PSICOLOGÍA E INTROSPECCIÓN
La psicología utiliza la introspección como herramienta válida para incursionar en lo profundo del pensamiento y comprender así las leyes que rigen el comportamiento humano, su relación con el mundo y con los otros. “Inspirada tal vez en los supuestos de Platón, Descartes, Hegel y Bergson que consiste en explotar nuestro propio espíritu para comprender las leyes del universo y la solución de las grandes incógnitas de la vida” (Cajal, 1991).
¿Hasta qué punto es recomendable ensimismarse y desconectarse del mundo en busca de paz? ¿Hasta qué punto es bueno sumergirse en nuestros pensamientos, sentimientos y emociones para comprendernos? ¿Qué es lo que debemos comprender? Tal vez nuestra impotencia ante la vida, que viene o se nos va a diario; ella y sólo ella nos pone el famoso encuadre que tanto se habla en terapia psicológica, pone las reglas del juego; juegos en los que participamos diría Berne. Acontecimientos que no podemos elegir, pero sí elegimos la manera en que estos sucesos de la vida, un tanto fría y distante, nos afecta.
El COVID-19 no nos ha aislado, ya lo estábamos desde hace mucho. Décadas siendo indiferentes al precario sistema de salud, a la educación deficiente y a la política corrupta. Preocupados por el bienestar de los nuestros, sin comprender -tal vez- que somos parte de un todo. Este contexto de pandemia nos abre la posibilidad de reinventarnos como sociedad, como seres humanos y aprovechar la tecnología para acercarnos, hacer familia, para crear y fortalecer vínculos honestos.
Le aseguro que desde la posición en que se encuentre, no importa cuál sea, podrá hacer algo para transformar la realidad. No seamos ajenos a las necesidades.
El humano intelecto, de espaldas a la realidad y concentrado en sí mismo, es impotente de dilucidar los más sencillos rodajes de la máquina del mundo y de la vida (Cajal, 1991). Y entonces la psicología debe promover el contacto con los otros, relacionarnos con la naturaleza como estrategia para salir de esos pensamientos enfermos y no, por el contrario, sumergirnos en estos. Observarlos sí, identificar y conocer cómo influyen en nuestra forma de ver la vida y de conducirnos en ella. Pero siempre con el otro, en una interdependencia constructiva. Romper paradigmas individualistas y de autosuficiencia, que acaso la globalización y el capitalismo nos venden como pensamiento moderno y necesario para sobrevivir en esta selva de cemento dónde sobrevive el más fuerte, o parafraseado a los requerimientos morales, el más competente.
La psicología debe prender las luces para mirar el mundo y crear la necesidad en el otro de trascender, de ser y hacer a su manera, pero ser y hacer al fin. La psicología hace tiempo que salió del consultorio a la calle, o mejor dicho volvió a ella, con su gente porque la psicología es ciencia social. La psicología es activa, llena de esperanza y de energía para luchar por la vida y la felicidad humana. No la encierres, psicólogo, en unas cuantas teorías o técnicas para casos clínicos. La psicología es joven y como tal es libre e irreverente, conócela y conócete con ella para el mundo.