Pertenecer

¿Qué es tu hogar? ¿Y tus raíces?

Quizá la respuesta a estas preguntas aparezca de inmediato, o quizá, una mirada algo más profunda te permita adentrarte en nuevas respuestas.

Nuestra pertenencia está siendo cuestionada por el impacto que genera en nuestra vida, de manera completamente directa, inmediata e irreversible. Puede que nuestra visión cortoplacista y antropocéntrica aún nos dificulte adentrarnos en un diagnóstico del futuro cercano, y nos demos de bruces con sus consecuencias, o puede que anulemos gran parte de la información que recibimos, simplemente porque no sabemos explicarla con palabras, o racionalizarla de una forma que queramos comprender; pero lo cierto es que estamos dejando de pertenecer como antes: nos disolvemos, nos fragmentamos, cada vez más y de forma más rápida, y en esta huida desesperada buscamos pócimas mágicas que solucionen este desastre, a menudo, en lo ajeno.

En mi experiencia, la pregunta que abre el diálogo interno es sencilla: ¿Cómo pertenezco? Y de aquí surge un torrente de preguntas más: ¿Creo condiciones para vincularme de una forma genuina? ¿Qué alienta mi forma de pertenecer? ¿Dónde están mis anclajes? ¿Y qué forma tienen? ¿Cuán consciente soy del intercambio energético que se produce en mis vínculos? ¿Cuánto doy y recibo, y cómo lo hago? ¿Qué alimenta mis vínculos, y los vínculos de mis vínculos, y los vínculos de mis vínculos de mis vínculos? ¿Cuánto soy capaz de ver y sentir en cada contacto?

Ser soberanos de nuestra vida parece una práctica desafiante y a menudo escurridiza. La verdad que creemos hoy deja de ser verdad mañana: nuestros anclajes cambian a una velocidad tan rápida que apenas los vemos llegar y despedirse, y a veces nos desesperamos buscando nuevos espacios que nos permitan sostener una forma de vida que ya es insostenible. Quizá sea porque lo estamos haciendo todo al revés. ¿Queremos comprometernos verdaderamente a vivir de una forma distinta, que sostenga nuestra vida y por tanto nuestra pertenencia, o nuestro instinto de supervivencia sigue activando los mismos mecanismos que nos llevaron al problema, y por tanto al colapso y a la destrucción? ¿Cuán conscientes somos de esta dinámica y de los mecanismos que la sustentan?

"Comportarme como la naturaleza" es un mantra a través del cual exploro y me reconozco en mi práctica creativa diaria, desde diferentes prismas. Dejo que me inunde, me atraviese y me muestre nuevos espacios en mi habitar cotidiano: danzando, cantando, estudiando, cocinando, compartiendo mi tiempo y reflexiones contigo o dando un paseo por el bosque. Y es tal la magnitud de la pregunta que abre esta práctica en mí que me sigue pareciendo un misterio constante y, de algún modo insondable e inabarcable. ¿Seré capaz de combinar tantos siglos de condicionamiento racional con una práctica de pertenencia más consciente, sabia y soberana de mi vida y de la vida que fluye a través de mí? ¿Será éste el camino para pertenecer a la tierra? Este proverbio Sioux quizá sea un buen recuerdo para mantenerme presente: "Cuando la sangre de tus venas retorne al mar y el polvo de tus huesos vuelva al suelo, quizá recuerdes que esta tierra no te pertenece a ti, sino tú a la tierra."

¿Y tú, a quién y cómo perteneces?

Te invito a indagar un poco más sobre ésta y otras cuestiones en un tejido de escucha profunda, voz y viaje a las profundidades de ti.

En Eora Tierra te ofrecemos un espacio cuidado y sostenido donde practicar el amor a la vida y a nuestras creaciones para crear la nueva realidad que el planeta necesita. Si estás liderando un proyecto consciente y sostenible, creativo y/o educativo y te apetece que unamos nuestros talentos, experiencia y sabiduría, ¡hablemos! Y si quieres que te ayudemos a ser una marca en sintonía con la vida y con el planeta: ¡conozcámonos!

¡Feliz viaje de amor a la vida! 🧚‍♀️