Relacionarse de forma efectiva aumenta la productividad
Hace un tiempo escuche una empleada de un club vacacional contestar a un cliente
“mire ya usted tiene una incomodidad y ya usted tuvo un mal rato y eso no va a cambiar haga, lo que yo haga, yo no le voy a eliminar con una simple disculpas su molestia. Ahora bien, usted tiene que tomar una decisión o usted se queda renegando y criticándolo todo y va a continuar teniendo la peor de las experiencias y hace que su familia también tenga la peor de las experiencias o usted se calma, confía en mí y me deja trabajar para que de ahora en adelante usted tenga las mejores vacaciones de su vida”.
El cliente suspiro y simplemente confió, acto seguido detrás de él había un mesero con unas bebidas muy refrescantes para él y su familia en lo que el tomo sus bebidas ya había un empleado con camisas para todos y una gorra para el señor diciéndole permítame mostrarle el complejo vamos a pasar un rato espectacular los niños que vayan a disfrutar de la piscina mientras usted conoce el hotel si desean.
Yo pensé esta persona está cargando con una labor realmente increíble, ella con gran seguridad dijo que él tendría las mejores vacaciones de su vida porque había un gran equipo con excelente relación donde nadie pregunto ¿quién cometió el error? ni mucho menos preguntaron ¿qué paso? Ellos solo fueron e hicieron lo que les correspondía había un clima laboral donde lo importante era quedar bien no individualmente sino como una entidad.
Esa es la clave de las organizaciones o los grupos que han sido famosos, tanto los Beatles como los Menudos formaban más que un grupo, una entidad. Ambas agrupaciones existieron mientras se vendía y se trabajaba la entidad como grupo. Lo mismo ha ocurrido con organizaciones grandes exitosas que han sufrido una falta de equipo. De acuerdo con Collins en su libro Empresas Que Sobre Salen estos directivos conocían tres verdades muy simples. Primero, si empezamos por “quién”, en lugar de por “qué”, nos resultará mucho más fácil adaptarnos a un mundo cambiante. Si la gente sube en un autobús principalmente por la dirección que va a tomar, tendrá un problema cuando tenga que cambiar de dirección. Pero si sube por la gente que está en él, entonces es mucho más fácil cambiar de dirección. Segundo, si en el autobús va la gente adecuada, el problema de cómo motivarlos y dirigirlos desaparece. Las personas adecuadas no necesitan estar estrechamente controladas: estarán automotivadas por su propio impulso para producir los mejores resultados y formar parte de la creación de algo extraordinario. Y tercero, si en el autobús hay gente inadecuada, descubrir la dirección adecuada no nos ayudará a tener una empresa extraordinaria. La visión sin la gente no sirve de nada. Afortunadamente la gente puede ser desarrollada con capacitación y buenas relaciones sin perder de enfoque el equipo.
La autora es:
Consultora de Recursos Humanos, Coach Ejecutivo Organizacional y de Liderazgo y conferenciante. Cuenta con 15 años de práctica en industria privada y le apasiona trabajar educando a organizaciones a mejorar la capacidad de administrar sus cambios y mejorar sus relaciones para aumentar su productividad.