¿Qué es Carta abierta un igual?

En tiempos en que los grandes y pequeños líderes que en el mundo hay se dedican a escribir cartas abiertas (a la ciudadanía, a los franceses, a los obesos, a los pequeños de espíritu, a los grandes de corazón, etc.), yo no quiero ser menos.

Y puestos a escribir, escojo escribirte a ti. Porque eres un igual y eso hará mucho más sencillo para mí contarte cosas, y para ti entenderlas, aceptarlas, incluso pelearte conmigo. Uno no se pelea con alguien distante, se pelea uno siempre mejor con el vecino.

Para enamorarse pasa lo mismo: mejor si está cerca.

De manera que yo te escribo a ti porque eres un igual. Seguro que tienes ya más de 40 años, que tienes familia y hasta tienes hijos.

Seguro que estás dentro o alrededor del mundo de la empresa. Puedes ser que participes en una empresa familiar, o seas propietario desde hace más de 10 años de tu empresa propia, solo o en compañía de un par de socios.

También puede que seas un profesional del área de Sistemas o IT de una multinacional o estés en la loca pirámide de una de las Big Four.

Sé que eres uno de esos «animales» porque esos son quienes me han escogido.

Hace un tiempo yo decidí poner mis casi 30 años de experiencia como CEO al servicio de los CEO de las Empresas Familiares españolas, y meses después me apunté a una sorpresa. 

Esos, a quienes yo quería ayudar, no querían mi ayuda.

Pero la querían sus hijos, sus cuñados, sus directivos, sus proveedores más profesionales.

¡Sorpresa, sorpresa!

Yo que tenía preparada una navaja suiza para FUNDADORES y CEOs me encontré vendiendo cuchillos para toda esa gente.

¿Que por qué?

Lo de los CEO lo supongo.

Obsesionados con pensar que su función es operativa, buscan consultores, consejeros y narradores que les cuenten cómo mejorar la operativa.

Cómo vender más, cómo conseguir que la línea de producción del fondo de la fábrica, la que trabaja sólo a dos turnos de lunes a viernes, resuelva el cuello de botella que la retrasa. O cómo hacer que el ratio de stock/activo mejore sin cambiar de LIFO a FIFO.

Y claro, yo puedo contarles todo eso, pero no les ayudaría en nada: porque esa no es la función del CEO.

De modo que ellos, ellas, siguieron leyendo con mucho interés lo que yo cuento, gratis, y decidieron que puestos a pagar pagaban consultores.

Pero la vida es redonda.

Porque cuando yo estaba sorprendida por una cosa tan sorprendente, aparecieron los que te digo: todos los que rodean al CEO.

Familiares, amigo, enemigos, proveedores, clientes (interno y externos). Esos sí querían pagar para que se les ayudara. A veces, pagar para se les ayudara a vivir con su CEO.

Pero, sin hacer sangre, que no hay por qué, sí tenían todos un punto común. Algo que vi pasado no mucho tiempo.

Todos estaban en diferentes grados de quemazón. Como las tostadas.

Todos estaban en un punto de inflexión, tanto profesional como vital. Ese punto en que mandas todo a paseo o entras en un bucle de desasosiego-depresión-ansiedad que te come has las orejas.

Y, sorpresa, casi ninguno se había dado cuenta del todo.

Todos decían que querían mejorar, avanzar, que querían formación, algún cambio. Eran como esponjas con necesidad de agua, absorbiendo todos los líquidos que internet les ponía a tiro.

Algunos, de tanto variedad, ya estaba entre borracho y con úlceras.

Pero todos, todos quienes empezaron a trabajar conmigo desde esa situación, avanzaron por caminos parecidos.

Caminos que yo conozco a la perfección, porque no en vano he dirigido turnarounds estratégicos y operativos en el 90% de mi vida profesional.

Hay muchas maneras de dirigir un proceso de cambio: sea en una organización o en una persona.

De todos los que hay, yo siempre he escogido el más humanista, el que entiende que los números mejorarán cuando mejoren las razones últimas por las que una organización existe.

Y para hacer eso, siempre me he centrado en la narrativa.

En el modo en que una organización se cuenta a sí misma.

Porque voy a confesarte algo que hará, quizás, que te desuscribas de esta newsletter y me entierres entre tus pesadillas preferidas.

Verás

Mi convicción y mi confesión .

El verdadero trabajo de un CEO es ganar dinero y liderar su empresa. Pero, para hacer ambas cosas, no tiene que hacer ninguna de esas tareas operativas que deben estar debidamente delegadas.

El verdadero trabajo de un líder (formal o informal)es construir una narrativa sana que sirva de norte, guía y estrella polar.

Ese es el único y verdadero trabajo de un líder.

De modo que sabiendo eso, es evidente que en un turning point de una persona, en un momento de inflexión, lo que le pasa -aunque no lo sepa-, es que ha perdido su propia narrativa.

Eso es lo que hay que reconstruir.

Y cuando eso se hace solo, sin ayuda, se reconstruye desde lo perdido.

Como si se levantara una casa desde la montaña de cenizas después de la erupción de un volcán, en lugar de retirar las cenizas y estudiar de nuevas todo el terreno.

Por eso, cuando se hace solo hay muchas papeletas de arrastrar al nuevo capítulo por escribir, los errores, lo tóxico y los sesgos de la narrativa antigua.

Y cuando se cuenta con ojos frescos y expertos, se reconstruye tejiendo narrativas nuevas que vienen sembradas de oportunidades.

Y como este es un tema que me apasiona, ya me estoy poniendo entre Cervantes y Paulo Coelho.

De modo que, sino te parece mal, lo dejamos aquí y la semana que viene te hablo más sobre Puntos de Inflexión y burnouts y almas chamuscadasy maneras de reconstruir cosas valiosas desde etapas difíciles.

Pero será la semana que viene

Mientras, cuídate mucho, y cuida todo lo que te importa.

Que estés bien.

Gabriela

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