¡Renuncio!
al modelo perfeccionista de un perfil
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¡Renuncio! al modelo perfeccionista de un perfil

Vivimos como locos, en proyectos, con metas retadoras, en ambición constante y eso está bien, es estar vivos, pero... ¿qué pasa cuándo todo ese ritmo se traduce en la exigencia de asumir que tenemos brechas que cerrar, cosas que mejorar?

Me gusta pensar que siempre puedo ser una mejor hija, una mejor hermana, una mejor tía, mejor pareja, mejor líder, mejor amiga, mejor persona... Sin embargo, me agobia pensar en que esa idea constante de ser mejor signifique en algún punto ser perfecta.

No seré ni quiero ser perfecta jamás y renuncio a la sola idea de pensarlo, en su lugar elijo ser real, con lo mejor que puedo dar de mi.

Pido disculpas, comparto mis emociones, reconozco que me he equivocado y pido ayuda. También veo mis aciertos, me emociono por las metas que logró, me siento orgullosa de lo que hago y veo con ilusión el futuro que quiero.

Renuncio a los modelos que buscan encasillarme en la perfección que se vuelve un trabajo infinito y agotador por encajar en los estándares que otras personas diseñan, en caerle bien a todos, en tener el visto bueno de lo que cada quien quiere que sea. Y elijo ser real, vivir con respeto y compasión por los demás, decir lo que pienso con el ánimo de construir, querer sin esperar nada a cambio, hacer lo mejor que puedo, disfrutar y decir la verdad de lo que siento y hago, aunque no sea lo que los demás esperan. Reconocer que tengo altibajos, temores, ilusiones y sueños es parte de ser real.  Por sobre todas las cosas ser auténtica, y querer ser mejor para mi cada día, para ser feliz no para encajar.

Evitemos juzgar y pretender que los demás sean como nosotros queremos, a nuestra conveniencia, no más inteligentes que nosotros, no más emocionales que lo que queremos, no más bonitos de lo que somos, no tan callados como nos gustaría, ni tan habladores... seamos y dejemos ser... sin moldes, sin expectativas. Esto le quitaría mucha presión a las personas que sienten que deben entregarlo todo por “cumplir” con esos estándares. Estas rutinas generan estrés crónico, propician inseguridades, baja autoestima y en muchos casos son también la puerta a la depresión.

Estoy rodeada de personas extraordinarias, grandes profesionales que igual que yo están aprendiendo todos los días, que quieren ser mejores, pero si en lugar de exigirnos ser perfectos, nos motiváramos a solo “ser”, estoy segura de que tendríamos la oportunidad de ver en todos las maravillosas cualidades que tenemos y nos complementan.

Creo que si cada uno se ocupa de ser lo mejor que puede ser para ser feliz e irradiar optimismo, ayudando, apoyando y creando para todos sin esperar nada a cambio, podemos tener los modelos perfectos que esperamos, de armonía y logros extraordinarios.

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