No perdiste energía, perdiste claridad.
Recientemente una de mis clientes (llamémosle Karla para proteger su identidad) me indicó en su sesión de coaching que necesitaba hacer algo para recuperar su energía; indicando que desde hace varios días ha sentido cómo ha venido decayendo y cómo había trabajado muy poco sobre sus prioridades (lo cual descubrimos después que no necesariamente era cierto; lo cierto era que ella lo percibía así).
Viniendo de ella me extrañó pues “Karla” es de esas mujeres que han sabido lograr resultados extraordinarios en su trabajo y estudios; una persona dinámica y orientada a resultados y además, viéndola personalmente no parecía estar teniendo un problema de energía.
Al profundizar sobre su situación fue sencillo definir que no se trataba de un problema de energía física y desde la perspectiva de Karla era más un asunto de energía emocional; sin embargo, unas cuantas preguntas más adelante Karla pudo descubrir que lo que ella consideraba como falta de energía no era otra cosa más que falta de claridad y enfoque.
Comparto este artículo porque la situación de Karla no es algo que le suceda sólo a ella; sino por el contrario es algo que eventualmente puede pasarnos a todos.
Verás, el otro día aprendí sobre un experimento que hicieron con unas pulgas…en el experimento las capturaron en un frasco de vidrio con tapa; como era de esperarse las pulgas comenzaban a saltar, y saltar, y saltar constantemente en su intento de salir del frasco; sin embargo, en cada instante chocaban con la tapa. Conforme fueron avanzando en sus intentos de escape, las pulgas comenzar a saltar menos, y menos y cada vez menos hasta llegar a saltar no tan alto como para dejar de golpear la tapa. Cuando esto sucedió, quienes realizaban el experimento procedieron a remover la tapa del frasco y resultó que aún cuando la tapa había sido removida, las pulgas no hicieron un esfuerzo por saltar más alto y salir; simplemente se mantuvieron en el jarro saltando bajo. No es que las pulgas perdieron energía; lo que perdieron fue interés. Si se pudiera preguntar a las pulgas qué pensaron en ese momento, imagino que habrían dicho: ¿Para qué seguir saltando y golpeándome la cabeza si está claro que no podré salir de aquí?
En el caso de Karla, diferentes razones que no viene al caso mencionar, la llevaron poco a poco a dejar de seguir intentando hasta el punto en el que habiéndose dejado nublar su meta u objetivo principal, perdió el enfoque de sus prioridades y comenzó a bajar el ritmo de sus actividades. No fue que Karla perdió energía; en realidad fue que temporalmente perdió motivación porque permitió que los obstáculos le nublaran la visibilidad sobre su objetivo principal.
La buena noticia es que a diferencia de las pulgas, en nuestro caso “la tapa del frasco” la controlamos nosotros con nuestra mente (nuestros pensamientos) y con éstos precisamente tenemos la capacidad de re-enfocar nuestras prioridades y descubrir como en el caso de Karla que en realidad sí tenemos energía y que lo único que hace falta es hacer una pequeña pausa para recordar nuestros objetivos, su importancia y rediseñar una nueva ruta que nos lleve a ellos.
Esto me recuerda una historia que leí acerca de una nadadora... Continuar leyendo aquí
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Recuerda que aún puedes registrarte a nuestro próximo taller: Piense y hágase Líder facilitado por Minor Arias quien es presidente de la empresa Líderes Determinados, coach e instructor certificado de The John Maxwell Team, coach miembro de The Prosperous Coach Community y fundador del club Toastmasters Costa Rica.
Supply Chain Manager Central America and the Caribbean | Supply Chain Manager Centroamérica y Caribe en Kimberly-Clark
7 añosMe encantó, es super cierto y esos son los momentos en que debemos sacar la cabeza y respirar para encontrar el objetivo principal.