Paranoia en el mundo digital
Leyendo un pequeño ensayo sobre transparencia en el mundo digital.
¿Somos una sociedad transparente a partir de la irrupción digital? ¿Somos personas transparentes?
Creo que no.
El medio digital transparenta nuestra cara pública. Aquella que de una u otra forma saldrá a la luz, pero siempre bajo el tamiz de lo que se decide mostrar. Aunque rara vez decimos quienes somos en verdad, nuestra completa y verdadera cara.
Pero habitualmente son construcciones que suman lo que decimos, lo que verdaderamente somos y lo que los demás perciben de todo eso a partir de su propia mirada y experiencia de vida.
Ahora bien, ¿es malo no mostrarse totalmente transparente?
No necesariamente. Si es para proteger nuestra intimidad, para guardar un espacio para aquellas personas a las que amamos y en las que confiamos, o simplemente porque el Truman Show no nos va, nada tiene de malo.
Pero si evitamos la transparencia para ocultar segundas intenciones que apuntan a obtener un beneficio en perjuicio de otros, obtener ventajas (emocionales, económicas, sociales) de dudosa ética, o para vender aquello que no somos porque es rentable, es (al menos) cuestionable.
Tal vez debamos revisar la forma en que nos relacionamos con los demás. El modo en el que actuamos dentro y fuera de la ilusoria sociedad digital, es el que verdaderamente nos define como personas. Es el espejo que no miente y es el que verdaderamente nos desnuda.
Sugiero no temer a lo que publicamos en redes.
Porque si no queremos que algo se sepa, simplemente no lo decimos (publicamos).
Evitar la paranoia digital y sus aliadas (la soberbia y la hipocresía) pueden ayudarnos a mejorar la salud.
Y por qué no, guardar pequeños secretos íntimos, esos que a nadie tienen por qué importar pero que nos hacen sentir especiales, tal vez nos muestre como personas un poco más interesantes.
Creo que este texto es más largo que el ensayo que estoy leyendo.
No tengo remedio.