Paradoja del legado
Hoy en día vivimos lo que podríamos llamar la paradoja del legado en la era moderna. Por un lado, estamos en una época en la que los seres humanos tenemos conciencia de lo que significa encontrar el propósito de vida, ya sea desde perspectivas personales o laborales. La relevancia de dejar un legado como individuos es clara. Sin embargo, al mismo tiempo, nos hemos vuelto cada vez más egoístas.
En los últimos años, personas y organizaciones han dedicado esfuerzos a construir su propósito. Este, en términos generales, es el “por qué” detrás de lo que hacemos. Para las personas, por ejemplo, puede variar desde encontrar la felicidad hasta algo tan específico como ser un buen padre o madre.
Esta obsesión por propósito y legado se ha convertido en una paradoja. Mientras intentamos construir nuestro propio éxito, no dudamos en desmantelar el de otros. Existe un deseo genuino de dejar el mundo mejor de lo que lo encontramos. Pero, al mismo tiempo, un individualismo exacerbado nos lleva a desestimar, e incluso borrar, las contribuciones del pasado que no se alinean con nuestra visión actual del mundo.
Este fenómeno se manifiesta de diversas formas, a menudo controvertidas. Desde la remoción de estatuas hasta la censura de obras artísticas y la reescritura de la historia en libros de texto, somos testigos de un revisionismo histórico sin precedentes. Un ejemplo es el de la película “Lo que el viento se llevó”, que HBO Max retiró temporalmente en junio de 2020, respondiendo a críticas por su representación idealizada de la esclavitud. Aunque luego fue reincorporada con una advertencia sobre su contexto histórico, esto plantea interrogantes fundamentales: ¿Es esta la manera correcta de lidiar con un pasado problemático? ¿O estamos, en nuestro afán por corregir los errores de ayer, cometiendo nuevos errores hoy?
Hace unos días, conversaba con una persona, ahora jubilada, que fue presidente de una importante organización en Nuevo León. Charlábamos sobre la evolución de la empresa desde su jubilación. Le mencioné: “Tan pronto te jubilaste, tu sucesor desmanteló la estructura corporativa que habías creado y estableció una nueva. Unos años (y traspiés) después, el consejo ha decidido regresar a una estructura muy similar a la que dejaste. ¿Por qué? ¿Se trata de un tema de ego?”, le pregunté. Su respuesta me sorprendió: “Aunque crearon una estructura burocrática que les llevó a cometer errores, estoy seguro de que lo hicieron en beneficio de la institución y no por egos o agendas personales.”
Aunque su respuesta me impactó, no dejó de surgir la pregunta: ¿Por qué, en nuestro afán por construir un legado que conecte con nuestro propósito, destruimos el de otros?
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En todo esto pensaba mientras seguía la diatriba digital entre Miguel Treviño y Mauricio Fernández sobre la información digital de la administración recién concluida. El pleito ya había sido precedido por detener la construcción de la Milarca hace seis años o quitar la ciclovía hace unos meses.
Días después, el alcalde Adrián de la Garza declaró que revisaría las banquetas construidas por Colosio y que incluso podría revertir trabajos ya concluidos. Antes de dialogar y reflexionar, la consigna parece ser declarar y destruir.
Si hacemos un poco de memoria, en el debate organizado por EL NORTE para la alcaldía de Monterrey, Adalberto Madero proclamó (y después se convirtió en memes): “Se va”, refiriéndose a la obra pública llevada a cabo por Colosio, anunciando que la eliminaría. Esta postura parece haber sido adoptada por algunos de los actuales ediles.
Mientras las personas y las empresas continúan hablando de propósito y legado, parece que los gobernantes siguen un manual político en el que su primera misión es destruir y ridiculizar el trabajo de su antecesor. Se privilegia la bravuconería política y mediática sobre el diálogo y la reflexión. Problemas que pudieron resolverse con una simple llamada telefónica, se ventilan de forma ostentosa y pública. Algo no estoy entendiendo.---
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𝙴𝚕 𝙽𝚎𝚠𝚜𝚕𝚎𝚝𝚝𝚎𝚛 𝚍𝚎 𝙷𝚄𝙼𝙰𝙽 𝙻𝙴𝙰𝙳𝙴𝚁 𝚎𝚜𝚝á 𝚋𝚊𝚓𝚘 𝚞𝚗𝚊 𝚕𝚒𝚌𝚎𝚗𝚌𝚒𝚊 𝚍𝚎 𝙲𝚛𝚎𝚊𝚝𝚒𝚟𝚎 𝙲𝚘𝚖𝚖𝚘𝚗𝚜 𝚁𝚎𝚌𝚘𝚗𝚘𝚌𝚒𝚖𝚒𝚎𝚗𝚝𝚘-𝙲𝚘𝚖𝚙𝚊𝚛𝚝𝚒𝚛𝙸𝚐𝚞𝚊𝚕 𝟺.𝟶 𝙸𝚗𝚝𝚎𝚛𝚗𝚊𝚌𝚒𝚘𝚗𝚊𝚕.
Muy buen artículo Rogelio. Yo le pondría un signo de pregunta a esta frase :) "Existe un deseo genuino de dejar el mundo mejor de lo que lo encontramos. ?"
HRBP | Estratega en Desarrollo Organizacional y Gestión de Talento | Experto en Transformación Cultural
4 mesesTrascendental el tener la humildad y lucidez necesaria para no "borrar de un plumazo" acciones previas a nuestra gestión que, en mayor o menor medida, son valiosas y generativas.
• ELECTRO MOBILITY • DATA CENTER & NET-ZERO bldgs • ESG_SCOPE3_SUSTAINABILITY • COMMISSIONING & QA/QC • Integrative_Design_Coordinator • Digital twins_BIM_modeling You can hire me; I am globally ubiquitous
4 mesesRogelio, mi PVP & P; es altamente probable que: • el “firmware” del hombre en su ADN trae en esencia la #DESTRUCCIO_per_se. • los humanos experimentamos la #ENVIDIA de la #buena y de la otra • tres o seis años son un suspiro en la #VIDA de un municipio, estado o país para #CONSTRUIR y • el político y luego gobernante aprende en la mitad de su términos que #NO_tendra suficiente tiempo para dejar su legado y apura las cosas (obras, ideología, acciones) para “evitar” ser olvidado; • la paradoja es que pocos recordamos a ALM o ARC, dos PCEUM de mitad del S.XX. y lo que hubiesen hecho -menos- malo o peor. En sintesis: a. NO EXISTEN leyes -aunque YA NO importara- que obliguen a un gobernante a planear y programar obras a 5, 8, 10 años (por ejemplo generacion eléctrica nuclear, acueductos del sur al norte, etc) b. El político al llegar a gobierno piensa en: PODER, DINERO, SEXO -no en ese orden 😏) c. AXIOMA: “TODOS los políticos son iguales, sin importar color”; corolario “YSQ” ha sido el “pyor” -con Y-tomando el lugar de SAS-ALS