¿Qué le dirías a tu “yo” si fuese tu jefe?

Reconocer las debilidades de uno mismo implica, en primer lugar, conocerlas. Para ello, podríamos hacer el ejercicio práctico de recoger en un folio todas aquellas tareas y/o acciones que llevamos a cabo a lo largo de un día. Por medio de esta sinopsis, nos sería relativamente sencillo diferenciar entre aquellas que resolvemos con éxito y aquellas que acostumbran a encontrar piedras por el camino.

Otra opción, es acudir a los numerosos cuestionarios de carácter psicológico que pretenden ser capaces de destripar o al menos esbozar nuestras vergüenzas. Vergüenzas que, por otro lado, no suelen sorprendernos pero que, sin embargo, despiertan de forma inmediata excusas y justificaciones de todo tipo para menospreciarlas.  

Si bien, mi intención con este artículo no es centrarme en los rasgos de nuestras pequeñas vergüenzas, sino poner sobre la mesa, a modo de reflexión, el efecto que genera el hecho de reconocer nuestras carencias ante los demás. Y es que es, precisamente este grado de autoconsciencia (“Sé que no sé y no tengo problema en exteriorizarlo”) el que nos puede permitir transformar una debilidad en un elemento generador de autenticidad y confianza.

Jordan B. Peterson habla en su libro “12 reglas para vivir” de la importancia de tratarse a uno mismo como a alguien que depende ti. A pesar de que el autor formule dicho planteamiento de manera completamente distinta, es un concepto que plantea las siguientes cuestiones en mi línea argumental:

• ¿Qué le dirías a tu “yo” si fuese tu jefe?
• ¿Te lo creerías o pensarías que en muchas ocasiones sobreactúa de manera innecesaria e incomprensible?
• ¿No crees que sería más inteligente, en determinados momentos, que se mostrarse de forma más auténtica para posicionarse como una persona de confianza?
• ¿Por qué cuando alguien se atreve a reconocer una debilidad evidente en público despierta una breve sonrisa en los demás?
• ¿Por qué cuando alguien ironiza acerca de “lo en forma que está”, a pesar de que su estado físico demuestre precisamente lo contrario, encuentra una respuesta amable?

Soy un convencido de que nuestro día a día, de la mano de la cultura de la ultracompetitividad profesional y personal, nos lleva a tomar la palabra “debilidad” demasiado al pie de la letra en base a la definición de la RAE: Debilidad (proveniente del latín debilĭtas) hace referencia a la “falta de vigor o fuerza física” y a la “carencia de energía o vigor en las cualidades o resoluciones del ánimo” (entre otras aplicaciones de diverso contexto).

Es precisamente esa falta de vigor o energía la que nos bloquea de forma consciente y nos lleva a deshumanizar nuestros perfiles de redes sociales, y lo que es peor, nuestras relaciones interpersonales con nuestros equipos de trabajo. Debemos ser conscientes de que será muy difícil generar confianza en un grupo si aplicamos falsos filtros de Instagram a nuestras actitudes en el día a día y solamente elegimos esa foto en la que no se aprecian nuestras imperfecciones.

Es fundamental ser honestos. Es imposible llegar a la gente si no se aplica, al menos, una cierta dosis de naturalidad a nuestra forma de actuar.

Me gustaría terminar con este breve fragmento de Manuel Xirau, quien trata en su artículo de la Revista Forbes “Por qué ser mejor persona te ayudará a ser mejor líder”, precisamente este tema de forma muy certera: 

Para ser verdaderamente honesto con los demás, es fundamental ser honesto con uno mismo primero. Es crucial saber cuáles son las fortalezas y las debilidades cuando eres líder. También es fundamental saber a dónde quieres ir y a dónde quieres llevar a tu equipo. Tras cuestionarte todas las necesidades actuales, es importante que transmitas las respuestas a tu equipo. Tu equipo no quiere trabajar con alguien que sea perfecto todo el tiempo, quieren trabajar con alguien que sea honesto con ellos y que esté dispuesto a trabajar para crear un ambiente de plena confianza.” (Leer artículo completo - Forbes)