¿Por qué?
Esa una de las muchas preguntas que todos nos hacemos cuando nos pasa algo significativo, el cual nos trastoca nuestra zona de comodidad o tiene un impacto directo físico y/o emocional en nuestras vidas como la conocemos.
La misma es planteada en múltiples ocasiones, especificamente en momentos en que impacta a nuestros seres más cercanos o a aquellos que tienen poca relevancia para los demás, pero para nosotros no.
La pregunta podría ser una justificación perfecta para alejarnos de las responsabilidades de nuestras decisiones y sus consecuencias.
También podría ser el de alejarnos de esos pensamientos que por alguna razón encuentran la salida al mundo, por medio de nuestras acciones involuntarias que cautivan la imaginación y nos posicionan en lugares no deseados.
Por otro lado, cabe la posibilidad que se convierte esa pregunta en una excusa perfecta, para declarar una insanidad momentánea en nuestras vidas y como la escogemos vivir.
Pero, por otra parte de aquellos que se hacen la pregunta, podría ser una justa, clara y precisa en un momento adecuado, aunque la respuesta no sea la anhelada, correcta o que no exista en ese momento.
Pero de algo estamos claro y es que algo importante suele suceder cuando conjugamos esa seis letras, y claramente es el comienzo de un despertar a lo que nos rehusábamos, posiblemente por haber estado ciego, sordo y mudo, con previo conocimiento, o solo estábamos ajenos de su existir.
Pero no importa cual es el escenario que se parezca a su realidad, la verdad es que la pregunta es una que nos encarcela en las garras de la insertidumbre y el señalamiento de una sociedad punitiva.
Que tal si en vez de hacernos esa pregunta, comenzamos a jugar con un nuevo paradigma, uno que envuelva el replantearnos esa pregunta, la cual no debería de ser la primera pregunta que nos hagamos cuando nos cambian las reglas.
Que tal si hiceramos un esfuerzo para modificar la misma y sustituirla como por ejemplo con estas preguntas: ¿para qué? ¿cuál es la intención? ¿qué de importante tiene lo que estoy viviendo? ¿que lección deseo aprender?.
Que tal si adoptamos nuevas formas de plantearnos esos misterios de la vida, los cuales no tiene una intención punitiva, por el contrario, nos brinda una nueva oportunidad de ser compasivos con nosotros mismos y con eso que nos está sucediendo.
Que tal si en vez de estar autoflajelándonos por la inabilidad de explicar las cosas, y mucho menos entender las curvas que la vida nos trae y nos tomamos un tiempo razonable para sentir, centrarnos, razonar y luego reaccionar.
Que tal si le damos unas buenas vacaciones a la pregunta que nos encarcela y que no nos deja ver un mundo lleno de oportunidades, que nos brindan las continuas variantes de nuestra vida cotidiana.