¿Por qué nos asusta el coronavirus?
Todo lo que tiene que ver con la vida de los hombres, precisa de un contexto. Tal es el caso del coronavirus ¿Por qué está generando tal psicosis colectiva? En principio, porque al ser un patógeno desconocido, escapa a nuestro control, desnudando nuestra orfandad y gatillando tres de las cuatro emociones básicas: el miedo, la rabia y la tristeza. En segundo lugar, porque apela a la memoria atávica. La peste negra o bubónica, entre 1348 y 1353, mató a la tercera parte de la población europea (casi 4 de cada diez). Y más recientemente, la influenza española, de 1918, mató entre 50 y 100 millones de personas, además de producir grandes cambios sociales.
Ciertamente, el coronavirus no tiene tal letalidad, pero sí una difusión global sin precedentes. No creo que haya lugar en el planeta donde no se hable de él. De hecho, acaba de cruzar el umbral de los cien mil infectados. En el Perú, suman ya seis, es decir, el 0,006% del total mundial. Y aquí hay un dato interesante: el bono demográfico. Si comparamos la situación del Perú con la de Italia (200 muertos), notamos que en el Perú la población es mayoritariamente joven-adulta, mientras que, en Italia, hay un gran porcentaje de adultos mayores. Y este último es el grupo de riesgo, donde se produce la mayor mortandad (14%). Probablemente, el paciente “cero” apareció en Alemania, pero en Europa, Italia está llevando la peor parte.
Si bien, la cura podría tomar un año y medio más, China está logrando controlarla. En la zona donde surgió, se puso en cuarentena a 40 millones de habitantes, impidiendo prácticamente la circulación. Y este esfuerzo inmenso, ha logrado reducir el número de pacientes y que las calles empiecen a cobrar movilidad. Es decir, es controlable. Pero la psicosis colectiva, de la que hablaba al inicio, está generando en muchas ciudades la sobrecarga del sistema sanitario, generando paretos (80/20) para cubrir las posibles consecuencias de este virus, descuidando las atenciones que, regularmente, llenan las camas de un hospital.
Quizá, como en las historias distópicas y futuristas, no sea más que el inicio de un tiempo, en el que el contacto físico (apretón de mano, beso en la mejilla, abrazo) será recordado como una costumbre bárbara, arcaica e insalubre. Quizá…