Qué país queremos? quá país nos merecemos? Venezuela??

Con certeza, debe haber muchas imprecisiones en este artículo, pero puedo decir, que mi sentimiento es honesto, mi mensaje lo siento profundamente y rechazo la forma cómo se están manejando las cosas en Colombia.

Empecemos por los antecedentes. Vivimos en un país en el cual, la desigualdad ha sido evidente por siempre, con cifras aterradoras y sin que ningún plan de gobierno, haya podido reducirlas y mantenerlas en el tiempo. La violencia, es un flagelo que está el país, consecuencia de conflictos históricos entre partidos políticos, ausencia de gobierno, autoridad y del compromiso real de terminar con un conflicto armado que completó más de cincuenta años y que aún no termina. Sistemas de educación mediocres, con posibilidad de llegar a muy pocos colombianos, carencia de infraestructura que permita garantizar un crecimiento ordenado, competitivo en el entorno mundial y el deterioro de valores en todos los estamentos del Estado. De todo esto, hay que destacar un programa de salud, que es la envidia de muchos países, pero como funciona bien, hay que dañarlo, para que se sume a todo lo anterior. Corrupción, un Congreso desperdigado y dedicado a ventilar rencillas políticas y no soluciones para la comunidad, cómodo y muy poco representativo para la realidad del país y un sistema de justicia inoperante, permisivo y que favorece a los malos y no los buenos, que dicho sea de paso, somos la mayoría.

El florero de Llorente en esta oportunidad, fue la reforma tributaria que el Presidente entregó al Congreso. Se sabia, que esta reforma como fue concebida, no iba a prosperar y que sería un ingrediente más para condimentar ese caldo de cultivo que cada día se fermenta más y que permite que en el mismo haya toda suerte de ingredientes para que el mismo, siga creciendo y contaminando todo lo que esté a su alcance. Se sabia, que la presentación de esta reforma como se presentó, sería el detonante de todo el revuelo social que hemos tenido que soportar en los últimos días. No tenemos reforma, pero si un país parado, espectador de toda suerte de desmanes causados por vándalos, contratados para que generen toda suerte de daños a los bienes de todos los ciudadanos y al parecer, la presencia de capitales internacionales que buscan desestabilizar la democracia en Colombia.

Pero veamos otros esquemas de desestabilización. Los medios de comunicación masivos, sus noticieros, sus comentarios cáusticos, que promueven el desorden, con mensajes de de derechos humanos para los delincuentes que actúan. de manera solapada y que aprovechan las protestas para atacar policías. No hay justicia para quien actúa de esta forma en Colombia. Al escuchar las cadenas nacionales de radio, se percibe un sesgo, un manejo no profesional de un medio que posee un alcance masivo y que influye en la gente que los escucha, con información no objetiva y honesta, que deben ser dos condiciones irrenunciables para estos medios de comunicación. Deben informar con profesionalismo a su audiencia y evitando sesgos o posturas subjetivas. Mucho que desear por la posición de estas grandes cadenas y la forma cómo atizan el fuego, de una hoguera que crece y que sin duda, no es causada por aquellos que con convicción salen a la calle a hacer valer sus derechos. Estos medios divulgan vídeos, testimonios y mensajes que solo buscan desestabilizar la institucionalidad en el país. Utilizan declaraciones de miembros de la policía, que reclaman por su derecho a la vida y a quienes se les obliga a salir a las calles para que los apedreen, insulten, hieran y maten. Eso no es correcto y no significa libertad de prensa. Vale recordarles: en Venezuela no hay libertad de prensa y los medios de comunicación libres no existen. Vandalismo mediático? Dónde quedo la objetividad de estos medios y su responsabilidad social?

Los derechos humanos. Desde luego, que no queremos ver las masacres ocurridas en el pasado de países con dictaduras; desaparecidos, torturados, asesinatos y en Colombia, niños secuestrados para engrosar las filas de la guerrilla, secuestros y narcoterrorismo. Hemos puesto nuestra cuota de colombianos, durante muchos años, consecuencia de la guerrilla, el narcotráfico y sí, abusos de las Fuerzas Armadas, como ha sido el caso de los falsos positivos, entre otros. Pero los derechos humanos deben ser para todos. Tenemos un cuerpo de policía asustado, que no puede reaccionar, que la turba agrede, golpea. asesina y no los deja actuar, pues estos colombianos no están dentro de la lista de derechos humanos ni en Colombia ni en el mundo. En consecuencia, hoy los vándalos pueden hacer lo que quieran, pero nuestros policías. ni pueden defender lo nuestro, defenderse ellos mismos y mostrar autoridad, pues es un tema de derechos humanos. Desde luego estas lineas no promueven los abusos de autoridad ni el descontrol de las fuerzas armadas en, Colombia, pero sí reclaman autoridad y respeto por un grupo de hombres y mujeres que salen a las calles a arriesgar sus vidas, por todos nosotros.

Sindicatos. Con sus derechos y obligaciones incontestables, poseen no solo los recursos económicos generados por sus afiliados y ayudas del Gobierno, la presencia en medios masivos permanente y un poder de convocatoria innegable, pero que no favorece a sus afiliados, sino a ls intereses de sus dirigentes y sus afiliaciones políticas. Esos sindicatos, no ven al pequeño empresario que tuvo que cerrar su negocio por liquidez, al empleado que perdió su empleo por que no hay forma de pagar su salario y una pandemia que no da tregua y que sin duda, traerá un colapso en los sectores de salud, que ya están en su capacidad máxima en buena parte del país. Con esa misma creatividad y poder de convocatoria qué poseen, podrían parar al país sin necesidad de salir a las calles, causando un daño irreparable. La salud de sus afiliados no es parte de sus objetivos.

Los recursos que el Gobierno logre conseguir a través de la aplicación de nuevos tributos, eliminación de exenciones o de cualquier tipo, se verán mermados pues hay que reponer los daños que los vándalos han causado en todo el país, empezando con el transporte publico, pues su reparación o reposición no se trata de cifras menores. El daño que estos paros le causan a una economía enferma como la nuestra, se refleja en los agricultores, ganaderos, comerciantes, que generan recursos, que no han podido hacer lo suyo, pues quienes promueven el paro, consideran que botar la leche, abandonar la industria avícola, cerrar puertos y bloquear carreteras, no es un tema de ellos, pero si lo utilizan para cuantificar su fuerza y su comparación de poder entre ellos mismos.

Como dice un dicho popular, "después de la guerra, todos son generales". Eso sucede con todos nuestros ex presidentes. Todos comentan, todos critican y no quieren aceptar que el país está como está, no por lo que ha sucedido en los años de esta Presidencia, sino en todos los años en los cuales han debido generar cambios trascendentales para el país, pero que no lo lograron, por los factores que ya se han sido mencionado anteriormente. Nuestro Nobel de paz, que también prometió no inmiscuirse en los asuntos de gobierno y que tampoco cumplió, entregó un país enfermo en sus finanzas, en su estabilidad social al firmar un tratado de paz inconcluso y con vacíos enormes que hoy se perciben a través de las disidencias y la fortaleza que otro grupo guerrillero está consiguiendo. Los cambios sociales de Colombia, no se pueden lograr en cuatro años y menos con un paro como el actual.

La puerta al populismo se abrió y está ganando un lugar importante en nuestro país. Pensar que el modelo venezolano, cubano o similares es la panacea, es el error más grande en el que se puede caer. El país requiere revisar sus estructura política, reestructurar el Congreso y la elección de sus miembros, controlar la corrupción, modernizar la justicia y generar riqueza, para que esa desigualdad histórica empiece a disminuirse, generando empleo, educación, políticas de crecimiento a largo plazo y cerrando ese sistema inventado que se basa en la polarización de un país. Llama la atención un artículo de El Tiempo con ocasión de sus 110 años, en el cual recuerdan la misión Kemmerer, contratada por el Presidente Pedro Nel Ospina en 1923, sus objetivos, sus estrategias y los resultados logrados hasta la fecha. Por qué no canalizar tanta energía para generar un cambio similar y adaptado a las condiciones actuales del país?

Mucho por hacer y en esto no se incluyen paros como el actual, ni presiones absurdas, para cambiar un sistema en beneficio de unos pocos y con una pandemia aún incontrolada.



Julito, me parece muy bien expuesto el problema, es la realidad, se siente dolor de patria al ver como la unica autoridad o su representacion, (la policia) es expuesta, al maltrato, sin posibilidad de proteger su vida, ni la de los demas , que es su razon de ser, y vista por a los ojos del mundo como CNN o Ammistia Internacional como la culpable de la situacion en Colombia.

Roberto Ramírez Ocampo

Socio Fundador en Campo Sin Fronteras

3 años

Excelente artículo Julio. Muchas gracias

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