorme parte de las organizaciones que han entrado en una espiral de auto-excusa y de esta quejitis injustificada que es alarmante.

Es una de las conductas más habituales que fomenta la toxicidad en las organizaciones.

Y veo que está teniendo cada vez más su impacto negativo en la productividad, la competividad y finalmente en la propia cuenta de resultados de las empresas.

Muchas organizaciones no son ni conscientes que han entrado en un bucle de victimismo y de creencia de que las cosas van siempre mal. Es la cultura del dejarse llevar por una PERPETUA INSATISFACCIÓN que, aunque la empresa vaya bien siempre se enfoca lo que va mal.

Durante un workshop de team building con el equipo de una Fintech que va como un tiro, en un momento determinado se desató inesperadamente una ola de quejas. Pero es que se quejaban de todo … solo faltaba que se quejaran también de los cuadros o del color del tapiz de la oficina. El propio jefe ante tal panorama les preguntó:

Si estáis todos tan descontentos y nada os agrada, ¿Por qué seguís en esta empresa?”   

Pero empecemos por una pregunta, una pregunta simple pero directa:

¿Te consideras una víctima?

No me respondas aún.

Permíteme seguir preguntándote…

  • ¿Percibes la mayoría de las cosas como fuera de tu control?
  • ¿Pasas más tiempo valorando lo que no funciona o no sale bien?, ¿Eres consciente de ello?
  • ¿Sueles culpar fácilmente a otros de tus errores o fracasos?
  • ¿Te cuesta “digerir” feedback?
  • Si hicieras una valoración general, ¿Consideras que te van bien o mal las cosas?
  • ¿No haces cosas o tomas decisiones justificándolo porque tu equipo no funciona bien o la situación te fuerza a reaccionar de una manera, etc.?

Trata de responder honestamente.

Valora ahora de forma objetiva si tu reacción y tu percepción de las cosas está justificada. ¿Hay quizás una actitud de base con la que te sueles percibir las cosas?

Cuando entras en modo de exagerar y sobrevalorar todo, dejas de ser autocrítico y objetivo contigo mismo.

Te falta la capacidad de coger distancia de las cosas, tomarte a ti mismo menos en serio y sobre todo ser más humilde y agradecido.

Me asombra ver organizaciones con una actitud de sentir pena de sí mismas cuando en realidad no hay motivo para ello. Intentan buscar la confirmación o el consuelo de su entorno de que se les está tratando injustamente o que lo malo representa toda la realidad.

El resultado:

Te cierras a las opciones de cambiar o mejorar… y que están allí pero ya no eres capaz de ver.

A la larga te impide hacerte cargo de la parte de la que (quizás) tu mismo eres causante o de finalmente aceptar la dureza y la realidad de las situaciones que tanto te desagradan.

No digo que no haya situaciones en las que se justifique ni que esté mal actuar de esta forma.

Somos personas y tenemos que aceptar y convivir con nuestras emociones.

El quid de la cuestión es: ¿Qué haces con estas emociones? y ¿Qué actitud tomas a largo plazo?

Mi propuesta:

Míralo todo desde la perspectiva de una batalla diaria de tu mente.

Sí, porque estás en plena batalla en la que luchas por:

  1. No dejarte llevar por las emociones negativas y el estrés.
  2. Saber mantener la mente fría y objetiva ante todo el “ruido de fondo” causado por la sobreinformación y las noticias, personas que te rodean, etc.
  3. Centrarte en proteger tu mente ante el continuo bombardeamiento de distracciones.  
  4. Anteponer la lógica y reconocer que la situación es en realidad diferente o mejor de lo que piensas.
  5. Que la realidad es contigo más benevolente de lo que piensas (al final muchos de los desastres que anticipamos y con los que nos machacamos nunca ocurren!).

Pero cuidado. No se trata de ganar esta batalla.

Ese no es en realidad el objetivo.

El objetivo es PRESENTARSE con optimismo A LUCHAR CADA DÍA.

De no dejar ni un solo día de plantarle cara al “enemigo”. Que es nuestra propia tendencia humana de ver las cosas mal o de ceder ante lo que nos desagrada, nos impone… nos da miedo.

Muchas veces perderás la batalla. Y no pasa nada. Porque mañana tendrás la siguiente batalla para intentarlo.

Esta es la mejor solución y lo sabes. Ni frases inspiracionales, ni libros de autoayuda, ni fórmulas innovadoras o complejas…

Se trata de actuar. Sí, simplemente reaccionar si hay algo que no te gusta. Y hacerlo con una actitud basada en dos valores básicos: La humildad y el coraje.

Te puedo contar que conozco a mucho directivo y organizaciones que han elegido el no querer verse como víctimas. Y lo que me cuentan es que no es nada fácil.

Hay muchos elementos que son una distracción y les das inconscientemente la fuerza que no se merecen. Te despistan y te hacen perder el foco en lo que es realmente importante y REAL.

Cuesta cambiar el “chip”, pero se trata de ir recordándoselo uno mismo cada día que SIEMPRE tienes que tomar una decisión:

  • ¿Qué día quiero tener hoy?
  • Y cuando las cosas no vayan como quiero o no me sienta bien, ¿Me voy a quejar y dejarme llevar por ello?

Ten valor en preguntarte cada mañana:

  • ¿Qué quiero que pase hoy (de forma diferente)?
  • ¿Cómo me quiero sentir al final del día? y ¿Qué tengo que hacer para que esto ocurra?

Sé consciente que en realidad controlas muy pocas cosas. Solo hay tres cosas que sí que controlas y de las que eres responsable: Tu mentalidad, tu actitud y tus acciones.

Todo lo demás… pues está fuera de tu control.

¿Qué opinas?

Gracias por leerme.


#empresas #liderazgo #danielpascual #forbes #forbescouncil

Pascal Kahlem PhD

CEO Scientific Network Management | Operations Management in Life Science | Research and Innovation Funding | Scientific Managers Training

2 años

Gracias Daniel por hacernos parar y reflexionar 👌

Personalmente llegué a la conclusión hace años de que entrar en modo queja es la opción menos inteligente que puedes adoptar a nivel profesional. 👉 Entras en caída libre. Y en caída libre no sólo no hay freno, sino que tu velocidad de caída se acelera. No digamos ya si encima compartes tu queja y alguien te la secunda y se suma a ella. Caes en picado. Así no vas a reflotar 🤦♂️ Sólo te quedará el consuelo de no hundirte solo, pues tal vez arrastres a alguien contigo hacia las profundidades. ¿Qué hay de inteligente en todo esto? ¿Y de digno? 🤔 👉 Leía recientemente que un corazón agradecido es un corazón feliz. Pues un corazón instalado en la queja y en la sensación de agravio es un corazón amargado. ¿Vivir amargado es inteligente? 🤔 En fin, creo que las tesituras laborales no siempre son fáciles. Y que salir de esas tesituras tampoco lo es. Pero creo igualmente que la queja y el victimismo no son la solución. Que hacen más mal que bien (propio y ajeno). Que no son una actitud inteligente y hay que evitarla. ¡Gracias por animar la conversación Daniel Pascual!

Hola Daniel, lo vemos todos los días y a veces caemos en la trampa. La actitud viene muy determinada por la aptitud y capacidad. La de los ejecutivos: liderar y causar impacto en sus organizaciones. Personalmente es lo que me sirve, entender el propósito de cada uno y trabajar humildemente en su consecución, como siempre hay tanto que se puede hacer, no queda tiempo para la queja! Y es necesario celebrar los éxitos que nos dan la energía para recorrer la milla extra! Para mi se queja el que se aburre y se aburre el que no hace nada para tener un impacto positivo. Perdón si soy un poco radical, y que nadie se sienta mal. También tenemos derecho a pasar una mala racha. Que somos humanos!

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