Reflexiones sobre el Cambio - Parte 9: Determinar el Momento Apropiado para el Cambio
El cambio, tanto en la vida personal como en la organizacional, se presenta en distintos momentos y formas, a veces como una brisa suave que nos invita a avanzar, y otras como un vendaval que nos obliga a adaptarnos de inmediato. La clave, sin embargo, está en saber reconocer cuándo es el momento ideal para abrazarlo y cuándo es mejor esperar, prepararse y fortalecer el terreno para que el cambio sea una transición fluida y exitosa.
Hace poco tuve la fortuna de conocer a una mujer extraordinaria. En un principio, pensé que este vínculo representaría una oportunidad sentimental que podría llevarme hacia el cambio que tanto anhelaba en mi vida. Sin embargo, pronto me di cuenta de que no era el momento adecuado. A través de su transparencia y honestidad, me hizo ver que, aunque el deseo estaba presente, aún había procesos internos que debía trabajar y emociones que necesitaba sanar antes de estar listo para una relación plena. Esta experiencia me enseñó que, aunque creemos estar listos para el cambio, a veces aún nos falta recorrer un camino interno, cerrar ciclos y fortalecernos para poder recibirlo de manera completa y sin resistencias. Aceptar esto no fue sencillo, pero me permitió reconocer que el cambio, para que sea realmente transformador, debe llegar en el momento adecuado y con la preparación necesaria para recibirlo.
En el ámbito organizacional, ocurre algo similar. Con frecuencia, las organizaciones proponen o imponen cambios que, en teoría, podrían generar beneficios significativos. No obstante, si el terreno no está preparado, si no se ha trabajado en crear una cultura que reciba y entienda el cambio, es probable que se generen resistencias y que la adopción sea compleja y costosa. De aquí surge la importancia de la planeación cuidadosa, de la preparación y de la intervención estratégica para establecer un entorno en el que el cambio no solo sea posible, sino bienvenido.
Desde el área de Digital Change Management, hemos aprendido que el verdadero éxito en los procesos de transformación no se da únicamente con la implementación de nuevas tecnologías o sistemas, sino a través de un trabajo previo y sostenido que fomente una cultura de cambio dentro de la organización. Esto incluye preparar a los equipos, abrir canales de comunicación, y ofrecer herramientas que permitan una transición más natural y orgánica. El cambio no debe ser forzado, sino facilitado; debe sentirse como una evolución lógica y necesaria, no como una imposición externa que interfiere con el día a día de las personas.
El cambio ideal se asemeja a la preparación anticipada en momentos difíciles de la vida. Cuando una persona enfrenta una enfermedad terminal, es común que se le brinde un acompañamiento progresivo tanto a ella como a sus seres queridos, permitiéndoles comenzar el proceso de duelo de manera anticipada. Se les da el espacio para procesar la pérdida que viene, para que cuando el momento llegue, aunque doloroso, puedan enfrentarlo con una mayor fortaleza emocional. En cambio, cuando la muerte es repentina, como sucedió en mi caso con Paola, el duelo comienza después de la pérdida, y el proceso de cambio se vive de manera abrupta, sin preparación, intensificando el impacto emocional y la dificultad de la transición.
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En la vida laboral, sucede lo mismo. A veces, las organizaciones deben enfrentar cambios repentinos y, en esos casos, la resistencia es inevitable porque el terreno no está preparado. Pero en la mayoría de las situaciones, el cambio puede y debe planearse. Es fundamental que la gestión de cambio esté presente desde el momento en que se empiezan a gestar las decisiones y estrategias. Incluir la gestión del cambio desde el principio es como preparar el terreno emocional de una familia ante una pérdida anticipada: facilita la transición, disminuye la resistencia, y permite que las personas involucradas puedan vivir el cambio de forma más consciente y menos traumática.
Además de preparar el terreno, es esencial evaluar tanto los beneficios como las dificultades que el cambio traerá consigo. Esto implica hacer un ejercicio de racionalización, preguntarnos no solo si el cambio es conveniente, sino también qué sacrificios demandará, qué áreas requerirán apoyo adicional y cómo vamos a enfrentarlas. Prepararse para un cambio va mucho más allá de decir que estamos listos; implica tener una estrategia clara para adoptarlo, vivirlo y asegurarnos de que los impactos, tanto positivos como negativos, están previstos y gestionados.
En Lean Solutions Group , este enfoque se traduce en la creación de estrategias de cambio que promuevan una apertura cultural hacia la transformación. Nuestros esfuerzos en Digital Change Management se centran en acompañar a las personas desde el inicio del cambio, facilitando el diálogo y promoviendo una mentalidad de adaptación que permita aceptar el cambio no solo como algo impuesto, sino como una oportunidad de crecimiento y mejora colectiva. La cultura organizacional es clave en este proceso, ya que el cambio necesita un entorno que lo apoye, que lo fomente y que lo acepte como parte de la evolución de la empresa y de cada colaborador.
Determinar el momento adecuado para el cambio es, en última instancia, un acto de sabiduría, tanto en lo personal como en lo profesional. Es reconocer que, aunque el cambio pueda ser deseado o incluso necesario, debe llegar en un contexto de preparación y apoyo. La resistencia es una señal de que algo en el entorno o en el individuo aún necesita ajustarse, de que tal vez se requiere más tiempo, más recursos o una estrategia más clara. La preparación anticipada y el acompañamiento adecuado son los elementos que permiten que el cambio suceda en su momento justo, no solo con la motivación necesaria, sino también con la capacidad emocional y organizacional para adoptarlo y hacerlo parte integral de nuestro ser y de nuestro quehacer.