¿Piensas renunciar a tu trabajo? Estas son las 3 cosas que hago cuando voy a tomar esa decisión.

Renunciar a cualquier trabajo es posiblemente una de las decisiones más difíciles e incómodas que se toman en la vida, pero lo que aprendido en mi vida laboral es que lo que hace difícil la decisión de renunciar no es en sí mismo abandonar tu actual trabajo. Es la sensación de incertidumbre de lo que vendrá después. No sabemos si nos va a ir bien en nuestro siguiente trabajo; o si estamos emprendiendo, no sabemos si nos va a ir bien en el negocio y eso causa ansiedad. Mucha.

En este otro escrito te conté por qué renuncié a uno de mis anteriores trabajos en donde ganaba alrededor de $100 mil dólares anuales pero ahora te quiero contar las cosas que hago cada vez que voy a tomar una decisión de ese estilo y que me ayudan a disminuir esa incomodidad que genera la incertidumbre de lo que vendrá después.

Asegúrate que estás renunciando por las razones correctas.

La primera pregunta aquí es: ¿Por qué quieres renunciar? ¿Tienes algún conflicto con alguien? Si es así, entonces la verdadera razón de tu renuncia no es que ya no disfrutas tu trabajo. Es que tienes un conflicto. Resuélvelo y seguramente volverás a sentirte a gusto con lo que haces. Si identificas la verdadera causa de la insatisfacción y la resuelves, no hay razón para someterte al estrés de buscar un nuevo trabajo, PERO, y este es un gran pero, si esa insatisfacción no tiene solución, es decir, si quieres renunciar porque ya no disfrutas lo que haces, entonces lo que hago aquí es aplicar la regla “mínimo 2 de 3” que hace algún tiempo aprendí de un amigo cercano. Funciona así:

Mínimo, debes tener garantizadas en tu trabajo actual dos de las siguientes tres cosas:

1. Un salario con el que te sientas a gusto;
2. Estás aprendiendo nuevas habilidades; o
3. El ambiente y la cultura de trabajo son inmejorables.

Si puedo tener los 3, es el trabajo ideal. Si no, al menos 2. Si no tengo ni eso, es hora de buscar nuevos horizontes.

Encuentra el verdadero valor del cambio.

Después de asegurarme de que estoy renunciando por las razones correctas, la pregunta que sigue a continuación es: ¿Qué voy a hacer ahora? Si la respuesta es que estás cambiando tu trabajo actual por otro que es exactamente igual, quizás el costo de oportunidad del cambio no valga la pena. Es volver a empezar en una organización donde quizás no muchas personas te conozcan a cambio de casi lo mismo de lo que ya tienes hoy en día. Simplemente el desgaste no vale la pena. Aquí la regla “mínimo 2 de 3” puede volver a funcionar muy bien para encontrar el verdadero valor del cambio.

Ten un plan de contingencia.

Antes de tomar una decisión de cambio de trabajo, me aseguro de dos cosas:

1. Dejar una buena relación en la empresa en la que estaba. Quizás te puedas encontrar a tu anterior empleador como cliente o proveedor en el futuro o quizás quieras dejar la puerta abierta en caso de quieras volver. Sea cual sea la razón, es mejor dejar una buena relación construida que salir mal; Y
2. Tener un fondo de ahorro de contingencia. En mi caso, a mí me da paz mental tener al menos 6 meses de gastos ahorrados. Quizás para ti sea diferente. Quizás sea tener 12 meses o quizás sea tener 3. Sobre este punto haré un artículo más largo para hablar sobre las 5 cosas que hago para mantener al día mi salud financiera, pero el mensaje principal es: Ten algo que te ayude a sentirte con tranquilidad en caso de que algo no salga como pensabas. Afortunadamente nunca he tenido la necesidad de usar este ahorro de contingencia, pero es preferible tenerlo y no necesitarlo a necesitarlo y no tenerlo.

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