Regresa la volatilidad al peso mexicano por temas geopolíticos y en espera de noticias del TLCAN

Regresa la volatilidad al peso mexicano por temas geopolíticos y en espera de noticias del TLCAN


De nueva cuenta, los temas geopolíticos vuelven a concentrar la atención de los inversionistas y se convierten en la principal guía para los inversionistas. Son varios los frentes abiertos que generan inestabilidad y preocupación financiera global, con la característica de que en todos están involucrados a la Administración del Presidente Trump: con China, Rusia, Irán y Turquía.

Aunque todos son focos importantes de aversión al riesgo, en estos últimos días Turquía ha acaparado la atención. En las dos últimas semanas, la crisis diplomática entre EUA y Turquía (relación que se deterioró desde que EUA le dio asilo político a Fethullah Gülen quien es considerado traidor por el gobierno turco por ser el autor intelectual de un intento de golpe de Estado el año pasado) se agravó ante la detención, por parte de Turquía, de un sacerdote estadounidense y la reacción, por parte de EUA, de sancionar a dos ministros turcos e imponer aranceles al acero y aluminio turcos (del 50% y 20% respectivamente), anunciados la semana pasada.

Estos recientes acontecimientos vinieron a agravar la difícil situación económica y de confianza que atraviesa actualmente el gobierno turco de Recep Tayyip Erdogan. La economía turca se ha estado deteriorando en los últimos trimestres. Un amplio programa de estímulos fiscales implementado antes de las elecciones (celebradas el 24 de junio de 2018, donde Erodgan logró reelegirse) generó desequilibrio en las finanzas públicas y fundamentos económicos del país; un elevado crecimiento del crédito y una serie de decisiones políticas han provocado un aumento importante de la tasa anual de inflación e (15.9% anual en julio de 2018, su nivel más alto en 15 años y cuando el año pasado cerró en 11.9%); y un importante deterioro en sus cuentas con el exterior, registrando niveles de déficit de cuenta corriente de hasta 6.5% del PIB en 2018. Esto ha incidido en una depreciación significativa de la moneda (la lira turca ha perdido cerca de 70% en los últimos doce meses) y ha acrecentado la presión sobre la rentabilidad de sus bonos soberanos.

Esta situación económica complicada pudo aminorarse (o intentarse resolver) a través de una política monetaria restrictiva (subida de tasas de interés). Sin embargo, la influencia e intervención del presidente turco al Banco Central para que mantuviera bajas las tasas interés, sofocó aún más la confianza de los inversionistas (Erdogan modificó la ley para poder destituir al gobernador del banco central y nombró a su yerno como Secretario de Finanzas).

Por su parte, el Banco Central Europeo (BCE) ha advertido de la exposición de los bancos europeos a Turquía y con eso ha dejado claro que esta crisis es una realidad preocupante. El nivel de riesgo de impago de su deuda está por encima del de Grecia, país que hasta ahora era el principal foco de preocupación de los inversionistas en Europa.

En Turquía, cerca de la mitad de los depósitos bancarios están denominados en dólares debido a la desconfianza de los turcos en su moneda. Por otro lado, las empresas y el Estado tienen elevadas cantidades de deuda denominada en moneda extranjera por exigencia de los acreedores. 

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