A ponerle fin a los “juegos previos”
Creo que es hora de acabar con los juegos previos. Para ser más específico, deberíamos eliminar el término en sí. ¿Qué son los juegos previos en la vida sexual de una persona? Para algunos, son el “extra” que se añade al sexo para entrar en calor antes de la verdadera acción; para otros, son una parte indispensable; y hay quienes los ven como un paso dentro de la estructura del acto sexual. Aunque existen diversas formas de percibirlo, lo que queda claro es que los llamados juegos previos se consideran una categoría aparte del acto sexual “principal”, socialmente asociado con la penetración.
Jerarquía Harakiri
Todos los actos sexuales son, fundamentalmente, actos sexuales. No debería existir ningún tipo de jerarquía, pero la sociedad ha marcado ciertos actos como más válidos, mejores o peores. Aunque parezca absurdo tener que aclararlo, es necesario. Hay estimulación genital directa, indirecta, con manos, dedos, boca, lengua, nariz, dientes, pezones... todo cuenta. Todos estos actos pueden generar mucho placer en uno mismo o en nuestra(s) pareja(s). Sin embargo, al separar el sexo oral, los besos, las caricias, el juego con pezones, etc., en una categoría distinta, de algún modo se les resta valor, convirtiéndolos inconscientemente en algo secundario. Estos pueden verse como un extra o una opción durante el sexo, justamente porque, dentro de la jerarquía de actos sexuales, la penetración ocupa la cúspide. Es lo más esperado, lo más buscado, lo más ansiado. Está tan por encima de todo que cualquier otra forma de estimulación sexual que no sea pene-en-vagina o pene-en-ano se percibe como algo menos que sexo. Casi-sexo, por llamarlo de algún modo. Puede que hayas recorrido el cuerpo de tu pareja con caricias y besos durante horas, pero si no ha habido penetración, pareciera que no han “follado”; según la percepción común, no has tenido sexo con esa persona.
Las nociones de intimidad, placer, complicidad, vulnerabilidad y confianza que se generan durante el sexo no penetrativo (el casi-sexo) se perciben, exclusivamente en el plano mental, como algo menos placentero, un paso previo al VERDADERO placer, que es la penetración. La realidad es que cualquier acto sexual es, por definición, un acto sexual y, como tal, es placentero e íntimo. La creación de una jerarquía tan marcada que llega a influir en nuestra percepción del placer hasta tergiversarla, es una forma de autosabotaje: arruinamos nuestro concepto de sexualidad al asumir que hay un objetivo, algo superior a todo lo demás, un tipo de estímulo mejor que el resto. Esto es una premisa falsa. Lo que sí es cierto es que, al ir a la cama con una serie de requisitos —TIENE que haber erección, TIENE que haber penetración, la penetración TIENE que durar un tiempo y TIENE que haber orgasmo (preferiblemente masculino, ya que el femenino sigue siendo, en muchos casos, un plus)—, creamos categorías y jerarquías en los actos sexuales que son, en mi opinión, un disparo al pie como sociedad.
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Una nueva perspectiva
Romper con la jerarquización de los actos sexuales forma parte de un proceso de deconstrucción que considero necesario para cada uno de nosotros. Lo único que se obtiene de este proceso es algo positivo: despertar una nueva mirada hacia nuestra sexualidad, en la que todos los actos placenteros e íntimos se reconozcan como sexo en sí, sencillamente porque lo son. El sexo no es sinónimo de penetración; la penetración es solo uno dentro del abanico inmenso de actos sexuales que pueden conformar la experiencia erótica. Ninguno es superior, ninguno vale más, ninguno es un paso previo a nada. Al abrir nuestra perspectiva sexual, podremos disfrutar mucho más de nuestras experiencias: ya no habrá objetivos en la cama, ni requisitos que cumplir en una actividad en la que, al fin y al cabo, participamos para disfrutar. El sexo no tiene una meta; deberíamos eliminar no solo los “TIENE” del sexo, porque en el sexo no TENEMOS QUE absolutamente nada. En el sexo lo pasamos bien, conectamos, compartimos y sentimos.
Por eso propongo que comencemos a cuestionarnos cómo percibimos nuestra sexualidad y el propio acto sexual. Trabajos de deconstrucción como este son intrínsecamente positivos y gratificantes. Sugiero que, poco a poco, eliminemos la subcategoría de “juegos previos”, ya que no tienen nada de “sub”. Los actos sexuales no penetrativos son sexo. Instalar esta noción en nuestra mente nos permitirá dar un paso hacia una sexualidad más sana, segura y placentera.