¿Quién realmente crea valor y quién solo se beneficia?
En el mundo moderno, nos encontramos constantemente rodeados de la promesa de progreso económico. Creemos que las grandes corporaciones, los gigantes tecnológicos y los mercados financieros son motores de crecimiento y que, si prosperan, nosotros también lo haremos. Pero, ¿qué pasaría si esta creencia fuera solo una ilusión? Mariana Mazzucato, en su poderoso libro "El gran engaño", nos invita a examinar la diferencia entre crear y extraer valor, y el impacto que esta distinción tiene en nuestra sociedad.
La crítica de Mazzucato es contundente y va al corazón de nuestra economía. ¿Cómo es posible que se premie a quienes manejan el capital sin aportar necesariamente al bienestar común? Mazzucato argumenta que muchas actividades de alto rendimiento financiero no crean valor real. ¿Qué significa esto? Piensa en las empresas que utilizan investigaciones financiadas con dinero público, convierten esos descubrimientos en productos rentables y luego privatizan sus enormes ganancias. O en el sector financiero, donde la especulación genera cifras astronómicas que, en realidad, no impactan directamente en la creación de bienes o servicios.
Esta obra te invita a preguntarte: ¿en qué clase de economía vivimos? En una donde las ganancias a corto plazo, los beneficios para accionistas y la maximización del valor para unos pocos tienen prioridad sobre el progreso que podría beneficiar a todos. Mazzucato nos desafía a replantearnos el sistema en el que vivimos, en el cual el verdadero valor –el que mejora vidas, genera bienestar y sustenta la economía– a menudo se queda al margen mientras se exalta la acumulación de riqueza por parte de quienes solo gestionan el dinero.
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Quizá uno de los aprendizajes más duros de "El gran engaño" es reconocer que el verdadero progreso no se mide solo en cifras ni en el éxito financiero de una minoría. La obra de Mazzucato nos abre los ojos a una realidad incómoda: una economía que permite la extracción de valor sin reciprocidad para la sociedad es una economía desequilibrada. El progreso real y sostenible, nos recuerda, debería valorar las contribuciones al bien común y recompensar a quienes trabajan para construir, no solo para beneficiarse.
La pregunta es clara: ¿cómo podemos crear una economía que recompense el verdadero valor? Si este sistema no cambia, ¿qué clase de futuro estamos construyendo? "El gran engaño" te invita a cuestionar estas realidades y, quizás, a exigir algo mejor.
Business Advisor en Oliver Wight Americas - Consultor Experto en Procesos de IBP/S&OP Advanced - Gestión integrada del S CH. - USA & LATAM - +20 Años de experiencia acompañando empresas en la región
1 mesJaime, gracias por traer estas reflexiones, muy a propósito para los momentos actuales de nuestra economía que hacen necesario para el empresario ampliar la consciencia hacia las relaciones colaborativas con el consumidor, su entorno social y ambiental, para crear una base sostenible de crecimiento. Afortunadamente encontramos en nuestro medio empresas que son modelo a seguir, con resultados visibles de creacionista de valor. Un saludo, Jaime Barcenas
Fisioterapeuta Líder Prestación Personas Sura Occidente | Maestría en Gerencia de Organizaciones de Salud | Diplomado Alta Gerencia | Voluntario Fundación Sura | Apasionado por la excelencia.
1 mesY es que realmente la motivación viene de tener claro un propósito, esa visión extraordinaria que permite materializar nuestros sueños y más en organizaciones que escucharon y permiten crecer dentro de las mismas. Excelente publicación
Docente Universitario | Consultor | Board Manager | Marketing y Negocios Digitales | Transformación Estratégica Digital | Knowledge Sharing Boards® | Escritor por afición, apasionado por las ideas y las palabras.
1 mesVerdadero valor... que complicada responsabilidad para aquel que tiene al frente el baúl de oro al final del arco irís, pues tomarlo puede tener como efectos o retos, dilemas éticos, como si daño al ecosistema o gano menos dinero, pago menores salarios y exploto al recurso humano por mejores cifras en costos, o ser excluyente para disminuir los tiempos de contratación y favorecer hombres o personas de mi raza o religión, u ocultar problemáticas de acoso o abuso para no afectar la reputación. Nuestra sociedad merece una reflexión sobre el liderazgo, sobre responsabilidad, sobre con quién o contra qué realmente competimos y claro, sobre cómo medir el éxito.