Por qué las elecciones de octubre en Brasil no importan

Por qué las elecciones de octubre en Brasil no importan

Votar es y seguirá siendo sinónimo de perpetuar el actual sistema de gobierno que favorece la misma estructura de poder que existe desde hace más de 35 o 50 años.

Las elecciones no tienen importancia, en ningún lugar. Votar no es importante, en ningún lugar.

Si las elecciones importaran en el gran esquema de la vida política, nunca se realizarían.

Las elecciones son una ilusión vendida por vendedores muy inteligentes.

Si votar importara, ya habría sido declarado ilegal.

Votar es una ilusión, así como las elecciones lo son.

El supuesto voto popular es una cortina de humo que esconde la casa de los horrores conocida como POLÍTICA.

Brasil no es nuevo a esta realidad, pero los brasileños tienen una memoria muy corta.

La divinidad de votar es una creencia, pero en algunos países como Brasil, el gobierno obliga a sus ciudadanos a votar.

¿Por qué?

¿Por qué votar garantiza la existencia del modelo de control donde todo funciona igual, siempre. Este modelo prioriza al gobierno sobre las personas, aunque las personas son las que lo crearon y lo dieron legitimidad.

Votar en elecciones como forma de control todavía existe porque es la forma más simple de mantener a las personas dóciles. Todos creen que tienen el derecho a elegir su presidente o sus representantes, y eso resulta en conformismo.

La gente cree que votar por uno u otro hará una gran diferencia, pero en realidad no hay diferencia.

La mayoría de las personas que votan por un candidato o por otro, creen que ese candidato es el mejor porque es quien mejor representa sus ideas y será quien mejor cuidará de sus derechos, o quién dará nuevos derechos.

Pero la gente ni siquiera sabe que muchas de las ideas que apoyan no son propias y que sus cerebros se han adoctrinado, por lo que piensan de una manera u otra.

La comunidad LGBT, por ejemplo, vota usualmente por candidatos liberales, por qué prometen otorgar más derechos que los candidatos conservadores.

La comunidad negra votó en masa por Barack Obama por que era la esperanza de que el primer presidente negro fuera a traer mejores condiciones para ese grupo. Hoy saben que se equivocaron.

Los latinos, en lugares donde son minoría, votan casi siempre por un candidato latino, aunque éste no sea el mejor de la lista, pues piensan que él o ella cuidará mejor de sus derechos y mejorará su condición de vida.

En otras palabras, los votantes dan su confianza a un individuo y a unos diputados para que gobiernen sus vidas, porque no saben cómo hacerlo.

Votar en elecciones, usualmente, gira en torno a defender “derechos” existentes o recibir nuevos “derechos“.

Los votantes están acostumbrados a pensar que cierto candidato va a proteger mejor sus “derechos” y / o les privilegiará con nuevos.

Los electores no se dan cuenta de que los derechos son sólo ideas y que tales ideas no existen. Son creados por la estructura de poder que controla el gobierno, cualquier gobierno, para mantener al pueblo obediente.

Si yo soy el creador y el proveedor de “derechos“, tendré el control. Puedo conceder y, también, quitar tales derechos. Por eso, el gobierno le concede el derecho al voto. Por eso, el gobierno cuenta los votos.

Sus derechos existen mientras ellos favorecen al gobierno y la estructura de poder que lo controla. Pero “derechos” no serían “derechos” si se pueden quitar en cualquier momento.

Si todos tenemos derecho a la vida, no habría abortos. Si todos tenemos derecho a una educación de calidad, no habría escuelas malas. Pero hay escuelas malas y abortos se realizan de forma legal e ilegal.

El mismo gobierno que dice que la vida es un derecho, financia el aborto, que es un procedimiento que acaba con la vida de un ser vivo.

Lo que los electores tienen no son derechos, sino privilegios disfrazados de derechos.

¿Por qué? Por qué los privilegios pueden ser mantenidos temporalmente y retirados cuando sea conveniente al gobierno.

La única cosa que el gobierno y la estructura de poder detrás del gobierno tienen interés en hacer es controlar y expandir ese control.

Si existe un derecho que el pueblo brasileño debería tener, es el derecho a pensar críticamente, pero, por supuesto, el gobierno nunca otorgará tal derecho.

Como el gobierno nunca concederá ese derecho, los brasileños deben tomarlo.

En los Estados Unidos, por ejemplo, las personas son igualmente engañadas, con la gran diferencia de que allí, los estadounidenses se mantienen en un estado continuo de prosperidad artificial generalizada para “protegerlos” de sí mismos.

En Brasil, la cosa es diferente. Aquí, los políticos y la estructura del poder no están preocupados porque saben que los brasileños duermen el sueño de los justos.

En Brasil, como en los Estados Unidos, los votantes fueron y siguen siendo sobornados por los políticos con sus promesas de campaña, incluso habiendo vivido más de 30 años en un completo engaño.

Presidentes fueron elegidos e impugnados. Políticos elitistas y socialistas fueron votados por los ciudadanos. Mujeres y gays fueron elevados a posiciones de poder; pero nada cambió.

¿Por qué? ¿Por qué las elecciones no importan. ¿Por qué votar no importa. Ambas acciones son irrelevantes.

Votar y elegir son insignificantes cuando quien se postula es quien cuenta los votos.

Votar es y seguirá siendo sinónimo de perpetuar el actual sistema de gobierno que favorece la misma estructura de poder que existe desde hace más de 35 o 50 años.

Votar en la elección de octubre es equivalente a decidir qué elite mantendrá control sobre su vida: la élite socio-comunista, que cree que el gobierno puede usar la violencia para despojárlo de sus derechos y crear derechos para otros; o la elite oligarca, los banqueros, que esclavizan al pueblo a través de su sistema de deuda perpetua promulgada por el gobierno, independientemente de qué partido político o candidato esté en el poder.

Lo que los brasileños necesitan no es votar sino entender que no hay una verdadera opción y que votar al menos peor tampoco es una opción válida.

Hasta el plan real, que sacó a Brasil de índices de inflación de más del 1300%, había sido preparado mucho antes de ser presentado por Fernando Henrique Cardoso.

Estaba claro que ese plan funcionaría, pues fue diseñado para ello. La pregunta es: ¿para quién funcionó mejor?

La lucha entre socialistas y socialdemócratas es un paradigma falso. Ambos son de izquierda. Ambos piensan que el gobierno debe ser el centro de todo.

Como George Carlin dijo: “Es un sistema manipulado, un gran club y los brasileños no forman parte de él.”

Si usted todavía no puede entender la razón del porque votar en las elecciones no importa, vea la serie de documentales de Brasil Paralelo titulada “El Teatro de las Tijeras”.

A continuación, los cuatro capítulos del documental:


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