Perú: Crónica de un autogol (o varios)

Dicen que el fútbol es el mejor reflejo de una sociedad, y muchas veces esto es cierto. Lo podemos ver en la corrupción y la desidia que detuvo en seco el desarrollo de los equipos locales peruanos, amén de dirigentes que manejaban y aún manejan a sus clubes como si de una caja chica se tratara, contratos con acuerdos y comisiones “de palabra” y cuestionables uniones en pos de beneficios para los amigos de siempre, sin importar el desarrollo de la mayoría.

¿No suena conocido? Es porque refleja lo que está ocurriendo en nuestro país desde hace ya varios años, con grupúsculos de poder unidos por la conveniencia y, lamentablemente, también por una necesidad conjunta de limitar el alcance de nuestro alicaído sistema de justicia. 

Esto lo vemos en las cuestionables propuestas y leyes aprobadas por un Congreso que cuenta con índices de desaprobación sin precedentes. Y eso es decir mucho.

Recientemente dos iniciativas legislativas encendieron las ya desgastadas alarmas de una opinión pública que parece haberse resignado a la mediocridad y al descaro de quienes dirigen actualmente gran parte de los destinos de la nación.

La primera, que fue debidamente cuestionada por el colectivo de líderes empresariales de Capitalismo Consciente Perú, al cual pertenezco, es la restitución de 14,000 docentes a la carrera pública magisterial.

Docentes que, en su momento, no aprobaron las sucesivas pruebas requeridas, una vez que se decidió que la meritocracia y las capacidades debían definir quién merecía ascender o continuar en la carrera pública de un sector clave como es la educación. Esta iniciativa es un golpe en la cara a los docentes que se ganaron su lugar mediante pruebas que daban un atisbo de esperanza a los estudiantes del sistema educativo público peruano. ¿Cómo les decimos que se esfuercen y que eventualmente ese esfuerzo será recompensado cuando les damos estas señales desde uno de los poderes más importantes del estado?

A este despropósito debemos sumarle otro. El 7 de septiembre, el Congreso aprobó una moción para investigar y remover a los miembros de la Junta Nacional de Justicia (JNJ). El asunto no es el hecho en sí, porque en efecto es una clara atribución del Congreso, sino son las alegaciones para esta investigación sumaria, la cual señala que la JNJ habría cometido “faltas graves”, las mismas que entran en el terreno de la interpretación, que, lamentablemente, se ha convertido en los últimos años en moneda corriente para diferentes decisiones que no han hecho sino golpear a un Perú que se resiste a crecer.

Esto no hace sino socavar las bases de nuestra alicaída democracia y, peor aún, genera un entorno en el cual la inversión privada lo pensará dos veces antes de apostar por cualquier proyecto ¿Quién invertiría en, por ejemplo, la nueva Carretera Central, si no se sabe cuánto tiempo durará el actual ministro de Transportes y Comunicaciones? La incertidumbre es una pésima aliada del desarrollo.

Ahora bien, soy un optimista. Volviendo a la analogía futbolística, si bien las ligas locales suelen ser reflejo de sus países, a veces ocurren pequeños milagros. Lo vivimos recientemente con nuestra Selección. Lo mejor de cada equipo se unió bajo un liderazgo capaz de consolidar esos talentos con el fin único de lograr la clasificación al Mundial de Rusia después de 3 décadas.

Estos 23 jugadores demostraron que la medianía del torneo local no era nuestro techo. Nos convencieron de que con el estímulo, la disciplina y la guía adecuada, podemos lograr grandes cosas.

El mensaje de Capitalismo Consciente Perú es un gran primer paso, es la evidencia que la clase empresarial está despertando. Si logramos conectar también con el ciudadano de a pie y generamos consensos, podemos exigir y liderar el país hacia algo mucho más grande que la clasificación a un Mundial: al desarrollo y al bienestar, reduciendo la pobreza.

¡Empecemos hoy! No nos quedemos callados. Sigamos los caminos civilizados que nos permitieron vivir esos años de bonanza y, mediante estos, demostremos que estamos hartos de autogoles absurdos. No pretendo ganar la Copa Mundial (por el momento), pero me niego a que el Perú sea la Cenicienta del mundo.