¿Qué significa que anticipemos los sucesos de forma negativa?
La ansiedad es una emoción normal ante determinadas situaciones, todos la experimentamos en menor o mayor grado y, además, suele ser buena porque nos mantiene alerta y nos protege ante hechos que podrían ser peligrosos.
La anticipatoria es una forma de ansiedad que tiene una particularidad: consiste en un proceso de evaluación cognitiva que realizamos a nivel mental en el que estamos siempre imaginando lo peor que puede pasar. Por ejemplo, si nos presentamos a un examen, andamos pensando ‘y si repruebo’, ‘y si me ponen una pregunta que no sé’, ‘y si resulta que no me da tiempo’, etc.
Se trata de una respuesta de anticipación del organismo que es involuntaria frente a ciertos estímulos que pueden ser externos o internos y que nosotros percibimos como amenazantes, peligrosos, extraños, o que no controlamos. Esa respuesta, en cambio, no aparece mientras desarrollamos la acción.
Normalmente en la ansiedad anticipatoria los pensamientos son catastróficos, no un pensamiento positivo porque lo que hay detrás de ella, al final, es el miedo.
Es normal que anticipemos, lo que no es tan normal es que siempre estemos anticipando, que siempre estemos en el futuro y no podamos estar en el presente; ahí es cuando nos dificulta nuestra vida, porque si solo hacemos caso a nuestros pensamientos más catastrofistas, es cuando nos invade el miedo y entonces habría que buscar ayuda profesional porque no podemos vivir en constante miedo.
Este tipo de ansiedad anticipatoria empieza con pensamientos catastróficos, negativos, que nos producen miedo y angustia, pueden aparecer tanto síntomas físicos como emociones, en la conducta y en las relaciones sociales.
Como síntomas físicos podemos tener todos los que asociamos a la ansiedad, tales como mareos, náuseas, dolor de estómago, vómitos, diarrea, temblores, inestabilidad, sudoración, cambios constantes de frío o calor, tensión muscular, dolores de cabeza o de pecho, tartamudeo.
Luego están los síntomas que se producen más a nivel emocional, como sensación de pérdida de control, de que las cosas nos desbordan y nos sentimos muy impotentes. Otras sensaciones aparecen a nivel conductual. Por ejemplo, no nos apetece salir de casa o intentamos no meternos en situaciones que pensamos que no controlamos por culpa de esos miedos. Como nos sentimos mal físicamente y nuestro estado de ánimo no es muy bueno, tampoco nos apetece mucho estar con gente, y nos vamos quedando más solos, recluyéndonos, y eso hace que disminuya la concentración y no nos apetezca estar en conversaciones que requieren esfuerzo.
Cómo superarla.
Concentráte en el presente. Si estamos diciendo que la ansiedad anticipatoria se da porque estamos pensando en el futuro, lo primero que tendremos que hacer es intentar ejercitar el vivir en el presente. Olvidáte del “qué pasaría” e intenta vivir hoy, en el presente. Trabajá un poco la meditación. Te ayudará a darte cuenta del aquí y el ahora.
Controlá la negatividad. Intenta gestionar los pensamientos negativos, y para ello es muy importante no creer todo lo piensas. Desviá la atención de esa imágenes negativas a unos pensamientos más positivos. ¡No dejes que te incordien! ¿Cómo hacerlo? Intentá distraer la negatividad con cosas que te aporten positivismo. Por ejemplo, si tienes una presentación en público y pensás que se van a reír de vos, intentá frenar esos pensamientos y contrarrestarlo con otros positivos y más realistas. Podés decirte: “me he preparado mucho”, “soy capaz”, “puedo hacerlo”… Esos pensamientos te ayudarán a estar más en calma.
Tomá decisiones. Como nos da tanto miedo confundirnos, la ansiedad anticipatoria hace que no tomemos decisiones y dejemos de resolver problemas. ¡Pues no! Hacélo, te equivoques o no. Empieza por las decisiones más pequeñitas, por los temas que no te perjudiquen y, según vayas ganando confianza podés ir aumentando el grado y la complejidad tanto de las decisiones como de los problemas que encaras.