Quinta da Lamosa: “Conseguimos un equilibrio casi perfecto de nuestros visitantes porque están tranquilos y, a la vez, aislados de otros huéspedes”
João Serodio, en Quinta da Lamosa. Al fondo dos de las dos viviendas con forma de hórreos asturianos.
João Serodio viajó durante treinta años “a un ritmo alucinante”. Por eso sabe muy bien qué es el estrés de coger aviones, asistir a reuniones, volver a la ciudad… Hasta que decidió cambiar de vida profesional. Compró una propiedad de una hectárea en el municipio de Arcos de Valdevez, en la ‘freguesía’ de Gondoriz, y decidió crear un remanso de tranquilidad y de paz para sus huéspedes.Así nació Quinta da Lamosa, una propiedad que linda con el parque nacional Peneda-Gerês y a unos metros del río Vez que atraviesa todo el municipio de Arcos. Una ecovía, por la zona fluvial del Vez, desde los confines del municipio en Jolda de san Paio hasta la aldea de Sistelo, en total unos treinta y tantos kilómetros y unas 6 horas de recorrido. ¡Un planazo para un día!Él y su mujer intentaron recoger lo que les había gustado más en sus viajes de vacaciones durante una treintena de años para trasladarlo a Quinta da Lamosa. Por eso, insiste João en que evita en la propiedad la masificación. Está pensada la Quinta para cinco viviendas. De momento hay cuatro, y, en proyecto, la quinta que cerrará el ciclo constructivo. Todas son T1 o T2.“La arquitectura que quisimos está vinculada al parque nacional Peneda-Gerês”. Para una vivienda se aprovechó la construcción que había de las cuadras, construyendo una residencia de piedra y madera. Otras dos viviendas imitan a dos hórreos asturianos con algún pequeño cambio y toda su estructura de madera. En la zona de bosque está la cuarta casa que es ‘A casa da árbore’. La quinta y última será cien por cien en madera.En este ambiente y con los huéspedes alojados en estas viviendas, Serodio afirma: “Conseguimos un equilibrio casi perfecto de nuestros visitantes porque están tranquilos y, a la vez, aislados de otros huéspedes”.Clientes que en invierno son gallegos y portugueses que están a menos de una hora. Es un turismo, califica, de proximidad. Los extranjeros vienen más en otoño y en primavera, explica João. Hay muchos que contratan un paquete de actividades durante una semana, como andar a caballo o en canoa o bien en bici de montaña, entre otras. Aquí João se implica, incluso acompañando a sus huéspedes porque, como él dice, forma parte del concepto turístico de Quinta da Lamosa.
Para su propietario, el “turismo activo es una línea de crecimiento para Quinta da Lamosa”. Turistas que pernoctan durante una semana y tienen un horario lleno de actividades.
Lo mejor que ha oído y quiere oír João de sus huéspedes es aquello de: “¿Cuándo puedo volver?”. Y es que en Quinta da Lamosa las estancias son tan agradables que se hacen cortas y sus huéspedes ya están pensando en volver, cuándo marchan.
Este proyecto tan personal y familiar vale la pena conocerlo, y a sus creadores, así como aprovechar este singular entorno natural.
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