Por más días y noches de museo

Por más días y noches de museo

Por: Monica Briançon Messinger

Fueron muchos los que asistieron a la larga noche de los museos, aunque pocos recuerdan lo que vieron allí. Esa cita nocturna sirvió para alentar las visitas a los olvidados y cuasi empolvados museos, pero se transformó en una cita callejera.

¿Cuántos de los que visitaron el Instituto de Investigaciones Antropológicas y Museo Arqueológico de la Universidad Mayor de San Simón repararon en el Padrenuestro dibujado en un pergamino de cuero, diseñado para enseñar esta oración a las comunidades que no sabían leer y escribir? ¿O en el Hombre de Jayhuayco?

O algunos de los que estuvieron en el Museo de historia Natural Alcide D’Orbigny saben ¿cuál es la edad del fósil celacanto? Es posible que muy pocos la sepan.

Sin embargo, la iniciativa cultural fue exitosa porque es notorio que los ciudadanos quieren salir de su rutina y hacer algo diferente en sus ciudades no sólo salir a comer o pasear, sino también conocer un museo.

Hace falta, en este caso en particular, una mayor dosis de marketing cultural, por parte de los museos, y de las instancias públicas y particulares que impulsan esta actividad, para detectar cuál es la necesidad latente de los consumidores para poder satisfacerla y dejar de creer que el consumo cultural se resume a proporcionar verbenas y conciertos populares en parques y plazuelas.

Las razones sobran para ir a un museo, porque en definitiva éste sorprende puesto que sus colecciones nos ayudan a comprender mejor el pasado, el presente y el futuro del mundo en que vivimos. Da la gran sensación de que el tiempo se detiene en ese microespacio.

En estos lugares, casi siempre pulcros y enigmáticos, se guardan restos de nuestra memoria y el conocimiento, luego, se transmite a cada generación.

Por eso, se hace urgente más días y noches museísticas.

Empero, lo que está en crisis es la relación que se construye entre la obra expuesta y el público así como la institución y el público. Hay varios ejemplos en Cochabamba, donde en ningún caso, después de ver una exposición otorgan la posibilidad de presentar la valoración del visitante por medio de una encuesta, entonces, ¿cómo van a saber si algo ha gustado o no? o ¿cómo valorar si hay algo que mejorar?

Entonces es mejor proveer los canales suficientes para mejorar la relación entre visitantes y museos, entendiendo que la comunicación es una herramienta de cambio, pues permite a la organización modificar las percepciones, las actitudes, los conocimientos y la conciencia: puede transformar la indiferencia en deseo o las percepciones negativas en positivas.

 La autora es magíster en comunicación social y periodista

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