¿Qué es la Inteligencia Artificial (IA)? ¿Y dónde la usamos cotidianamente? Segunda Parte.

….. se hace camino al andar…. Continuando el camino ya iniciado, retomamos algunas cosas de lo escrito en la primera parte de éste artículo y es el siguiente concepto:

• “La Inteligencia Artificial es algo que jamás podremos definir de forma inequívoca y concisa. Se trata de una constelación de diferentes capacidades. Y todas ellas están orquestadas a la perfección y funcionan en conjunto. Es muy difícil predecir el futuro a largo plazo. Nadie puede hacerlo, en realidad. Y lo que no se debe hacer es coger aquello que mejor funciona ahora y asumir que el futuro será así siempre”.

Dos cosas están claras; la primera es que la Pandemia que seguimos viviendo al día de hoy ha fungido como catalizador, acelerando la transformación de muchos procesos llamados “cotidianos” mediante la incorporación de la tecnología, como la Inteligencia Artificial (IA). Lo segundo es que “lo único constante en la vida es el cambio”.

Las experiencias vividas este año 2.020 que acaba de pasar las podríamos representar con una paleta de colores muy extensa donde cada quién tenga la opción de escoger el color o los colores que mejor lo representen en sus aciertos y desaciertos, pero estoy seguro que muchos coincidirán conmigo que si fueron muchos los aprendizajes que nos ha dejado y los que están por venir. Las distintas circunstancias, venidas y sobrevenidas, y las consecuentes necesidades han hecho que las organizaciones hayan acelerado los procesos de digitalización y adopción de tecnologías disruptivas como lo son: la Inteligencia Artificial (IA) y la Computación en la Nube.

Ya para casi nadie es un secreto o sorpresivo leer o escuchar en las noticias que las empresas han logrado un progreso muy importante en su viaje hacia la transformación digital en los últimos 12 meses. Son esos momentos difíciles y de incertidumbre los que nos hacen reaccionar y enfocarnos en la búsqueda de soluciones innovadoras.

Todo lo anterior da cabida a que cada día nos encontremos con distintos casos de éxito. En la primera parte de mi artículo mencionada que la IA era una de las herramientas utilizadas en la búsqueda de la vacuna para el Covid-19, hoy en día sabemos que ya se ha iniciado un proceso de vacunación a nivel mundial. Sin embargo, el implementar la utilización de la IA a gran escala en el mundo real no es tan trivial y no todos tienen la oportunidad de dejar una huella real.

Muchos proyectos no logran pasar de la etapa piloto y se vuelve cuesta arriba demostrar su valor en el mundo real, o simplemente fracasan en el intento. Un factor clave está en la madurez dentro de las organizaciones para entender y enfrentar dichos proyectos, y mucho más cuando se trata de tecnologías enormemente disruptivas como la Inteligencia Artificial (IA). Suele ser bastante simple configurar un piloto, pero trasladar dicho piloto a una aplicación completamente implementada es una historia muy diferente.

En este punto me surgen varias interrogantes; ¿es realmente viable implementar una solución a un proceso de negocio dentro de mi empresa con éxito?, ¿cómo puedo asegurarme que un proyecto no se quede solo en la etapa piloto?, ¿estamos preparados dentro de mi empresa para aplicar la IA? .... Las respuestas a dichas preguntas y a otras que puedan surgir tienen infinidad de respuestas, parafraseando el concepto de IA que coloque al inicio de éste artículo, no existe una forma “inequívoca y concisa” de responder a esas preguntas, cada respuesta dependerá del entorno de cada caso específico. Sin embargo y de manera más genérica, siempre será posible utilizar la IA para probar conceptos, ya dependerá de la madurez de cada individuo u organización para escalar e implementar operativamente dichos pilotos de manera exitosa.

Son muchos los ejemplos y casos de éxito que podemos encontrar, que además están aplicados distintos ámbitos y distintos procesos de negocio.

Existen múltiples factores que debemos considerar, por ejemplo: a la hora de conceptualizar un proyecto debemos buscar un desafío real que solo puede resolverse mediante un análisis y una comprensión más inteligentes de los datos, la necesidad de buscar una única solución viable a un problema operativo real y cuya solución sea la aplicación sea la IA. Otro factor es la aceptación de las personas cuyos trabajos se verán transformados por la llegada de esta tecnología, y fíjense bien, escribí “transformados” no sustituidos… “lo único constante en la vida es el cambio”.

Otro de los factores fundamentales en este continuo proceso de cambio que nos depara la vida y que la incorporación de nuevas tecnologías como la IA es la “confianza”, lo cual implica “aceptación”. Una cosa es poder demostrar que su proyecto puede generar un impacto en el mundo real si se implementa a escala, pero también es esencial que pueda demostrar que lo hará de manera ética y manera confiable. Por esta razón, es fundamental implementar medidas para mitigar los sesgos, al igual que la transparencia sobre cómo se recopilan y procesan sus datos.

No importa cuál sea el trabajo que se desempeña ni la industria, la Inteligencia Artificial (IA) tiene la capacidad de revolucionar tanto la forma de trabajar como la forma de hacer negocios. Son innumerables los casos de uso exitosos y cada día se hará más cotidiano el uso de la IA. Ahora bien, no es la tecnología la que realmente nos detiene: son las barreras prácticas que debemos superar entre los proyectos pilotos y la implementación en el mundo real, todo esto cambia las reglas del juego y genera un gran impacto “en lo organizativo y en lo humano”. Estos dos aspectos tan significativos deben ser el centro de toda estrategia para lograr una oportunidad real de éxito.

La humanidad ha sido testigo de varios procesos disruptivos a lo largo de su historia; primero llegó la energía del vapor, luego llegó la electricidad y posteriormente la informática y con ella el Internet. Lo que estamos viviendo en la actualidad no es más que un nuevo proceso disruptivo impulsado por la Inteligencia Artificial (IA), la Computación en la Nube y los Macrodatos.

Y el camino continua.