¿Qué podemos aprender de la muerte de hoy del cantante y actor Peruano Diego Bertie?
Antes de terminar, algunas pinceladas como reflexión...
Podemos decir que en la existencia humana hay fundamentalmente 2 caminos: uno difícil y uno fácil; uno que nos hace felices y otro que nos hace infelices. Para alcanzar la verdadera felicidad es indispensable optar por el camino adecuado: caminando hacia la Antártida no puedo llegar a la Luna.
El camino fácil es, desgraciadamente, el tipo de vida que llevan muchas personas. Es el camino de los que viven en esta vida porque el aire es gratis; de los que se rigen en su vida por lo que hace y dice la mayoría, sin importar si lo que dice la mayoría es malo o bueno; de los que son arrastrados por cualquier vientito, por cualquier moda, porque no tienen raíces; de los que no saben realmente por qué viven, porque, en el fondo, no saben ni de dónde vienen ni adónde van; el camino de los que no tienen juicio crítico, de los hombres “masa”, que no tienen ideales altos ni anhelos de virtud; de los que no se saben divertir, sino que se la pasan riendo externamente hallándose vacíos en su interior.
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Los que eligen este camino terminan resentidos, se sienten maltratados por la sociedad, se disgustan fácilmente, tienen tedio, desazón, se cansan de la vida; pareciera que estuvieran envenenados y buscan envenenar a los demás con sus “depresiones y pesimismos”. Podrá ser por no tener la hermosura física que desearían tener, o el dinero suficiente, por tener que estudiar, por no conseguir novio (a), trabajo, etc. Eso sí: la culpa siempre la tienen los demás. Los padres, los amigos, los hermanos, la sociedad; y, lo más grave, a veces se la cargan a Dios. Este camino tiene una característica clave, que siempre debemos tener en cuenta: es un camino de engaño, de mentira. Un camino que promete y no cumple. Un camino que nos presentará lo imaginario como real, lo ficticio como común, lo que puede pasar excepcionalmente como si pasara a diario, de tal manera que termina distrayéndonos de lo más importante. Ejemplos de sobra los tenemos en esas telenovelas que juegan permanentemente con los sentimientos de los que las siguen, creando ansiedades, alegrías, tristezas y diversos estados de ánimo que terminan desequilibrando la afectividad de las personas con un mundo de ficciones. Pero, por otra parte nos presenta lo real como imaginario, ridiculiza la realidad o la presenta como utópica. También tenemos múltiples ejemplos para esto: entre otras cosas, nos quiere hacer creer que vivir la pureza es imposible, que para las chicas la virginidad antes del matrimonio es un ideal irrealizable, como también el respeto mutuo en el noviazgo, que la situación actual de la sociedad ya no tiene solución, o que no hay otra vida después de esta, ni un juicio en el cual tendremos que dar cuenta a Dios de nuestras acciones. En definitiva, lo que nos ofrece este camino es una existencia que prescinde totalmente de Dios, olvidándonos de Él y tapándonos los oídos para ni siquiera escuchar su nombre y su permanente llamada. Un camino en el cual se niega a Dios para justificar los errores y defectos propios que no se quieren corregir.
Pero, como dice el Apóstol San Pablo, hora es ya de despertar de nuestro sueño (Rom. 13, 11).