Revisitando la Enseñanza
ENSEÑAR EN EL PASADO
Allá por 2003, en mi segundo cuatrimestre (ídem semestre en México) del CBC para la carrera de Economía en la UBA debo haber hecho un muy buen segundo examen parcial porque me invitaron a comenzar algunas clases puntuales. No les debo haber quedado tan mal porque para mi 5to semestre ya comencé a dar 1 o 2 clases semanales que mantendría constantemente entre los años 2005 y 2013, solo para abandonarlas cuando la vida me trajo a México. ¿De que podría dar clases? ¿De cosas que más o menos se? ¿Finanzas, Economía, Historia, Matemática? Nada de eso, sino en la materia menos “sexi” probablemente de toda la Licenciatura En Economía: “Metodología de las Ciencias Sociales”.
Para poder cumplir con mi función, llegaba a viajar más de 1 hora en tren y subte para llegar a las 7 AM, a las 9PM o los sábados a las 11AM para hablar de Popper, Lakatos o Falacias No Formales. De cada examen me iba con un block de hojas escritas por ambos lados, algunos con una caligrafía digna del mejor de los doctores, que debía corregir, devolver y luego guardar por 2 años.
ENSEÑAR HOY
En estos días enseñar significa hacerlo frente a una computadora y después de unas 25 sesiones uno ya lo tiene normalizado. Tenemos acceso a la información de la persona, cuanto tiempo tarda en hacer un examen, a que hora lo hace, tiempo con la cámara encendida, patrones de distracción. Sin duda sigo prefiriendo el pizarrón, la posibilidad de caminar y gesticular sin tener que pensar si mis manos están o no en el marco de la pantalla. Pero tanto alumnos, como profesores hemos multiplicado nuestras posibilidades de acceder a un aula y ese valor supera cualquier incomodidad.
ENSEÑAR EN EL FUTURO
Como afortunadamente me pasa seguido, ayer tuve el placer de conocer a una persona muy interesante. Es el jefe de IA de la región de una de las 5 empresas más grande del mundo. Muy groso. Cuando en su posición dice IA significa IA de verdad, no es un tema de imagen. Durante los pocos minutos que tuve su atención le hice una entrevista donde busqué preguntar cuanto pude de los muchísimos temas en los que sé que él sabe más que yo. Uno de esos fue sobre el futuro de la educación.
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Los modelos educativos para menores de edad tienen otra función que el aprendizaje de conceptos por lo que con cambios, pero se van a mantener. Según su visión es el modelo educativo universitario con sus carreras de 4-6 años el que podría tener sus días contados. La necesidad de “El título” como paso de la carrera profesional, podría ser reemplazados por cursos cortos. Más allá de si los cursos cortos vayan a ser sobre: “Aprende a que Chat GPT haga tu trabajo” o “Los mejores videos de como hacer cosas de Youtube”. Me pareció muy interesante su idea de que el curso corto deberá ser la forma para adquirir conocimiento en momentos en que la cantidad, actualización y disponibilidad de este van en aumento. Por otra parte, vamos a tener mayores posibilidades de educarnos de una manera muy experiencial y deberá ser colaborativa. Los maestros deberán ser facilitadores, lideres de grupo porque ya no podrán ser dueños del conocimiento.
LA FALACIA DE LA GENEROSIDAD DE LA EDUCACIÓN. EL PLACER DE ENSEÑAR
Un amigo, al salir de dar una clase me comentaba que “Educar es generosidad, es dar a los demás algo invalorable”. No es mi caso. Del poco Nietzsche que recuerdo de mi adolescencia y la economía clásica que consumí a continuación quedo la firme creencia que todo lo que hago es porque de alguna manera lo deseo. Quien dona no lo hace por “generosidad” sino por la sensación de realización que esa donación le genera, incluso si genera un daño social. Y ese es mi caso, no considero a dar clases parte de mi altruismo, todo lo contrario, es de las actividades que más disfruto, que más gusto me ha dado en mi vida adulta.
Recuerdo un día muy puntual. En mis tiempos de la UBA una vez me dieron la posibilidad de dar clases a alumnos de 8vo semestre, de la segunda materia menos sexi (salvo que sean fanáticos de Les Luthiers) “Epistemología”. Una llegada tarde del profesor titular y una extensión en el tiempo para presentar sus temas hizo mi debut fuese 8:50 PM a solo 10´ del final de la clase. Aproveché al máximo mis 10 minutos, pero llegada la hora no había alcanzado ni la mitad de los temas que debíamos trabajar. Al día de hoy, no sé cómo me animé a pedirles a alumnos cansados, algunos de ellos mayores en edad que yo, si no me hacían el favor de quedarse más minutos más para poder completar el tema. La clase se extendió por otros 40 minutos, y espero nunca olvidarme en mi vida la felicidad que sentí en el cenit esa clase cuando los propios alumnos, sin mi intervención, argumentaban entre ellos distintas posiciones acerca de “Retorno a los Presocráticos”.
Para mi ser maestro significa el tener que estar 100% concentrado durante un período para estar a la altura de las preguntas, desafíos e información que me comparten los participantes. Cada participación, cada discusión me enriquece. Me veo obligado a dar un mensaje, que les de confianza, que se entienda, tanto los conceptos como mi voz y en lo posible ganar la atención de entre 40 y 100 personas a la vez. Esas mismas personas me regalan en ese momento todos sus servicios y uno pasa a contar con un equipo diverso de profesionales aconsejando, auditando y desafiando sus puntos de vista. Dar una clase es el paso definitivo del aprendizaje personal “uno termina de aprender un concepto cuando es capaz de transmitirlo”.
En el día a día tenemos la capacidad de volvernos maestros de otras personas, busquemos hacerlo como Sócrates, buscando enseñar a partir de nuestra atención, nuestra dedicación y valoración del enseñado como un sujeto a que la vez nos forma también a nosotros.
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1 añoMe encantaron las reflexiones sobre la enseñanza y el placer de enseñar y soy fan de la epistemología 😃