¿Por qué ningún país a Intervenido a Venezuela?
Hoy en día un manto oscuro recubre Venezuela. Nicolás Maduro, seguramente uno de los dictadores más cruentos de América Latina, toma nuevamente posesión del cargo en un acto mas alusivo a una coronación que a una toma democrática de un cargo presidencial.
Nicolás es reconocido internacionalmente como dictador y, sin embargo, el avance de la dictadura venezolana parece no tener fin. Métodos sofisticados de tortura, asesinatos y desapariciones de dirigentes políticos y militares presuntos de traición a la patria, líderes políticos apresados o en el exilio, un desmantelamiento de la democracia y la erosión de la institucionalidad, y finalmente, una crisis economía y humanitario sin precedentes.
Tres millones de venezolanos hoy en día son inmigrantes. Familias forzosamente separadas por el hambre y el miedo.
Nicolás ha terminado de destruir uno de los países mas prósperos de la región, el mismo país que fundo un día la Organización de los Países Exportadores de Petróleo y que influía de manera sorprendente en la economía y política de la región latinoamericana. El mismo país que fue alguna vez ejemplo de democracia y libertad.
No podemos evitar sorprendernos al ver como un ciudadano sin legitimidad de origen ni de ejercicio, toma el poder tan fácilmente. Y nos preguntamos ¿Por qué ningún país ha detenido a Maduro?
La debilidad del Derecho Internacional Americano
En primera instancia tenemos que entender que América ha mantenido un dogma casi indestructible: los problemas de América lo resuelven América. Por ende, antes de ir a hablar de la ONU y otros organismos, tenemos que hablar del Derecho Internacional Americano.
El Derecho Internacional de América Latina tiene como principal característica la doctrina de la NO INTERVENCIÓN. Es por ello que su margen de acción es limitado. La figura de recomendaciones y exhortos son la forma más típica en como salen sus decisiones o comunicados.
Revisemos la OEA como principal Organismo Intergubernamental de la región:
La Organización de los Estados Americanos no tiene más facultades que aquellas que expresamente le confiere la presente Carta, ninguna de cuyas disposiciones la autoriza a intervenir en asuntos de la jurisdicción interna de los Estados miembros.
Carta de la OEA, preámbulo
En el siglo XIX surgió el principio de no intervención en Europa y América Latina. Ambas regiones aplicaron este principio para evitar la intromisión de terceros Estados en asuntos internos de cada nación. Las doctrinas Calvo y Bello dieron poder a esta tendencia. Y en resumidas cuentas se refiere a que la comunidad internacional americana no va a intervenir (económica, política o militarmente) en las decisiones de un país, puesto que no hay quien mejor sepa los destinos de un país que sus propios ciudadanos.
Si bien la corriente democrática y libertaria de los últimos 20 años ha influido enfáticamente en el respeto de los derechos humanos y la democracia, y hoy los países se han movido rompiendo relaciones diplomáticas con Venezuela, todos se han abstenido de llevar acabo, si quiera a mencionar, una intervención económica o militar dentro de Venezuela, que pudiese hacer tremolar el gobierno venezolano.
Es por ello que no hay ningún mecanismo que pueda promover la intervención o, mejor dicho, que pueda obligar o coaccionar a Nicolas Maduro para que respete las libertades de los ciudadanos. Incluso el MERCOSUR, que tiene el famoso Protocolo de Ushuaia como mecanismo para el respeto de los DDHH, únicamente contempla la suspensión del miembro del bloque regional en su artículo número 5.
El derecho internacional sin mecanismos de coacción, por ejemplo, sin un Consejo de Seguridad, limita ampliamente la eficacia y la nacionalización de las normas o principios democráticos. En una visión general, nuestro derecho latino no es más que un pacto de caballeros.
La ONU, tan débil como nunca.
Si bien la Organización de Naciones Unidas ha sido creada como la policía del mundo internacional actual y si contempla cláusulas de intervención militar con el objetivo de restablecimiento de la democracia y un Consejo de Seguridad encabezado por potencias militares.
Poco o nada ha hecho por la crisis venezolana.
Para que el Consejo de Seguridad, organismo de la ONU con capacidad de tomar medidas militares, la toma de la decisión necesita el consenso de los 5 miembros del bloque: Estados Unidos, China, Rusia, Reino Unido y Francia.
Evidentemente a lo largo de las votaciones Rusia o China han ejercido su derecho al veto, deteniendo cualquier propuesta de intervención parcial o moderada al país, principalmente para garantizar sus intereses geopolíticos y económicos dentro de Venezuela.
La propia estructura del Consejo de Seguridad es arcaica y no responde a la realidad internacional del mundo del Siglo XXI, por ende, se ha mostrado ineficaz como inoperante en temas que realmente necesitan de su atención y acción.
Nadie quiere pagar los costos de una intervención, ni siquiera Estados Unidos
La intervención dentro de un país más allá de su costo económico tiene es un costo moral. Hemos satanizado el uso de la fuerza militar y hemos olvidado que el uso de la fuerza es una medida necesaria cuando las cosas llegan a su ultima consecuencia, cuando los buenos oficios y la medición quedan en papel.
Estados Unidos, con la nueva administración Trump, ha demostrado que no quiere seguir siendo potencia responsable del mundo debido a su agotamiento militar debido al mantenimiento sucesivo de guerras dentro de Medio Oriente, que han facturado un tremendo costo político y devastado la imagen de EEUU.
Intervenir a Venezuela representaría el fin del poder político de Maduro y el restablecimiento del orden democrático dentro del país, pero también, pintaría a Estados Unidos nuevamente como un país intervencionista que decide el fin de los países latinoamericanos.
Aumentaría políticas proteccionistas que han sido eliminadas luego de años, resurgiría fuertemente la extrema izquierda, sanciones políticas y morales caerían sobre Trump y su país, así como un fuerte rechazo a nivel nacional por parte de la ciudadanía estadounidense.
En conclusión, ningún país a intervenido dentro de Venezuela por el indiscriminado enfoque que le hemos dado a la autonomía y la no intervención. Principios que han formado el suelo político necesario para el nacimiento de dictadores y regímenes extremistas.
Venezuela solo es un espejo que le demuestra a América Latina y al mundo, lo que provoca un derecho internacional débil y la poca vocación de la comunidad internacional de tomar decisiones severas para detener el desarrollo de dictaduras.
Mientras mas tiempo crece la dictadura en Venezuela, mas partidos de extrema ven el panorama y lo toman como un ejemplo a seguir. En cada país hay un Maduro, en cada comunidad hay un Stalin o un Mao, depende de nosotros detenerlos.
Ana Malpica
Lic. Relaciones Internacionales