Por qué (ya) no aspiramos a ser un proyecto de éxito
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Por qué (ya) no aspiramos a ser un proyecto de éxito

Después de algo más de 6 meses de recorrido de este experimento vital, profesional y empresarial, llamado Vivarium, iniciamos esta serie de artículos con la intención de recoger y compartir las principales reflexiones y aprendizajes que vamos encontrando en el camino de iniciar y consolidar un nuevo proyecto.

Queremos compartir contigo, nuestra forma de entender el mundo, la vida, el trabajo, las relaciones... y que estas líneas, poco a poco, se conviertan en testigo de cómo esas “formas” van evolucionando y se van enriqueciendo a fuego lento, a través de las experiencias vividas y los maestros y maestras encontrados. Pero también –y aquí te confesamos cierto egoísmo– entender(nos) mejor mientras las escribimos y poder poner palabras a aquello que sentimos.

Sentado el breve preámbulo, en este primer artículo me gustaría compartir contigo por qué hemos dejado de aspirar a ser un proyecto de éxito e invitarte a reflexionar juntos sobre la idea de éxito que tenemos en esta “sociedad de la auto-explotación”, en la que nos estamos matando a base de realizarnos a nosotros mismos, como dice Byung-Chul Han.

Como gran parte de las personas de mi generación, mi paso a la edad adulta e inicio de la etapa formativa superior, tuvo de trasfondo un alto nivel de confusión y un grado de frustración elevada (cuyos motivos y desenlaces darían para otro artículo), que solo era capaz de calmar con cada vez más y más estímulos: más información, más cursos, más viajes, más cambios, nuevas relaciones, nuevos proyectos. Pero sin duda, uno de los estímulos que más captó mi atención fue el de los predicadores del emprendimiento, adalides de la idea predominante de éxito en este siglo 21.

El paradigma actual del emprendimiento, alimentado por aceleradoras, incubadoras, gurús, universidades, empresas, instituciones públicas o trillonarios como Bezos, nos vende de forma consciente o inconsciente una idea muy concreta de éxito, y yo, que he tenido la suerte de vivirlo desde dentro, te confieso que la compré con todo.

De esta etapa, aún recuerdo ideas que incorporé a mi discurso y a mi vida y que afectaron a decisiones de gran calado, como:

  • Éxito = escala. Cuanto más vendas, más inversión captes, a más personas impactes o más proyectos crees, más exitoso serás. Dejar un legado en la sociedad se convierte en prioridad y el éxito viene de fuera: “solo cuando haya creado o participado de algo grande seré feliz o me sentiré realizado” o “solo cuando me reconozca un gran número de personas habré alcanzado el éxito”.
  • Primero hazlo, luego piensa cómo. Muy relacionada con el “consíguelo a toda costa” o el “fake it until you make it”. El cómo no es tan importante como que otros te compren el qué, porque una vez te lo hayan comprado podrás pararte a definir cómo. Mi experiencia trabajando en distintas start-ups y scale-ups es que el momento de pararse en el cómo nunca llega, o llega tarde.
  • Todo el mundo puede ser emprendedor, de hecho, todo el mundo debería querer serlo. Sin atender al apoyo económico, familiar, relacional... o al esfuerzo, sacrificios, perseverancia y tolerancia a la incertidumbre que requiere emprender y que (seamos realistas) no todo el mundo esta en condiciones de acometer. Menospreciando otras elecciones de vida que no elevan el trabajo al principal, o incluso, único ámbito a atender en tu vida. Menospreciando también otros enfoques empresariales más humildes.
  • El conocimiento, la experiencia o las capacidades técnicas importan menos que las ganas. ¿Cuántas incubadoras acogen o conforman equipos de trabajo sin la capacidad de desarrollar los proyectos que proponen basándose únicamente en sus “ganas” o “espíritu emprendedor”? Se aprende haciendo, por supuesto, pero hace falta algo más que ganas o espíritu para crear un proyecto con sentido. Lanzarse a la piscina sin más trae grandes aprendizajes y también mucho sufrimiento y grandes despropósitos en el proceso.

Y aunque me doy las gracias a mí mismo y a aquellos que me han acompañado, por haberme dado cuenta pronto de que comulgar con ellas no me llevaría a sentir menor confusión, vivir una mejor vida, o en última instancia poder tener un impacto positivo y real sobre los grandes retos que las personas enfrentamos en nuestro contexto actual, no puedo negar que he tenido múltiples recaídas (y que probablemente las seguiré teniendo).

En efecto me doy cuenta de que realmente habían calado hasta el fondo de mí, de que las había aceptado como ciertas y de que inmunizarse contra el constante bombardeo a nuestra atención de “ejemplos” y buscadores de “éxito”, no es tarea fácil y requiere un esfuerzo constante y un gran compromiso y confianza con uno mismo.

Cuando nos decidimos a crear Vivarium, nuestra premisa y el motor de la iniciativa fue “mostrar que otra forma es posible”. Sin embargo, y a pesar de que las personas del equipo fundador proveníamos de trayectorias vitales y profesionales muy distintas, y queríamos alejarnos del marco establecido, acabamos iniciando esta andadura sobre la trasfondo de muchas de estas ideas.

Sin saber hasta qué punto estábamos siendo influenciados por las ideas socialmente predominantes de éxito, nos lanzamos a crear un proyecto empresarial y vital sobre la base de que el éxito radicaría en hacer realidad una idea de modelo de vida y trabajo para que un gran número de personas pudiesen vivenciarlo, enriquecerlo y difundirlo. Recalco, “hacer realidad una idea [...] para que un gran número de personas [...]”.

Creamos un proyecto sin tener en cuenta la sostenibilidad económica a corto plazo, sin atender a nuestras necesidades personales, sin tener en cuenta nuestras capacidades y nuestra idoneidad como equipo para llevarlo a cabo, sin sentar unos principios mínimos sobre los que poder colaborar y construir junto a otros (esperando que con la mera intención fuese suficiente) y confrontando constantemente esa "gran idea" con una realidad que poco se le parecía. Todo ello impulsado por la voluntad de hacer realidad “un sueño”.

Con otras palabras, pero todo ello síntomas de la fiebre del emprendimiento actual.

Y ojo, no digo que todo emprendedor cometa los mismos errores, sino que todo el modelo y el orden socioeconómico dominante te empujan con gran ahínco a cometerlos.

Esto nos ha llevado, en estos primeros meses de vida, a sufrir enormemente, a nivel individual y como equipo y a comprometer muchos aspectos importantes de nuestras vidas en pro de ese gran “sueño”, que por supuesto, no hemos llegado a realizar, ni probablemente hubiésemos podido realizar nunca de seguir por el mismo camino.

Sin embargo, todo lo vivido nos ha traído hasta aquí, y hoy seguimos trabajando día a día para “mostrar que otra forma es posible”. Por supuesto aproximándonos al proyecto de forma radicalmente distinta y con la tranquilidad de habernos podido dar cuenta a tiempo, parar, aprender y continuar caminando con fuerza renovada.

Si algún día aspiramos a ser un proyecto de éxito, hoy hemos renunciado a ello. Al menos a ser un proyecto de éxito bajo los estándares hegemónicos. Y esto se debe a la realización de que perseguir esa idea de éxito, implica necesariamente hacer cosas que nos impiden ser coherentes con nosotros mismos y traer un poco más de ese gran “sueño” a nuestro día a día y al de aquellas personas que se sientan apeladas por él. En forma, ahora sí, de pequeñas pero significativas mejoras tangibles.

Hoy mantenemos abierta la pregunta de qué es el éxito para nosotros, pero tenemos claro que no radica en un destino que alcanzar o un gran ideal que hacer realidad. Seguimos queriendo generar un impacto positivo en los grandes retos que observamos, pero nos hemos decidido a atendernos a nosotros mismos para que ese impacto sea real y sostenible. Continuamos anhelando reconocimiento, pero el que es verdaderamente importante ahora, es el de unas pocas personas cercanas a quienes admiramos y quienes sentimos que nos admiran.

En la comunidad de Vivarium, y en nuestros proyectos con equipos y organizaciones, esto se traduce en que el tamaño ya no es importante para nosotros, porque el simple hecho de que una persona pueda vivir mejor gracias a nuestro trabajo es suficientemente transformador. Se traduce en que queremos trabajar y vivir haciendo las cosas con cariño, con cuidado y atención, buscando mostrar esa nueva forma a través de cada palabra y cada gesto. Y se traduce, por último, en que el equilibrio con otras esferas de nuestras vidas es fundamental, porque si no cuidamos de nuestras propias necesidades y vivimos conforme a ellas, difícilmente podremos acompañar a otros y generar contextos donde se produzcan cambios verdaderos.

En definitiva ya no aspiramos a ser un proyecto de éxito, porque precisamente nacimos para mostrar – también – que otra forma de ser exitoso es posible.

Y quizás, esa nueva forma se asemeje más a la propuesta, brillantemente, por Emerson.

“¿Qué es el éxito? Reír mucho y con regularidad; Ganarse el respeto de personas inteligentes y el cariño de los niños; Lograr el aprecio de críticos sinceros y soportar la traición de falsos amigos; Apreciar la belleza; Encontrar lo mejor en los demás; Dejar el mundo un poco mejor, ya sea mediante un niño sano, un trozo de jardín, o una condición social redimida; Saber que por lo menos una vida ha respirado mejor porque tú has vivido. ¡Eso es tener éxito!”
Ralf Waldo Emerson


Te doy las gracias por haber dedicado unos minutos de tu tiempo a leer estas líneas y dedico este artículo, como agradecimiento, a Mar Escánez, por ser compañera de camino y maestra. A David Criado, porque estos aprendizajes son fruto en buena medida del programa Training Days y de su acompañamiento en los últimos meses y a mi familia, por haberme apoyado incondicionalmente y haberme permitido explorar y equivocarme para aprender.

Pablo del Río.

Sandra Martínez Plaza

Recursos Humanos - Igualdad - RSC - Equilibrio y sostenibilidad (personal, organizativa y ecológica)🌱#teayudoacambiar #impulsandODS

2 años

Me ha encantado y resonado a partes iguales, Vivarium . Os sigo desde hoy. Mucho éxito (pero del bueno)! 😉

Eva Aparicio Vidal

Gestora de Fondos Europeos

2 años

Me he visto reflejada en parte de lo que contáis. Y espero aprender de vuestra experiencia. Un saludo.

Àlex Vallès

Formador en habilidades. ¿Encuentras obstáculos a la hora de dirigir, movilizar a tu equipo y desarrollarles? Proporciono recursos fáciles de implantar para ayudarte a que tu equipo y tú "estéis en la misma página"

2 años

Bingo! Qué bonito lo ponen y sobre todo para todo el mundo. Y lo de la actitud? Parece que ahora no importan los conocimientos sino tu “actitud” ¿Cuál de ellas? Enhorabuena por la reflexión y ponerla por escrito.

Maider Gorostidi, PhD.

Consultora de Desarrollo Organizacional | Ayudo a personas y equipos a gestionar mejor el disenso, fortalecer las relaciones y comunicarse de manera efectiva en tiempos de cambio

2 años

Gracias por cuestionar algunos incuestionables que tanto daño hacen.

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