Polinizadores en peligro: las moscas de las flores
El grave declive que sufren los polinizadores amenaza la agricultura y los hábitats naturales por lo que recuperar sus poblaciones es uno de los objetivos de la ley de restauración de la naturaleza. Sólo en la UE, cuatro de cada cinco especies de cultivos y flores silvestres dependen de la polinización por insectos y entre 5 000 y 15 000 millones de euros de la producción agrícola anual de la UE se atribuyen directamente a los insectos polinizadores (Vysna et al., 2021).
Consciente de este problema hace ya más de un año que en nuestro proyecto de investigación sobre recuperación de del bosque mediterráneo se empezaron también a inventariar insectos, especialmente polinizadores. Por ahora es tan solo una primera aproximación para conocer al menos los géneros que habitan el bosque mediterráneo bien conservado.
La imagen con la que ilustro este artículo es de una Vucella elegans, fotografiada sobre un saúco en la Zona Especial para las Aves del Gévora Alto (Cáceres), una especie endémica en Europa que pertenece a la familia de las moscas de las flores. Los sírfidos, o moscas de las flores, son una gran familia de insectos, hermosa y excepcionalmente diversa. Como el segundo grupo de polinizadores más importante detrás de las abejas, también son esenciales para nuestras vidas, brindando un servicio ecosistémico que forma la base misma de nuestro sistema alimentario y, de hecho, de nuestras vidas. En Europa tenemos al menos 890 especies diferentes, muchas de ellas están amenazadas.
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Los adultos son muy diversos en tamaño, forma y patrón de color, pero la mayoría tiene hábitos alimenticios similares en el sentido de que toman el néctar y el polen de las flores. Aunque parezca que están inmóviles en el aire mientras flotan, en realidad mantienen su posición con hasta 300 aleteos por segundo, y con ligeros ajustes en la posición de sus alas pueden acelerar a una velocidad asombrosa en casi cualquier dirección.
Muchos de los patrones de color distintivos de los adultos son miméticos con insectos nocivos como abejas y avispas, es decir, imitan a especies peligrosas para alejar a los depredadores. Varias estas especies son polimórficas, es decir, tienen dos o más colores, se transforman en cada uno imitando un patrón diferente de abejorro.