¿Qué están haciendo las mejores escuelas occidentales?
La pregunta puede sonar muy pretensiosa, o derechamente podría arrogarme la respuesta, pero lo cierto es que... ni yo me he planteado esta pregunta, ni tampoco su eventual respuesta. El siguiente artículo es un comentario respecto de lo que nos entrega Inger Enkvist (reseña de la autora al final del artículo) en su libro La Buena y la Mala Educación - Ejemplos Internacionales.
Las escuelas excelentes versión occidental
Inger, en su libro (que de buenas a primeras, es muy crudo respecto del diagnóstico del estado de la educación occidental en comparación con la oriental, en particular los países asiáticos), comenta que existen exponentes educativos que vale la pena observar. Estos pilares de escuelas exitosas fueron planteados en su momento en un artículo titulado "The seven habits of highly effective school" escrito por allá en el 99. Se podrían resumir en los siguientes grandes puntos:
Largo el listado ¿cierto? pero quedémonos sólo reflexionando con una de las propuestas de Inger.
Hay que tener muchas expectativas puestas tanto en los alumnos como en los profesores
¿Te gusta la presión? ¿puede existir presión negativa o positiva respecto de la labor que haces? está claro que LinkedIn es una red profesional, y que aquí no nos leen estudiantes (o no me imagino un secundario en esta red social), por lo tanto no me centraré en la presión y expectativas que podría generarse en torno a los estudiantes. Hablemos de los profesores.
Si nos enfocamos en nosotros los profesionales, ¿estamos generando ambientes desafiantes para los estudiantes, instándolos a que estos se superen a ellos mismos? ¿tenemos un plan preciso para que tanto profesores como estudiantes sepan lo que se espera del trabajo realizado en el aula? y no, no hablo de las planificaciones que entregamos constantemente en un Excel o en algún formato físico. Estoy comentando algo distinto, de acuerdo a lo que plantea Inger en su libro. En las palabras de la autora: "La escuela se debe ver como un lugar de trabajo, y no solo de convivencia" y generar, en base al trabajo de los estudiantes (y también de los profesores) un sistema de recompensas por las expectativas cumplidas.
"La escuela se debe ver como un lugar de trabajo, y no solo de convivencia" - Inger Enkvist
Esto suena casi utópico, pero ¿será posible crear un sistema de recompensa para nuestros estudiantes para que actúe como un catalizador del trabajo de ellos mismos? es claro que no nos referimos a dinero. Pero, qué interesante sería la recompensa del reconocimiento de un trabajo acabado y de excelencia; elevar a los colegas en flores y pompa cuando logran que los estudiantes vayan a competir a ferias científicas, o torneos de matemática o campeonatos de lectura. Que un estudiante sea galardonado por leer cierta cantidad de palabras en un minuto, o que pueda exponer en los pasillos del establecimiento una obra de arte de su autoría con alguna técnica del renacimiento... ¿no son estos también reconocimientos? ¿no estaríamos trabajando la disciplina, las ganas de hacer un trabajo bien hecho, y lo más interesante, reconocer el trabajo de todos?
¡Cuánto nos falta reconocer el trabajo realizado!... partiendo por nosotros mismos.
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Reseña de Inger Enkvist
Catedrática de español en la Universidad de Lund, Suecia. Experta en literatura hispánica, ha centrado su investigación en obras de Mario Vargas Llosa y Juan Goytisolo. Es miembro del Consejo Académico de la Cátedra Mario Vargas Llosa, en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Formó parte del Consejo Sueco de Educación Superior y es miembro de la Academia Argentina de Ciencias Políticas y Morales. Su trabajo sobre educación aborda fundamentalmente las relaciones entre pensamiento y literatura, la enseñanza de idiomas, el análisis de las políticas educativas y la comparación de sistemas educativos de diferentes países. En español ha publicado, entre otros libros, La educación en peligro (2000) y Repensar la educación (2006).
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