Reinvéntate!

Reinvéntate!

Incluso en tiempos de calma, hay que ser inconformista. El género humano necesita del inconformismo permanente, ese es el motor del progreso. Muchos dicen que es la innovación, pero no. La innovación requiere, por encima de todo, rebeldía para retar el status quo. Luego, se produce el cambio.

No desvelaré ningún secreto por decir que la necesidad de adaptación no termina nunca. Que, en nuestra capacidad de mimetizar, adaptarse a cada momento, a cada cultura, a veces tan distintas, a distintas situaciones, a distintos entornos profesionales y personales, no sólo enriquece el espíritu sino que, tal capacidad de vivir a través del cambio, guarda una relación directa con el grado de felicidad de cada uno.

También es sabido que el nuevo paradigma no está en la adaptación al cambio, sino en la vertiginosa rapidez en que éste se produce, como nunca antes se había visto. No sólo hay que adaptarse, hay que hacerlo velozmente.

Los mercados exigen respuestas rápidas, reacciones instantáneas, estructuras ligeras. Algunos dirán que es la dictadura del cortoplacismo. Nos guste o no, la realidad es que hay que prepararse continuamente para navegar por los retos del futuro.

A cada éxito, le acompaña un nuevo reto. De lo contrario, complacencia y ahí, toda posición de liderazgo, peligra.

Este ha sido el modelo empresarial más extendido en Occidente después de la segunda guerra mundial; correr, correr, correr!!! [Si prefieren, sustituyan el verbo “correr” por cualquiera de su gusto y conveniencia como “consumir”, “crecer”, “gastar”, “recortar”, etc.].

¿Hasta dónde se puede correr? Como el crecimiento requiere consumir energía y la energía tiene un límite, el crecimiento tiene un límite. Así, el fracaso sólo es cuestión de tiempo.

¿En qué tiempo? Hasta que correr para crecer se convierte en un valor en sí mismo, por encima de la cultura y de los valores de la empresa o de un modelo social determinado. Y puesto que las empresas no saben correr por sí solas, sino que alguien las conduce, ese momento llega cuando quienes las conducen mercantilizan los cimientos empresariales a cambio de retorno inmediato.

En este punto, recomiendo la recién estrenada película: “La gran apuesta”. En ella se explica como unos profesionales del mundo de las altas finanzas predijeron el estallido de la burbuja inmobiliaria y del crédito a mediados de los años 2000, y como decidieron atacar a los grandes bancos por su codicia y falta de previsión. Esa película, basada en hechos reales, muestra las dramáticas consecuencias que acarrea tener una ambición insostenible.

No sólo las empresas, también las personas estamos sometidas a estas reglas de adaptación al cambio. Si optamos por una actitud estática, indulgente, mal, porque el mundo sigue en movimiento. Si ambicionamos demasiado, nos encontramos con síndromes como el llamado “burn-out” a la vuelta de la esquina.

Tal vez, la clave sea el equilibrio, lo sostenible. En las personas, adaptación significa desarrollo de competencias. No sólo de nuevas competencias, sino de nuevos matices de una competencia ya identificada. Por poner un ejemplo, “tradicionalmente” las empresas han venido retribuyendo el compromiso a largo plazo de sus empleados. En otras palabras, los empleados exitosos eran, frecuentemente, aquéllos que mantenían una dedicación sostenida a lo largo del tiempo con su empleador. El modelo “nuevo” exige no tanto duración, sino intensidad de dicho compromiso.

Un crecimiento sin control se asocia a un compromiso total y abnegado, mientras se está. No se requiere para siempre. Que una persona no pueda rendir siempre al máximo, se entiende. A cambio, se espera un compromiso absoluto durante el período, aunque más corto, que dedicamos a la empresa.

Esta “intensidad”  pone de manifiesto la importancia de la preparación continua, del estudio individual, de formarse, de reciclarse. Sin capacidad de reinventarse, sin adaptabilidad no hay posibilidad de asumir nuevas tareas y responsabilidades. Todo ello sin perder de vista el propósito de fondo. Sin motivación, a la que ya dediqué un artículo, no hay reinvención pues ésta requiere un plus de energía personal.

Por suerte, nacen iniciativas como la responsabilidad social corporativa, que juegan un importante papel en el cada vez más valorado capital reputacional de las empresas. Estas iniciativas ofrecen la posibilidad de ser partícipes en la gestión del cambio. Las compañías socialmente responsables además, vinculan dicho cambio a la búsqueda de un crecimiento empresarial, profesional y personal que sea sostenible.

Esperemos que la responsabilidad social corporativa no se quede en otra moda pasajera, sino que se convierta en una parcela de la empresa tomada en serio, llena de sustancia. De lo contrario, resultará en otra triste experiencia de cumplimiento formal.

También la esfera política, a todos los niveles, necesita reinventarse.

Que disfrutéis de la lectura y, si os gusta, no dudéis en compartir y/o comentar. Como siempre digo, estaré encantado de interactuar directamente con vosotros mediante respuesta a vuestros comentarios o por mensaje directo. 

Josep-Maria

 

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ABOUT THE AUTOR:

Josep-Maria Gascón is a lawyer by education, currently serving in a multinational chemical company in a finance role. He holds studies in political science and Masters in Tax from ESADE Business School. He also graduated in General Management from INSEAD.

Josep-Maria is a socially engaged citizen, frequent speaker and author on a large variety of topics such as leadership, organisational behaviour, tax excellence management, international trade & investment, climate & energy, youth unemployment, corporate restructuring and tax planning, etc.

He has been listed as “European Young Leader” by think-tanks EuropaNova and Friends of Europe (2013 & 2014). He won a prestigious “40 under Forty” Award, that recognises the top 40 lawyers under the age of 40 in the Iberian Peninsula (2011).

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[Disclaimer: My articles are personally written and edited by me. The opinions expressed here represent my own and does not represent the thoughts, intentions, plans or strategies of my past, present, and future employer(s). It is solely my opinion].

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