QUÉ DESPERDICIO LA VIDA SIN ESOS VETERANOS CON CHISPA

EL título viene a cuento de un sucedido que me contaron este verano protagonizado por una señora de un pueblo al sur de Navarra (no hace falta más detalle) con la que tuve ocasión de charlar un momento.

Señora que ya había dejado atrás los 75.

Llevaba un apósito en la nariz y era para escucharle cómo relató lo que le había pasado: se había caído y pegado un tortazo que me dolió hasta a mí. Y su comentario final fue: “En una vieja cebolla tropezamos ya…”

No me pudo gustar más.

Bueno pues, cuando se fue, mis acompañantes me contaron el tipo de mujer que había sido, ilustrándolo con la siguiente anécdota digna de todo un carácter.

Ella era más joven por entonces y estaban en fiestas de su pueblo. Naturalmente había encierro de vacas.

Sucedió que, en un encierro, un señor se cayó, quedó atrapado en algún sitio y lo tuvieron que sacar de mala manera antes de subirlo a la ambulancia. El accidentado estaba solo, pero los sanitarios, al ver cerca a esta señora le dijeron:” ¿Es usted su mujer?”

Ella, ni corta ni perezosa contestó: “Sí” porque ¡cómo iba a ir el pobre en la ambulancia sin que le acompañara nadie!

Cuando llegaron al centro sanitario, el señor debía estar inconsciente pues le preguntaron a “su mujer” cómo se llamaba. Claro, ni idea. Y contestó.

-        “Miguel”    

-        “No, de apellido”

Ahí ya no pudo improvisar y dijo:

-        “Que no me acuerdo cómo se llama. Le metan la mano en el bolsillo y tendrá la documentación”

¿No es genial?

(Hoy homenaje a todos los mayores que conservan ese espíritu, hombreporfavor)

#TonteriasLasJustas    #SonreirMas